Club Social y Deportivo

En las entrañas de Hamburgo (una de las ciudades más importantes de Alemania poblacional y económicamente)  nació el humilde, barrial y anti-imperialista St.Pauli. La historia de un club pequeño que traspasó las fronteras por el compromiso y la ideología de sus hinchas, pasando el deporte a un segundo plano.

 

Por Diego Ferraro.

Una historia romántica en estas épocas que manda el dinero. Así podríamos describir al Fubball-Club St. Pauli von 1910 e.V., más conocido en el ambiente del fútbol simplemente como St. Pauli. El texto va a desandar por la historia de este club que despierta simpatías más allá de Alemania,en todos los rincones del mundo. Una institución que no sólo ha desarrollado al fútbol como única actividad deportiva, sino también el rugby, futbol americano, el ciclismo, el handball o el tenis de mesa, entre tantas otras. Pero no son sus hazañas deportivas la que lo han transformado en un club popular, ni el bordar estrellas con logros, sino sus propios hinchas. Aquí un repaso de uno de los clubes más populares del globalizado mundo del deporte.

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Contexto.

El contexto socio-económico de la zona ayudará a entender lo que sigue en la historia. Fundado por trabajadores portuarios, estibadores y marinos mercantes en el homónimo barrio de Sankt Pauli, en la ciudad de Hamburgo, el 15 de mayo de 1910 comenzaba a erigirse como club de la clase obrera y trabajadora de la ciudad, algo que se acentuaría con el paso de los años. Hamburgo es una ciudad portuaria (conocida como “la puerta de Alemania al mundo”), y los primeros jugadores del club fueron mozos de los almacenes de la zona, trabajadores del puerto o los mismos estibadores. Los poco comunes colores de su camiseta (marrón y blanco, como Platense en nuestro país), se deben justamente a que la ropa de trabajo de aquellos días era mayoritariamente de esos colores, y no contaban con tiempo de cambiarse la indumentaria para entrenar. La ciudad tiene salida al Mar del Norte, donde la piratería en tiempos de gloria del comercio marítimo era famosa. Esta particularidad es la que le hizo ganarse al club el apodo de “Piratas del Elba”.

El barrio tiene rasgos que lo hacen único y distinto dentro de la propia ciudad. Con apenas poco más de 27.000 habitantes, al día de hoy es faro de la cultura teatral y callejera. Caminar por Sankt Pauli da una amplia gama de oferta cultural, desde mimos y artistas callejeros, a numerosos teatros, o paredes que hablan por sí mismas, siendo “el arte del grafiti” una de las marcas registradas del barrio. Originalmente ocupado por las clases bajas que a mediados del siglo XVII llegaban a poblarlo para sacar rédito de la actividad portuaria, hoy es cuna de la clase obrera y trabajadora de Hamburgo, así como de inmigrantes, refugiados, minorías étnicas, “okupas”, escritores o poetas. Tal faro cultural es no sólo para Alemania, sino para Europa, que los propios Beatles hicieron su debut Europeo en Sankt Pauli, a punto tal de declarar John Lennon “tal vez yo nací en Liverpool, pero de seguro mi madurez la encontré en Hamburgo”. Corazón cultural de Hamburgo, no podía ser menos que la cuna de un equipo que con el paso del tiempo se haría una institución de culto.

 

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El desarrollo de sus hinchas.

Pocas páginas doradas tiene la historia deportiva del St.Pauli. Apenas algunos ascensos a la 1.Bundesliga (categoría superior del futbol alemán),  o una victoria por 2-1 contra el gigante Bayern München en 2002 cuando este venía de ser campeón intercontinental son los mayores logros que la institución ostenta.

Son sus hinchas los verdaderos protagonistas. Hasta principios de los ’80, no era un club muy diferente a todos los demás. Con raíces humildes, a diferencia de su vecino de ciudad, el Hamburgo HSV (club que llegó a ser hasta campeón de Europa), el cual representa a la clase más “acomodada” de la ciudad,  la diferencia respecto de las instituciones llegó con una Alemania aún dividida en dos por el ridículo muro de Berlín. En un barrio prominentemente obrero, las ideas comunistas, anarquistas y socialistas conviven en todas las esquinas. El estadio donde hace las veces de local, el Millerntorn, está a tan sólo metros del muelle de la ciudad. Por ubicación geográfica y contexto social, el club no puede ser más que representativo del pueblo: la hinchada se declaró anti-fascista, anti-nacionalsocialista (nazi), anti-racistas y anti-sexistas. Pero no sólo fue el mensaje de las tribunas: el club lo hizo parte de su estatuto, convirtiéndose en la primera entidad del mundo en declararse de esta forma. Así, siendo representativo del barrio de pertenencia, pasó de tener una asistencia promedio de 1600 espectadores en 1981, a 20.000 a principios de los ‘’90. La ideología representada en el club comenzaba a hacerse fuerte, de una historia que recién escribía sus primeras páginas. Los acontecimientos del club que representa a una masa que excede a lo deportivo recién comenzaba a escribirse.

De Club del barrio al “boca-boca” mundial.

La declaración de intenciones del club en su estatuto debían comenzar a ser consecuentes en las acciones, y no una maniobra política para hacer nuevos socios. 30 años atrás, y para dar un claro mensaje a todo la sociedad futbolística del nuevo rumbo que tomaba el club, fueron a Nicaragua a disputar un partido amistoso contra la selección local, en apoyo a la Revolución Sandinista. En la década de los ’90, ya podían empezarse a ver en los escalones del Millerntorn pancartas con consignas sociales, que nada tuvieran que ver con lo deportivo. Los colores de la bandera del LGTB (movimiento de gays, lesbianas y transexuales) empezaron a decorar semana a semana el estadio, y además, desde 2002 hasta 2010 el club fue presidido por Corny Littmann, quién se declaró abiertamente homosexual, situación de gran valentía en una sociedad conservadora y con alas de extrema derecha. Poco antes de su asunción, los hinchas se organizaron para que fueran retiradas del estadio las publicidades de la revista para público masculino “Maxim”, por considerar sus publicaciones sexistas y denigrantes para la mujer.

Ya para principios de siglo, el club había trascendido mucho más allá de Hamburgo, y se podía sumar todo aquel que se sintiera representado por los ideales que el mismo enarbola. En 2002 se forma lo que aquí conocemos como “barrabrava”, aunque de ninguna manera con los mismos intereses que en nuestra tierra. Los “Ultra Sankt Pauli” se encargan del colorido del estadio con banderas y mosaicos con cartulinas, entre los que se puede ver ondeando el rostro del “Che” Guevara, consignas anti-fascistas o simplemente los colores marrón y blanco llenando el ambiente de color.

En 2005 la institución desplazó a sus futbolistas a la isla de Cuba, para demostrar su lealtad a la Revolución Cubana, para regocijo de sus hinchas. El mismo año, en asociación con la ONG “Welthungerlife”, la cual se dedica a dar ayuda a alimenticia a personas con pocos recursos, encabezaron el proyecto “viva con agua”, que se centraba en él envió de agua embotellada a países donde predomina la pobreza y la falta de la misma es un problema mayúsculo, como Etiopía o Ruanda.

En 2006, en plena efervescencia por la disputa del Copa Mundial de la FIFA en la propia Alemania, en el Millerntorn se organizó un torneo paralelo en protesta hacia la entidad máxima del futbol mundial por no reconocer como federadas a algunas selecciones. De la misma participaron Zanzíbar, Groenlandia, Gibraltar (hoy reconocida), Tíbet y la República Turca del Norte de Chipre, quién ganaría el torneo. El conjunto local participó dando representación al barrio como “Republica de St. Pauli”, y la organización de dicho evento le trajo variados problemas con la FIFA, la UEFA y la embajada china en Alemania.

Por estos días, con el drama de los refugiados en boca de todos, jugó un amistoso contra el Borussia Dortmund de la Bundesliga (con hinchas también caracterizados con ideas de izquierda) como local, con la intención de reunir fondos para los refugiados.

El humilde club de barrio ya es ícono de los que menos tienen en Alemania. Y fronteras afuera, también.

Internacionalización, música y más.

El Millerntorn ya luce con más de 30.000 personas cada fin de semana que el equipo del barrio es local. Pero las acciones llevadas a cabo en estas últimas tres décadas, la declaración ideológica que el mismo club dio a conocer como plataforma y el compromiso social que sus hinchas han tenido y tienen en la actualidad, demostrando la importancia del deporte y su función social y no como negocio, lo han hecho ganar más de 11 millones de simpatizantes alrededor del mundo. Se calcula que entre Alemania y el exterior, cuenta con más de 200 peñas, y tiene el orgullo de ser el club que mayor promedio de asistencia femenina tiene en territorio teutón.

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Asimismo, el éxito deportivo también viene de la mano de las mujeres que integran la institución: han sido seis veces campeonas nacionales de rugby.

 

Las rivalidades más profundas del St.Pauli son dos. El clásico de la ciudad, con el Hamburgo HSV, la cual es una rivalidad que tiene un aspecto local y otro ideológico. No solo porque los hinchas del Hamburgo son las clases medias y altas de la ciudad, sino porque los Ultras de este equipo tienen ideas de derecha, haciendo un clásico con contenido social y político. Los hinchas del St.Pauli de todas formas dicen ser el equipo de la ciudad, debido a que la cancha de su clásico rival se encuentra en las afueras.

El otro rival tiene un contenido puramente político: el Hansa Rostock. La ciudad de Rostock se encuentra a 150 kilómetros de Hamburgo, pero en ella se encuentran la mayoría de los votantes de la extrema derecha en toda Alemania. En los últimos años, la dirigencia del Hansa han logrado neutralizar a sus hinchas más radicalizados; sumado a la diferencia de categorías entre ambas instituciones,  la rivalidad entre ellos quedó un tanto apagada.

El Barrio que acoge a la institución suele estar emparentado así como a las ideas de izquierda y anarquistas, al rock y al punk. En los pubs del barrio se puede escuchar bandas como Rammstein, The Misfits o The Adicts. La famosa banda Bad Religión jugó un partido amistoso contra el primer equipo en 2000, en una muestra de simpatía por la institución.  Los bares se trasladan los fines de semana al estadio, y el equipo es recibido con “Hell’s bells”, de AC DC, ha decir de los hinchas, para que los visitantes sepan el infierno de ruidos y cantos que les espera. Cada gol es precedido por “Song #2” de Blur, que las 30.000 personas cantan al unísono.

Cuando los simpatizantes no están en el estadio, o trabajando, se los puede ver en las calles en manifestaciones o reclamos sociales. Se los ha visto a los más radicales hinchas de la institución encabezando las marchas contra los ajustes económicos sea en Alemania o en el resto de Europa, producto de la crisis de los últimos años; manifestándose a favor de la anexión de Irlanda del Norte a la República de Irlanda o de la independencia escocesa.12033034_880120225409302_6895937651039921811_n

El Millerntorn es una extensión de las calles del barrio de Sankt Pauli: pintadas a favor de la diversidad sexual, grafitis en contra del fascismo y el racismo, dibujos artísticos por todas partes.

St.Pauli es la demostración que el deporte todavía está vivo, más allá de cualquier resultado deportivo. El romanticismo de sus hinchas no entiende de categorías; hoy en la segunda división, no los cambia estar en la división mayor o caer una categoría más. Lo importante para ellos es la sensación de pertenencia, el sentirse representados e incluidos, el poder levantar libremente las consignas así en las tribunas como en las calles. La función social y colectiva del deporte sigue viva en las calles de este poblado alemán, que encuentra cada vez más simpatizantes alrededor del planeta. Escribir de un club distinto al resto, desde sus hinchas a sus dirigentes, no deja más que decir: ¡¡¡ ARRIBA LOS QUE LUCHAN !!!  ¡¡¡ ARRIBA ST.PAULI !!!

 

 

 

 

 

 

 

 

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