Por Verónica González
Sandra Lorena Acosta Mercado tenía 22 años, era paraguaya y vivía junto a su hija de 2 años y su pareja, en la localidad de Guernica. Colaboraba y participaba en el comedor “El pato”, en Berazategui, donde asistía a chicos y chicas en situación de vulnerabilidad social. El cuerpo de Sandra, fue hallado este miércoles, dentro de una bolsa de arpillera arrojado en una zanja. La causa de muerte según la autopsia, fue asfixia.
Un video y algunos testimonios, vinculan directamente a su marido, Edgar Martínez, como el causante del femicidio, quien fue detenido en el día de ayer en San Martín.
Rosa Inés Fernández de 29 años, fue hallada en el día de ayer, envuelta en una lona y enterrada en una obra en construcción en Junín, donde trabajaba su ex pareja, Sandro González, quien se encuentra detenido por este femicidio.
Otra vez, el femicidio de dos mujeres con pocas horas de diferencia.
Sandra y Rosa, fueron asesinadas, y una vez más, el desamparo y el miedo, recorren las casas, las calles, en este encierro que sigue siendo mortal.
Dos mujeres, metidas en bolsas para ser arrojadas como basura, niñes que se quedaron sin madre, vidas que parecen no valer nada.
Nos seguimos preguntando: ¿Hasta cuándo?
¿Cuántas de nosotras tienen que ser asesinadas, para que se establezcan las medidas que, realmente, nos protejan?
La ferocidad, la persistencia y el odio machista, parecen ir en aumento y resulta imprescindible, seguir reflexionando e implementando diferentes abordajes.
La lucha por nuestros derechos, continúa siendo una de las herramientas más importantes, para seguir exigiendo justicia. Hacer visible la violencia cotidiana, caldo de cultivo para estas escaladas, e insistir desde todas las organizaciones, para que se declare de manera urgente, la Emergencia Nacional en violencia de Género junto con la importancia de la implementación y ampliación de la Ley de Educación Sexual Integral de manera transversal y la aplicación de la Ley Micaela.