LA BARRERA SEXUAL

Por Federico Firpo 

La barrera sexual es tan fuerte y poderosa como el sol, aunque no la veamos siempre está. Desde la tele a la familia, pasando por la escuela, la política y cualesquiera lugares de nuestras vidas… la barrera sexual es invisible, pero siempre será…

En los albores del Siglo XXI, en la patria de las luchas por la identidad sexual, hemos llegado a tener el deshonor de un Presidente que entendió, o mejor dicho desentendió, a la homosexualidad en los confines excusatorios de una simple enfermedad. No esperemos mucho más del resto de los mortales, muchos de los cuales, lógicamente, han decidido elegir para el cargo superior a un mandamás conservador pro sentido común digno del medioevo.

Alguna vez escuché relacionar a “la sensibilidad creativa de los artistas” con “ciertos rasgos característicos de la homosexualidad”. Más allá de lo retrogrado de los pensamientos, probablemente los mas creativos terminen siendo quizás quienes vean y sientan amenazadas las reproducciones de sus actos más primitivos, como lo son el amor y la sexualidad. Es una pena que promediando el Siglo XXI de nuestro calendario, sigamos poniendo sobre la mesa de la discusión a la sexualidad en cualquiera de sus términos. Correspondería ser, en todo caso, al revés, a esta altura ni siquiera deberíamos plantear aspectos adjetivales respecto de algo tan puro como los sentimientos que nacen en lo más profundo de nuestros seres.

No se trata ya de alzar nuestra voz justificando el sentir o pesar sexual de cada persona. De nada sirve llegar solos a la vociferación de nuestros más fuertes sentidos emancipatorios, sino mas bien, por el contrario, se trata en este caso de hacernos cargo que probablemente la mayoría de nosotros fuimos y seguimos siendo víctimas de una sexualidad, una sexualización forzada. La misma que nos hace creer con el derecho y el poder de juzgar a otros por el sólo hecho de no hacer lo que una absurda, por no decir hipócrita, norma social, ha miserablemente establecido al punto de meterlo en nuestras cabezas, cual barrera que no nos deja avanzar en la mínima posibilidad de mirar con ganas a alguien del propio sexo sin que automáticamente se genere la “duda externa” de aquello absurda y tácitamente hetero-implantado.

Los cambios suelen generar un miedo que le da un condimento único a cada uno de los nuevos desafíos y seguramente, estemos quizás ahora ante el más desafiante de todos los retos, que es paradójicamente el de respetarnos sin miras en lo sexual, sin nada para decir, porque la mentira ha quedado totalmente en evidencia, a pesar de los fallidos de quienes intentan a diario seguir perpetrando conductas inhumanas.

Una a una las operaciones van siendo desactivadas. Han quedado expuestas, por demás, todas las forzadas mentiras. Sabemos ahora a dónde vamos. Quedará por verse cómo sacar de nuestra inconciencia tanta perversidad podrida.

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