Lo materno y el abismo

Por Maria del Monte

mariadelmonte.ancap@gamail.com

A Susana Trimarco, Estela de Carloto, y a toda las mujeres que guerrean por más fraterno y menos egoísta.

“El amor sigue en brete y el camino a machete.”

“Cuando escriban la vida los buenos, al final vencedores, se sabrá que no usamos veneno como aroma de flores.” Silvio Rodríguez.

Mujeres, madres, abuelas, hermanas, que luchan entrañablemente por más justo y menos tirano.

Que transformaron sus luchas personales en colectivas, gritando a los cuatro vientos las injusticias, sumando así a toda la sociedad que busca verdad e igualdad.

Valientes, rebeldes y osadas cantan esperanzas, llevan en las entrañas el dolor y en las vísceras el amor maternal y puro hacía el prójimo.

Derraman luz en los senderos oscuros sembrados  de mentira y odio, abren caminos espinosos, cruzan valientemente los sombríos abismos para llegar al albor de la justicia, siempre huidiza.

Surgen refulgentes llevando como bandera la incansable búsqueda de la verdad y la devoción por no permitir que se vuelva a cometer las atrocidades de las que fueron víctimas sus seres queridos.

Madres combativas fueron paridas por sus hijas, porque a través del dolor de sus desapariciones, nacieron estas nuevas mujeres bellamente aguerridas que luchan y luchan incansablemente con una entereza implacable.

Los opresores quisieron y quieren acallarlas, imponiendo el miedo, ustedes hechas del más bello amor no se detuvieron ni se detendrán, continúan su lucha y vuelan entre la tristeza, el dolor, la pasión y la entereza que produce el apego materno y el vacio del arrebato. Amor humano, amor maternal, amor que se despliega en sus alas de mariposas insurrectas con las cuales abrazan a los que sufren las miserias que el mundo tirano, con frecuencia, ofrece.

Mujeres, madres, abuelas, hermanas, ejemplos de supervivencia. La vida las puso en este trance difícil e inimaginable, mártires de la esperanza, “rosas blindadas”  que con su lucha demuestran que sólo se pierden las batallas cuando se abandonan.

Mujeres, madres, abuelas, hermanas, guerreras, mi cuerpo de mujer compañera, del abismo y del amor, traspasa todo tiempo y espacio para fundirme en un eterno dulce abrazo. Mis pulsos, mi guerrear diario y mi amor de mujer- madre universal se une en un puente infinito que nos alimenta  en la lucha por llevar un poco de paz y justicia al mundo.

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