RECUPERACIÓN O BARBARIE

Por Ernesto García

Dibujo Martin Vera

 

“Volviendo a mi asunto, creo que nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas naciones, según lo que se me ha referido; 

lo que ocurre es que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a sus costumbres”. 

Michel de Montaigne.

 

El proceso de expansión capitalista iniciado con la conquista de América, la integración de las tierras y el sometimiento de los indios, cerraron una etapa de la historia de América Latina. Se impuso así, un proyecto liberal burgués de homogeneización social y político. “La civilización liberal burguesa condensada programáticamente en el Facundo de Sarmiento” como dice Viñas, abre una etapa donde las palabras y los textos de la letra liberal reflejan un lenguaje ideológico, una narrativa plagada de teorizaciones racistas, de balances, propuestas y de aspectos cotidianos que fueron trazando los contornos de una cultura. Una cultura, una lengua, que involucró distintos grupos sociales. Una invención social donde las luchas entre las diferentes clases sociales aportaron imágenes y representaciones de lo popular latinoamericano; donde las rebeliones en el lenguaje expresaron cómo las distintas clases se fueron introduciendo en el discurso y aportaron a la constitución de las naciones.

En el plano literario y ensayístico, en particular, en el ensayo latinoamericano, de los años 1920 – 1960, surgió una nueva búsqueda estética, un modo expresivo y político distinto que fue trazando acontecimientos, grupos, redes y obras individuales como las de Mariátegui, Arguedas, Estrada, Viñas, Rama. Se fue creando una tradición propia que multiplicó las posibilidades y entrecruzamientos que comenzó a funcionar como una tendencia definida, como una tradición disponible. El ensayo aparecería, así como un género de batalla, de uso y apropiación de formas y lenguajes diversos que fueron configurando el ser de una identidad nacional, latinoamericana.

En el ensayismo de los años 20 y 30 apareció como una nueva interpretación, como un ámbito de intervención y de construcción de una realidad nacional. Mariátegui intentó forjar una literatura capaz de registrar lo contemporáneo leyendo la tradición. En este sentido también pensó y escribió Arguedas, rescatando la riqueza originaria, creando una literatura donde confluyen las diferentes lenguas, cristalizando un proceso de transculturación. La recuperación del mundo incaico, de la lengua tupí, de la gauchesca rioplatense; de un mundo, un linaje y un pasado común latinoamericano ponen en tensión la dicotomía “civilización y barbarie”, entendiendolas ya no como prácticas dicotómicas, escindidas y personificadas en distintos sujetos históricos.

La complejidad, la riqueza y la variedad del proceso histórico cultural de Latinoamérica ha atravesado tanto un proceso de homogeneización, como de atomización y fragmentación de la mano del desarrollo y expansión del capitalismo, alentando la departamentalización y burocratización del conocimiento. Sin embargo, esto no impidió que se fuera creando una visión de conjunto, que no se presentó como la sumatoria de unidades político-geográficas, sino como una concepción cultural vinculada a un proyecto de patria grande, que implicó una visión de la cultura latinoamericana como una actividad del hombre viviendo en sociedad. Una visión que asume a Latinoamérica como un cuerpo vivo de tensiones y luchas que configuran una identidad cultural particular. Una identidad que se va constituyendo en sus contradicciones, en un espacio de lucha ideológica, cultural y social.

Como señaló el uruguayo Ángel Rama en La ciudad letrada, los comportamientos intelectuales de la modernización, ese “esfuerzo de clarificación, racionalización y sistematización que la misma experiencia colonizadora iba imponiendo, respondiendo ya no a modelos reales, conocidos y vividos, sino a modelos ideales concebidos por la inteligencia, los cuales concluyeron imponiéndose pareja y rutinariamente a la medida de la vastedad de la empresa, de su concepción organizativa sistemática” dieron lugar también al ejercicio de una escritura como arma contra la arbitrariedad y la mistificación de los poderosos. El trabajo de Rama, referido a la mecánica letrada y la construcción histórica de la cultura de América, permite rastrear el recorrido de una razón ordenadora en estrecha vinculación a una mecánica no solamente militar que, como poleas de transmisión del orden imperial, enfrentaban a la polis civilizada contra la barbarie de los no urbanizados. “La traslación del orden social a una realidad física, en el caso de la fundación de las ciudades, implicaba el previo diseño urbanístico mediante los lenguajes simbólicos de la cultura sujetos a una concepción racional”. Lenguajes que, al mismo tiempo, ayudarían a traducir una jerarquía social. En esas ciudades y en las sociedades que las habitarán se fue conformando una ciudad letrada en relación y contradicción a la sociedad real “que componía el anillo protector del poder, ejecutor de las órdenes de la metrópoli: una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales que manejaban la pluma y estaban estrechamente asociados a las funciones del poder”.

Así también, el neobarroco y las poéticas neobarrocas de fines del siglo XIX y principios de los XX de las cuales nos hablan Sarduy y Perlongher, se lanzaron a reivindicar y reapropiarse del modernismo, de recuperar otros discursos, otras narrativas. En palabras de Sarduy, “reflejando estructuralmente la inarmonía, la ruptura de la homogeneidad, del logos en tanto que absoluto. Logos que no ha organizado sino una pantalla que esconde la carencia. El neobarroco se presenta como reflejo necesariamente pulverizado de un saber que sabe que ya no está apaciblemente cerrado sobre sí mismo, como arte del destronamiento y la discusión”. Hoy, en un mundo que busca imponer un discurso único, de posverdades dogmáticas y delirantes que, como las viejas tendencias filosóficas moderadas de la Ilustración, preocupadas por salvar viejas representaciones religiosas, se expresan en las tendencias científicas e intelectuales ocupadas en socorrer y disfrazar ciertas posturas políticas y económicas que en el fondo tienen como único objetivo seguir acumulando riqueza y poder, oprimiendo, secuestrando y ocultando las realidades de los pueblos latinoamericanos, sometidos históricamente a la barbarie capitalista, bajo las ambiciones más mezquinas del ser humano.

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