Por Juan Alberto Pérez
Esá semana se realizó el Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). En él confluyeron un importante número de dirigentes políticos de la región, referentes de organizaciones sociales y organismos de derechos humanos. Allí se disertó, en diferentes paneles, sobre alguna de las problemáticas de la sociedad actual. Un punto de énfasis en casi todos los paneles los expositores hicieron foco en la crisis que vive la democracia en la actualidad.
El escenario principal fue el micro estadio del club Ferrocarril Oeste, en el barrio de Caballito, en la Ciudad de Buenos Aires. El calor de estos días primaverales no menguó la capacidad del público ávido por escuchar lo que tenían para decir quienes iban a exponer. Y es que los nombres que figuraron en la grilla realmente llamaban la atención. Desde referentes sociales como Nacho Levy y Juan Grabois, pasando por Estela de Carlotto; dirigentes políticos de toda la región, desde Álvaro García Linera a Dilma Rousseff, o Ernesto Samper y Cristina Fernandez de Kirchner.
Con diferentes enfoques, que oscilaron entre el debate del rol de los medios, la justicia y los grupos de poder, lo que estuvo en tela de juicio es la irrupción nuevamente del esquema neoliberal en los paises de la región y las grietas en nuestras democracias que hacen necesaria repensarlas y replantearlas. “La democracia burguesa tal como la conocemos está en crisis. Está muriendo, y ya no es suficiente para enfrentar los poderes fácticos” expresó el referente de la CTEP Juan Grabois, haciendo hincapié en la incapacidad de limitar a los sectores del poder económico, mediático y judicial que tiene la democracia y agregó “Esto se expresa en que el más antidemocráctico de sus poderes, que es el judicial, intervienen en forma arbitraria, ilegitima e ilegal en la política de toda la región” . En este sentido, la referente de Abuela de Plaza de Mayo expresó “la democracia argentina es legal pero es ilícita porque comete acciones ilegales todo el tiempo, como reprimir o decir que se puede usar un arma”. Sin embargo, esta situación no se circunscribe solamente a los límites demográficos de la Argentina. Por eso, la ex presidenta destituida en Brasil por un golpe de Estado judicial, Dilma Rousseff manifestó qué en su país “Se instauró un régimen de excepción, que es diferente a las dictaduras militares”.
En este aspecto el rol de la justicia es fundamental para el debilitamiento del estado de derecho, y por lo tanto, del régimen democrático tal y como lo percibimos. Pero, también hay una responsabilidad de los dirigentes políticos, de todos los estratos ideológicos, que han hecho poco por construir una democracia del siglo XXI, y finalizar con un sistema que data del siglo XIX. Por eso, Álvaro García Linera, vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia, expresó que son necesarias “Nuevas formas de gobernabilidad, con mayoría parlamentaria y mayoría callejera” y agregó que los gobiernos “progresistas” de la última década no han podido derribar el viejo sentido común, algo central en el manejo de la política. “Si los gobiernos progresistas no hacen un esfuerzo sistemático para transformarlo, el viejo sentido común se volverá a reconstituir y volverá a instalarse el sentido común neoliberal” manifestó García Linera. En esta línea, Cristina Fernandez de Kirchner invitó a pensar una nueva categoría de pensar la política distinta de las “izquierdas” y “derechas”, y a la necesidad de “y concebir y acuñar una nueva categoría: por ahí a algunos les parece que es vieja la categoría ‘Pueblo’” que no sería otra cosa qué “frente social, cívico, patriótico en el cual se agrupen todos los sectores que son agredidos por las políticas del neoliberalismo”. Al mismo tiempo, acentuó que la idea de “Igualdad” es una concepción íntimamente ligada a la política: “La igualdad es una construcción política, no es algo que esté implícito en la condición humana: al contrario. Los espacios populares que han pivoteado históricamente sobre el concepto de igualdad son despojados de sus ideas”.
Ernesto Samper, ex presidente de Colombia, en su intervención puso en perspectiva otra arista de los problemas de la democracia actual: “Atravesamos una crisis política profunda que tiene sus raíces en los partidos políticos de la región. Los partidos se desconectaron de los movimientos sociales en América Latina”. En esta línea, Juan Grabois sostuvo qué “Existe un rol insustituible de los movimientos sociales que deben tener una relación dialéctica de crítica y confrontación con el Estado, aún cuando esté en manos de compañeros” en alusión a la construcción a partir de un diálogo constante de las bases con las estructuras dirigenciales. Ante esto, Estela de Carlotto aportó que “no existe democracia sin derechos humanos, que no es hablar del pasado, sino pensar en un concepto ampliado que contemplen a las mujeres, negros y población LGBTI de hoy”. Y Nilma Lino Gomes, ministra de la Secretaria de Promoción de la Igualdad Racial de Brasil, durante el Gobierno de Dilma Rousseff, aportó qué “La democracia si quiere avanzar debe ser una superación del racismo, debe ser antirracista y con pensamiento crítico”.
Samper también puso foco en otro aspecto que debilita la democracia: “Tenemos unos poderes fácticos que están sustituyendo a los partidos que son los grupos económicos, los medios de comunicación, y los jueces que buscan están puestos al servicio de estos poderes”. Aquí ingresa otro personaje a este espectro que son los medios de comunicación. Nacho Levy, integrante de la organización popular La Poderosa se expresó al respecto: “Hay que romper pacto de silencio de militares, pero también de periodistas y de la academia. Los periodistas si le tienen miedo al pueblo se dediquen a otra cosa” exponiendo el rol central que el periodismo y los medios de comunicación hegemónicos cumplen en las construcciones de realidades disímiles a lo que sucede en verdad, y a la vez instaurando ideales y valores que cohercionan a la sociedad. Ante esto Crsitina Fernandez desarrolló una idea sobre los valores instaurados en las sociedades a partir de las influencias culturales: “Pasamos de la solidaridad a la meritocracia: si tenés trabajo es porque te lo ganaste según tus capacidades, y ya no es un problema del Estado”. Esta idea de que los méritos personales son los que impulsan al desarrollo de las personas sin importar las políticas públicas y el rol del Estado tienen como finalidad despolitizar a la sociedad. Para esto Dilma Rousseff dijo “Cuando un gobierno o un Estado no logra responder la demanda de su población, cuando las instituciones se muestras frágiles, cuando no se respeta el voto de más de 54 millones de personas, lo que sucede es que aumenta la sensación de despolitización; se crea la idea de que la política es un enemigo popular y esto surge como una verdad, creando un ambiente para el autoritarismo”.
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