RCP (REPRESIÓN CONTRA-PÁCTICA)

Por Federico Firpo

Si esta semana última en algo ha servido es cuanto a la necesidad y el compromiso por una verdadera mirada crítica, de cara a la compresión, hacia el enclave histórico que nos rodea en estos días.

Una vieja frase sugiere que: “la historia se repite en tragedia” y seguramente a muchos se nos ocurrió pensar en ella, cuando seriamente se empezó a trabajar la idea de un Pacto Social en Argentina. El último, en dicho sentido, data del año 1973, la vuelta de Perón, su fallecimiento un año después, la Presidencia de su esposa, la triple A (Alianza Argentina Anticomunista), el empoderamiento de las Fuerzas Armadas y su posterior plan sistemático de desaparición forzada de personas, a través del Terrorismo de Estado, en lo que hoy a las claras podemos decir funcionó como una dictadura cívico militar. Por suerte, al parecer, la tragedia ha ya sucedido entonces y salvando las distancias, la democracia se encuentra de momento tanto más aceitada. Sin embargo, quedará por verse que pasa cuando los papeles de ese mismo aceite empiezan a quemarse, quién se encontrará cercano al fuego y en tal caso, quiénes encendiendo la mecha.

Puede ser qué, cuando las estructuras de poder se encuentran tan selladas, uno sencillamente se ilusione al ver cómo algunas de sus columnas puedan ser incomodadas. Tal así, lo fue el principio de Impuesto a las grandes riquezas, una gran historia de enorme introducción, pero carente de nudo, nula de desenlace y al pasar de los días la frutilla de este postre reuniendo al Ministro de Economía (Guzmán) junto con personajes de la talla de Magnetto, Paolo Rocca, entre otros, en su oficina. El círculo rojo camina muy cómodamente en tiempos de un presidente subrayando el doble apellido de quien vociferó cómo: “mi amigo Rodríguez Larreta”. Mientras tanto las calles siguen preguntando.

De Vicentin y Soberanía Alimentaria, de Etchevheres en disputa y Reparación Histórica, de Aborto Alberto y perspectivas de género, ¿en dónde habrán quedado las esperanzas de Justicia Social?, ¿nos estaremos apurando un poco por querer una respuesta? Y al costado de la pantalla contra-hegemónica nos replican celebrativamente que los fallos de la Justicia estarían respetando la presunción de inocencia, raramente y a pesar de contar con todas las pruebas, pero, por el otro lado, buscando llenar las futuras nuevas cárceles con causas menores en “crímenes” del orden de la pobreza. El parafraseo, cita una y otra vez, la importancia de respetar el Estado de Derecho, pero ¿qué Estado?, ¿cuál Derecho?, porque las decisiones se siguen tomando en perjuicio de los mismos cuando se sigue privilegiando los intereses de tantos pocos, a pesar del palabrerío que los supo poner, supuestamente, en el ojo del huracán.

Las pruebas del espionaje, demostrando el formato totalitarista de anterior ilegítima gobernabilidad solo en noticia ha quedado, Berni y cada día muchos más policías para la fuerza de la campaña, reforzando una nueva estigmatización, para poder pegarle en la villa a los que van camino al comedor, por no ser “esenciales”.

Planes para segunda vivienda en medio de una oleada de desalojos a troche y moche, en miras de garantizar que quienes nada tienen nada sigan sin tener. Ninguna contra los más ricos, todas contra los más necesitados, contrario a lo prometido por algún peronista que se está dejando mucho en el camino. El panorama nos ha llevado de la salida del ocaso al pesar sin un horizonte.

No vamos a echarle la culpa a este Gobierno de la pobreza, la desocupación y la desigualdad que el anterior colega establecimiento generara, mucho menos de las causas de una pandemia que a nivel mundial azota. Pero sí, permanentemente, nos preguntaremos: de qué sirve hablar de Democracia cuando de cara al pueblo en las mismas falencias una y otra vez caemos. Si de construir se trata, no se explica por qué los guiños van direccionando, con el ojo derecho de éste nuestro rostro, la perpetuidad sistemática en torno a una concentración que no ha dejado jamás de presentarse destructora. De qué lucha hablamos, cuando son quienes supuestamente derrotados, fueran hace un año, desde sus sillones glamorosos van, marcando la agenda de una batalla a cada minuto mas injusta, más desigual (valga la redundancia).

 

Quizás, no sea esto todo lo que defina al actual Gobierno, quizás tampoco de mucha ayuda el contexto le fuera, pero sobre todas las cosas, quizás no sea momento de seguir ayudando a los que se suponía no se iba a privilegiar más. Quizás sea hora finalmente, de revisar las promesas, porque a los hechos, el triunfo de hoy no pareciera estar siendo “de todos” el más social.

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