Por Lidia Baran
La pandemia del COVID-19 en Chile frenó, por el momento, las movilizaciones y las muestras de un pueblo que busca cambiar lo que Piñera sostiene dentro de la educación, la salud y la cultura Popular. El lema que inicio las protestas fue: Chile Despertó, hoy ese lema se sostiene y no se apaga a causa de un virus. Es por eso que traemos en ANCAP, el testimonio de quienes desde chile, continúan con la idea y la resistencia más firme que nunca. Ese mar de fueguitos que supo señalar Galeano, trae desde Chile estás palabras para compartir. En esta entrega es el de Fernanda.
Soy de esas que, junto a miles, iniciamos la revuelta del 18 de octubre. Soy secundaria, y ese día salté el torniquete, que más que un fierro, significa el levantamiento de todo un pueblo. Pasé el 18 encerrada en una estación, lleno de los liceos que la rodeábamos, y también lleno de pacos. Estuve casi 2 horas encerrada, llena de lacris, pero también llena de orgullo y adrenalina. Cuando logramos salir (gracias a una salido que nos dieron unos trabajadores de la construcción) me encuentro con el guanaco. No entendía nada. Mi abuela me llamaba, mi hermana intentaba buscarme, y Piñera sacaba a los milícos. Llego a mi casa y veo todo lo que ocurría en el país. Lo mismo que hicimos en esa estación se hizo en todo Santiago.
Llegó el 25 de Octubre, la marcha más grande de Chile. Fui después de un pésimo día, pero el ver la Plaza Dignidad repleta me arregló todo. Marché junto a mi pueblo, y de ahí no me fui. Llevo en Dignidad más de 5 meses, me han llegado lacris, los perdigones me rozaron el cuerpo, me han intentado llevar detenida, me han apuntado, me han tirado gas pimienta, pero nada eso importa, porque tengo y tenemos todos, todas y todes la protección del pueblo, porque me han salvado los mismo que llaman de delincuentes, y eso vale más que un presidente inepto e inhumano.
Aguante los, las y les que luchan por una vida digna. Hasta vencer o vencer.
