PAÍS EN LLAMAS

 “Nuestro coraje o nuestra debilidad es el coraje o la debilidad de un pueblo”. Haroldo Conti

Por Verónica Gonzalez

Arte de portada Martín Vera

Un mundo atrapado entre un puñado de canallas, domestica a un pueblo que no se atreve a saltar del otro lado de sus miserias.

Un país explotado para el beneficio de unos pocos que siempre son los mismos. Expropiado de las únicas manos a quienes les pertenece la tierra.

La justicia danza entre los escombros de un tribunal que no existe, de luchas pasadas que no han vivenciado nuestros cuerpos. Sólo el feminismo transformó lo dado en algo distinto, encendió luces de esperanza luego de siglos de sumisión. Nada ni nadie dirige esa lucha, somos nosotras defendiendo nuestros derechos y montando guardia para que se cumplan.

Las luchas anteriores son ejemplo pero sus modos de hacer hablan de otros tiempos, de compañeras y compañeros desaparecidos, de partidos que ya no están, de revoluciones que nos faltan.

La nostalgia, lejos de ser un motor, nos enceguece y nos deja inmóviles frente a los nuevos sucesos que acontecen. Se vuelve imprescindible crear algo distinto, nuevo, nuestro.

Nada parece cambiar en el “País del no me acuerdo”, nos arrebatan la voz y arrasan con nuestra subjetividad generando indiferencia y acostumbramiento. Nos creemos las mentiras y de ese modo, nos manipulan y obstaculizan nuestra capacidad crítica.

Se prende fuego nuestro oxígeno. Son 11 las provincias afectadas por incendios. Los desalojos están a la orden del día pero nadie se entera porque no les tocan y tapan el desamparo de los que menos tienen con promesas de seguridad y victimización.

En Caba y el Gran Buenos Aires, hay barrios sin luz ni agua hace más de 5 días. Pocas son las calles pobladas de vecinos enfurecidos, el resto acata en silencio.

El Estado ausente continúa sin intenciones de escuchar lo que esta apatía significa porque es funcional a su negligencia declarada hace varios años.

Ojalá tengamos la valentía y la fuerza de acariciar los detalles luminosos para crear lugares nuevos y otras voces pueden emerger en la desidia. Tal vez como dice Zitarrosa, “no hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie” y tengamos que empezar a caminar para que las alas rotas vuelvan a crecer sin distinción ni privilegios para todas las personas que habitan esta tierra.

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