Por Federico Firpo para Ancap
De la nada, nos amanecemos nuevamente entre turbios cauces. Hurgadores de habladuría, osando asomar esta vez miedos a un próximo Golpe de Estado. En el capítulo de la historia actual, lo que hace a ello aún peor, un ex Presidente de la democracia argentina.
Nos equivocaríamos si creyéramos encontrar en sus palabras, sencillamente un caso aislado, o bien un brote psicótico. Más aún, si lo lleváramos a los confines de la Historia de nuestro país. Desde Bartolomé Mitre hasta acá, nada de esto debería de sorprendernos. La traición y la tinta parecieran haberse convertido en una sola las dos, juntas caminando de la mano por los mismos senderos, esos que a estas alturas parecieran haber en vano costado tantas vidas.
Tierras cedidas bajo demanda británica, el pacto Roca-Runciman, las bombas en la Plaza de Mayo asesinando, entre otros, a vecinos y trabajadores que por allí desafortunadamente caminaban, las quemas de libros, la entrega total del Poder a las Fuerzas Armadas, la venta y posterior quiebra del país, primero neoliberalismo, después globalización, hoy neurociencia y todas excusas para depender, siempre de alguien más… tener que depender. Preguntémonos de dónde ese mandato vendrá, difícilmente de un pueblo una y mil veces caído.
El oscuro, pero eterno “barón” del conurbano, Eduardo Duhalde, alertando por televisión la posibilidad de un Golpe de Estado; Javier Milei, a igual hora, en uno de los otros canales, representantes lógicamente del mismo ideólogo comunicacional, repitiendo idénticas consignas a las citadas por el expresidente, ayudados ambos y no es dato menor, por la letra que corporativos periodísticos les daban. Algo así como la coherencia en persona a partir de payasos neandertales neo-conservaduristas, pero ojo, no subestimemos el poder de un tonto con muchas horas de televisión. Y ahí también, como empezando a dejarse ver, asomando la cabeza a lo lejos, el representante de la moderación bien vestida, con bronceados no propios para estos días de casi nulo calor, el gurú de la neurociencia, Facundo Manes, sigamos atentos (!). ¿Estaremos en la antesala de un tridente neonazi?, ¿o será solamente otro ensayo más de los célebres filósofos de la porquería, autorizando, a los pocos, desde las bocas del Poder, a gritar como si muchos fueran?.
Y si de escribir las comunicaciones de la Historia se trata, no olvidemos las vísperas electorales de quienes, con sus puños, por no decir con sus propios bastones, han diseñado las letras a partir de las cuales muchos países, sin ser el nuestro la excepción, terminaron por caer en el más trágico de los envenenamientos, el de un pueblo sedado, adormecido, a la espera de una cura mágica. Los Estados Unidos, Harvard y en lo que a la República Argentina respecta (sería insultante para el caso utilizar la palabra Patria), la eficiente Carta de “los Chicago Boys”. No por casualidad será, que las palabras de estos (llamémosle) candidatos hayan sido puestas bajo el orden de la redacción que une todos sus mensajes a las ya conocidas, vividas y por vivirse (esperemos que no) iniciativas con expectativas de sumisión foráneamente dictaminadas. Martinez de Hoz, Cavallo, Prat Gay, Sturzenegger, Espert y que pase el que siga…
Indignémonos todo lo que podamos, no dejemos jamás de mostrar aquello que tanto nos duele, pero, por sobre todas las cosas, no nos permitamos nunca más el avance de quienes, con sus venenos de tintas manchadas con sangre, intenten sorprendernos. No demos siquiera lugar a la especulación, para qué, de una vez por todas, entiendan, que no serán ellos quienes marquen el rumbo de nuestros caminos.
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