CRISTINA VÁZQUEZ, UN GRITO SIN JUSTICIA

Por Verónica González  

En la celda mientras estuvo presa Cristina tenía, como lo muestra el documental “Fragmentos de una amiga desconocida”, algunos objetos que la ayudaban a resistir: un libro de Galeano, discos de jazz, materiales para terminar el secundario y poder ser Chef, algún día. También guardaba algunas palabras recortadas, dentro de las cuales aparecía la “justicia” y una frase de Jaume Perich “El cine ayuda a soñar. La televisión a dormir”. 

Me pregunto ¿Quiénes se adormecen en una condena sin fundamento, que estigmatiza a una mujer como “La reina del martillo” durante 11 años? ¿La justicia está dormida, o siempre son lxs mismxs culpables, lxs pobres, lxs estigmatizados?

Al revisar el expediente, no hay fundamentos ni pruebas que pudieran incriminarla, sólo hay prejuicios que, como en el caso del femicidio de Lucía Pérez, desvirtúan lo importante, exponiendo una vez más la mediocridad de un sistema judicial avalado por una sociedad que consiente en continuar “criminalizando la pobreza” y se deja llevar por prejuicios machistas. Cristina expresaba que la habían culpado “por ser mujer y pobre”, por la vida que llevaba, por ser blanco fácil y desconocer sus derechos. En el documental, dice: “Dejé que hagan, al no ver la magnitud de las cosas”.

Cristina es condenada, como lo fue Lucía, por juicios morales. Si salía a bailar, si había terminado el secundario, si consumía o no marihuana, como está escrito en el expediente “llevaba una vida promiscua y marginal”.

Cabría preguntarse si la justicia tiene la misma vara para todxs lxs que habitamos este país, si juzga de la misma manera a mujeres y a hombres. ¿Cómo es posible que puedan encerrar a una mujer durante 11 años por un crimen que no cometió?

Nadie cuestiona las decisiones de unxs pocxs que se proclaman reinas y reyes de la verdad, nadie defiende a lxs pobres, lxs desamparadxs, lxs que no saben cómo y a dónde recurrir.

Y entonces me pregunto ¿cuántas personas deben estar encerradas sin pruebas? ¿Cuántas mujeres juzgadas por “llevar una vida al margen”? ¿Quién cuestiona las decisiones de unxs pocxs que siguen criminalizando la pobreza y usan su poder, para encontrar unx culpable que no sepa defenderse?

Mientras estaba presa, Cristina tuvo que esperar cuatro meses para que la defensora se fijara en ella y, de cuatro, se hicieron siete. Las pruebas del ADN dieron negativo, motivo por el cual la liberan y se va a vivir a Buenos Aires para trabajar de moza. En el 2008, es capturada en Buenos Aires y condenada en el 2010. Cuando fue apresada tenía 19 años, estuvo en la cárcel 11 años. A fines del año pasado fue liberada pero se sentía muy sola, según cuentan sus allegados, y estaba deprimida. El miércoles pasado la encontraron sin vida, junto a una carta de despedida. Una vida arrebatada que, al recuperar su libertad, tampoco fue contenida desde un apoyo terapéutico, repitiendo el mismo desamparo de la cárcel, de la justicia, de los medios, del Estado. Siempre hay sordos para los gritos más estridentes y casos que es mejor olvidar. Nuestra responsabilidad y compromiso es mantener el grito de Cristina, de su familia y de tantxs más en situaciones similares, bien en alto, para remarcar aquello que no se cumple, para cuestionar y exigir justicia, donde la desesperación de la pobreza queda censurada, aplacada, marginada. Dibujar el cielo con el grito de Munch, el cuadro favorito de Cristina, que guardaba en su cuaderno mientras estaba en la cárcel.

“Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada Que no son, aunque sean Que no hablan idiomas, sino dialectos Que no profesan religiones, sino supersticiones Que no hacen arte, sino artesanía Que no practican cultura, sino folklore Que no son seres humanos, sino recursos humanos Que no tienen cara, sino brazos Que no tienen nombre, sino número Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata” 

Eduardo Galeano. 

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