Por Redacción ANCAP
Arte de tapa: Martín vera
Este también es el ex presidente que murió: el que le sonreía a Pinochet, torturador, asesino y genocida en Chile; el que indultó a los milicos que protagonizaron la dictadura mas sangrienta que sufrió el pueblo argentino.

Ese que cenaba pizza con champán mientras la desnutrición infantil alcanzaba cifras astronómicas; el que designó a un ministro que no tuvo empacho en reconocer que robaba “para la corona”; ese que fue el responsable político de la masacre de Rio Tercero; el amigo de Bush padre; el de los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel; el del homicidio del soldado Carrasco; el enemigo de Norma Pla; el desmantelador de los ferrocarriles; el rematador de empresas estatales; el que protegió a los violadores y asesinos de María Soledad Morales; ese al que le mataron el hijo y nunca se preocupo por profundizar la investigación del crimen; el de la Ferrari trucha; el cholulo de los Rolling Stones; el que ponía diputruchos en el Congreso Nacional; el del pacto de Olivos y la Reforma Constistucional; el de la ficticia convertibilidad; el del crimen de José Luis Cabezas; el encubridor de Yabrán; el que descaradamente proclamó que si, en campaña, deciá lo que realmente iba a hacer con el país no lo votaba nadie; el de las represiones que terminaron con las vidas de Victor Choque y Teresa Rodríguez; el de la pista de aterrizaje clandestina en “La Rosadita” de Anillaco; el que, tolerado por todo el arco político, se entronizó como senador vitalicio y se fue de este mundo sin rendir cuentas ante la sociedad por sus múltiples aberraciones.
Que dios lo tenga en la gloria… y no lo suelte.
