Por Federico Firpo
Corría la dictadura más sangrienta de la historia argentina y la violencia traducida en censura se convertía en moneda corriente. Uno de los más afectados multimedios, podemos decir de aquel entonces, fue el Diario Crónica, del otro de la vereda Papel Prensa, puesto a disposición de Clarín y La Nación, en una competencia desleal, a partir de la cual estos últimos 2 diarios pagaban sus respectivas ediciones indefinidamente más barato, en comparación con las demás editoras. Pero nada es gratis en este mundo, para ello debían vender la información que propusiera a los valientes militares de turno, gobernantes de facto, sobre la base de la sangre derramada, en el nombre del fin de la insurrección y la guerra sucia.
Periodismo cómplice, hoy igual que ayer, podemos interpretarlo al ver conductores que antes de acercar una pregunta de tinte político, aclaran (por las dudas) que ellos creen que la situación actual es mejor que la del gobierno anterior. Basta con mirar los mensajitos que desde las redes sociales suben a estos programas (en los cuales se pueden ver alusiones de odio, repitiendo consignas como: la Kretina, los militantes kaka, etc). De más está decir, que en ningún momento se hace referencia a los índices sociodemográficos, que son en definitiva los que nos podrían acercan un panorama más preciso de la realidad actual, todos ellos regresivos a la fecha, dicho en otros términos, con tendencias determinantes hacia una exclusión social, que cada día se pronuncia de forma más acentuada. Probablemente, los padres de estos periodistas hayan pasado una buena etapa antaño, en los 90, o será que económicamente es redituable para algunos repetir consignas similares a las de los grandes poderes. Acompañando también desde el impacto, una serie de victimizaciones consecutivas, por medio de supuestos atentados contra la integridad de los actuales gobernantes, ganando tiempo, a la vez que permiten se genere, desde lo oculto (por no decir lo desinformado), una fábrica de pobres que pareciera no tener techo para los poquísimos que concentran las riquezas en sus exclusivas manos.
La información como negocio es de hecho un hecho, valga la redundancia, no por la información en sí, sino por los intereses que de ella se pueden denostar. Creo no haber escuchado una sola noticia positivamente productiva en lo que va de estos últimos 12 meses, sin embargo, todo lo que se pone a disposición de nuestros ojos, en materia periodística, parece estar lleno de optimismo, eso sí, de cara siempre al futuro, como sí el presente hubiera dejado de existir para los formadores de opinión que hablan desde los medios más concentrados.
¿Podemos trazar entonces un paralelismo, desde la democracia, con lo que sucedía en los ’70? Quedará esa pregunta en el tintero. Los grupos de tarea desenmascaran, mientras tanto, el rol desesperado de los poderosos por borrar de la faz de la tierra cualquier iniciativa alternativa de bases críticas. Pero, desde las sombras más oscuras surgen siempre nuevas figuras, tal es el caso de Silvia Martínez Cassina, periodista de canal 13, quien no solo se ha revelado contra el Grupo en el cual trabaja, sino que ha sabido plantarse contra las amenazas que públicamente ha sufrido desde adentro del propio diario; en medio de un artículo en el cual se avisa que las mujeres valientes como Juana de Arco han muerto incendiadas en la hoguera. No escatimó ella derramando solidaridad a la hora de acompañar a los 380 trabajadores despedidos, subiendo al escenario para brindar su apoyo en la toma de la imprenta en Pompeya.
Silencio mediático, militante asesinado por gente cercana al gobierno, centros culturales y comunitarios, de base opositora, baleados y apedreados. La interrupción focalizada sobre los trabajadores de Tiempo Argentino. Comunicadores, no alineados al discurso oficial, con sus oficinas desmanteladas, incendiadas, incluyendo el robo de información y computadoras prendidas fuego, sin tocar una sola moneda, todo minimizado en cuestiones que han sido definidas simplemente como delitos aislado o vandalismo. Será entonces que el GRUPO puede permanecer, en tranquilidad, realizando sus tareas.
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