Por estas horas se define si el partido más importante de los últimos años, en términos futbolísticos, se juega en una cancha, vaya a saber uno cual, o si se la dan ganada al club de la ribera por fallo del tribunal de disciplina. Lo que prima por estas horas es incertidumbre. La sensación que queda es de desconsuelo para el pueblo que disfruta del futbol, como una pequeña escapatoria a la cruda realidad que atraviesa día a día con las políticas de ajustes impuestas por el ex mandamás de Boca Juniors y actual mandatario de la República Argentina.
Por Juan Meza
“Nos sacaron las ganas”, es la frase que resonó en la mayoría que me cruzaba o mantenía conversaciones por cualquiera de las redes sociales desde el sábado a la tarde, horas después de la violencia que recibió el micro que trasladaba al plantel del Boca Juniors al Estadio Antonio Vespucio Liberti a jugar la segunda final de la Copa Libertadores de América contra River Plate, y hoy.
Los hechos conocidos en las inmediaciones del estadio Monumental fueron reproducidos y repetidos hasta el hartazgo por los grandes medios masivos de (in)comunicación, mostrando una gran indignación por lo sucedido, sin siquiera hacer un mea culpa, sin poner en tela de juicio si su labor durante las dos semanas que duró la previa del partido no haya influenciado al menos en alguien, generado una sensación de guerra ante un partido de futbol. No fue el pueblo quien hacía imágenes bélicas acerca del partido, sino los mismos medios masivos de (in)comunicación, los formadores de opinión, esos quienes necesitan sangre para lucrar, muertos para ensanchar sus arcas y circo para rellenar horas y horas de aire.
Se habló de la barra de River Plate, que uno de sus integrantes, Héctor “Caverna” Godoy, fue el principal responsable ya que en la semana se había allanado su domicilio y se encontraron 300 entradas y más de 7 millones de pesos. Particularmente se me hace imposible pensar que una sola persona logre que un partido de fútbol, con la magnitud que tiene el evento, haya tenido tan buena fortuna y le salió todo como tenía planeado. Más allá de esta posibilidad, y el allanamiento en el monumental, a raíz de la causa de las entradas, todos sabemos, cuando digo todos, es todo el Estado en todas sus expresiones, que los barras de los clubes y la política del país caminan de la mano hace un largo tiempo. En las elecciones, ganadas por Aníbal Ibarra en 2003, en el bunker, festejando se veía a la hinchada de la 12 con bombos y paraguas y sombrillas con el lema “soy de boca y voto a Ibarra”. Este detalle sería menor si no decimos que el principal candidato opositor a ganar las elecciones por esos días era ni más ni menos que Mauricio Macri, quien había tenido problemas con la barra de Boca Juniors por el manejo de las entradas y los viajes. Entonces, cuando decimos la política y los barras van de la mano, ¿no son solidariamente responsables los primeros? ¿no tiene una cuota de responsabilidad ante los hechos que conocemos fin de semana tras fin de semana? ¿no será hora de sincerarse, palabra que le encanta implementar al gobierno, como para justificar, entre otras cosas, la fuga de capitales, y de una buena vez hacer las declaraciones que todos sabemos, pero que aún no hemos escuchado de la boca de nadie?
La política jugó un rol fundamental en este lamentable hecho. Hay internas, que aún no se han hecho públicas, pero los rumores corren, que el responsable de la policía en Capital Federal, el secretario de seguridad, Marcelo D´Alessandro, está enemistado, o al menos se avergüenza de las políticas de seguridad implementadas por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien entre otras cosas había hecho declaraciones como “vamos a tener un G20, ¿no vamos a poder con River-Boca?”. Tras los hechos ocurridos Martin Ocampo, ministro de seguridad de CABA renunció a su cargo, tras ser el responsable mayor. Este costo político dejó el cargo vacante y el nuevo responsable será Diego Santilli, una persona del riñón de cambiemos, quien acompaño a Mauricio Macri y a Horacio Rodriguez Larreta desde los comienzos del PRO. De ser ciertas las versiones que “la zona fue liberada” cuando el micro de Boca Juniors pasaba donde había un conglomerado importante de hinchas de River Plate, la justicia tendrá que tomar cartas en el asunto y hacer las averiguaciones pertinentes para clarificar este bochornoso hecho.
Los actores principales de brindar el espectáculo no pudieron hacer lo suyo dentro de la cancha, más sí afuera. Pablo Pérez, mediocampista de Boca Junios, tuvo que irse del estadio a la clínica para que un especialista vea su ojo izquierdo ya que, producto del estallido del vidrio del micro, una astilla se metió en su ojo provocándole una úlcera, que lo imposibilitó de jugar ese día, y el siguiente el partido. Mas tarde Carlos Tevez, y Fernando Gago, delantero y mediocampista respectivamente del Club Atlético Boca Juniors, hicieron lo suyo frente a las cámaras y de una manera, poco inteligente, acercaron un bidón de nafta al fuego. Lejos de llevar calma y apaciguar las aguas, hicieron declaraciones impertinentes para el momento intentando que eso que sucedía en cancha de River Plate no termine nunca. Una de las cosas rescatables fueron las declaraciones que hicieron que la Conmebol, entes que “regula” el fútbol sudamericano los “obligaba a jugar”. No estaban las condiciones dadas ya que había un jugador de Boca Juniors lastimado y afuera del estadio la policía junto con la Prefectura reprimía a quienes se encontraban en las mediaciones del Monumental.
Y si de la Conmebol hablamos, no podemos dejar de destacar la poca voluntad, el poco tacto que tuvo Alejandro Domínguez, presidente de dicho organismo, para no jugar el partido el sábado y postergarlo hasta nuevo aviso, o que las condiciones estén dadas, tuvieron de rehenes a los hinchas de River Plate dentro del estadio por 7 horas, jugando con sus tiempos e ilusiones.
Ya el domingo Daniel Angelici, presidente de Boca Junios presentó un escrito ante la Conmebol donde indicaba que no estaban en condiciones de jugarse el partido y que irían al tribunal de disciplina para que se juzgue a River Plate, lo descalifiquen y le den ganado el partido al club damnificado, por ende, Boca Juniors. Este hecho sucedió otra vez con la gente de River ingresando al estadio, donde se suponía que iban a jugar el partido que definiría al campeón de la Copa Libertadores, edición 2018, a las 17 Hs. Otra vez jugaron con la gente.
Hoy, martes, ya en Asunción las reuniones entre Alejandro Domínguez, Daniel Angelici y Rodolfo D´onofrio se llevaron a cabo y están a la espera si el partido se juega o no, si es el 8 o 9 de diciembre, si en Paraguay, Dubai o la luna.
Me gustaría terminar con un simple “es todo joda, nada de esto pasó”, pero debo concluir con un certero, ES TODO JODA, el fútbol hace tiempo está muerto, y en estos días lo estamos velando.