Por Diego Ferraro.
Mauro Mayor, responsable de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) de zona sur y militante del Partido Obrero, mantiene vivo el recuerdo de Mariano Ferreyra al cumplirse cuatro años de su asesinato. Un repaso sobre el joven militante, desde los ojos de un compañero de militancia.
El cielo del mediodía del sábado 18 de octubre parece saber que no es un día feliz. Con la noticia de la aparición del cuerpo de Luciano Arruga aún fresca, voy al encuentro de Mauro Mayor, militante que compartió un año de lucha codo a codo con Mariano Ferreyra. La Plaza Alsina, en el centro de la ciudad de Avellaneda, empieza a vestirse de rojo. El Partido Obrero de la misma ciudad organizó un festival que incluyó bandas en vivo y diversas actividades, para recordar al militante asesinado el 20 de octubre de 2010, en las calles de Barracas, tras la agresión a mano armada de la patota sindical de la Unión Ferroviaria comandada por José Pedraza.
Mauro está en el lugar a la hora pactada. Mira, observa, organiza, no quiere detalles librados al azar para la realización del festival. Pide a un compañero que se haga cargo unos instantes de la organización del evento, para brindarme cordialmente la nota. Entonces, empieza a recordar cómo, cuándo y donde empezó su relación con Mariano Ferreyra. “Empecé a militar en 2009, luego de las elecciones legislativas en las que aquí en la Provincia de Buenos Aires, De Narvaéz había derrotado a Néstor Kirchner. Yo estudiaba cursaba en el CBC de Avellaneda, y lo había visto en las tradicionales pasadas por curso, pero aún no tenía contacto con él. Al empezar el segundo cuatrimestre de aquel año, me acerqué por una campaña de la FUBA, y luego fui a reunión del partido. Los compañeros me invitaron a comer a la casa de otro de ellos. Era la casa de Mariano”.
La relación comenzaba, y si bien no sería larga, por aquella bala que interrumpió la vida de Mariano, se generó rápidamente un lazo entre ambos. “Él fue muy importante a la hora de tomar la decisión de militar en el Partido Obrero, porque yo debatía con otros partidos de izquierda que estaban presentes en el CBC”.
La charla continúa, cronológicamente. Un instante de silencio entre tema y tema del “ejército rojo”, banda de percusión del partido organizador, que abre el festival. Mauro nunca deja de mirar hacia el escenario, pese a haber delegado un instante la responsabilidad, y su teléfono parece que nunca va a dejar de sonar. Pero nunca interrumpe la entrevista. “Él era un tipo que transmitía serenidad y su visión política frente a las cosas, con muchísima facilidad. Transmitía ganas, siempre estaba impulsando a leer y a instruirse a los compañeros”. Un dejo melancólico invade la entrevista: “Mariano tenía 23 años cuando lo mataron y era responsable de Avellaneda. Yo tengo 23 años, y soy responsable de Avellaneda”, reflexiona en voz alta. La marca que en el dejó no es menor, porque aún al día de hoy pone en práctica formas de manejo que de Mariano heredó. Y retoma la descripción de su personalidad:” Tenía una formación inusual para su edad, había comenzado a militar a los 15 años, y al momento de su asesinato ya había militado barrios, terciarios, CBC, gráficos…estaba militando ferroviarios cuando lo mataron. Tenía una gran experiencia para su edad”.
La entrevista llega al día clave. Hablar de aquel 20 de octubre de 2010 no ha de ser sencillo para nadie, y menos aún si se trata de un compañero militancia y amigo personal. Pero es tan incómodo como inevitable. “La lucha ferroviaria era en aquel entonces nuestra gran lucha. Ese día, ya llevábamos más de un año reclamando contra la tercerización y la precarización laboral de los trabajadores ferroviarios. Aquel día, sentimos el odio del régimen, no solo en el ataque físico que sufrimos en Barracas, sino también en lo posterior, cuando el mensaje del gobierno fue ‘son los que vienen con palos y piedras a pudrir las movilizaciones’ “. Mauro cuenta que, pese al dolor y la conmoción que sintieron por el asesinato de su compañero, no hubo tiempo que perder y las movilizaciones y manifestaciones no se hicieron esperar. “Ese mismo día, nos movilizamos a la Unión Ferroviaria, al otro día a la Plaza de Mayo, hicimos un acto en el cementerio…esa fue nuestra venganza, redoblar la lucha, hacer que todo el mundo sepa quién fue Mariano Ferreyra. Él hubiera hecho lo mismo si hubiesen matado a otro compañero”.
Luego de casi tres años, el 19 de Abril de 2013, José Pedraza fue condenado a 18 años de prisión señalado como responsable directo de la patota que llevó adelante la agresión a los manifestantes que estaban junto a las vías del ex ferrocarril Roca, y que no sólo terminó con la vida del militante del Partido Obrero, sino que hubo varios heridos, entre ellos la militante Elsa Rodríguez, que recibió un disparo en la cabeza. Si bien la sentencia a Pedraza marca un antecedente al ser condenado un sindicalista como responsable, la condena no fue la esperada. “El Estado no puede juzgarse a sí mismo. Están implicados la Secretaría de Transporte, el Ministerio de Trabajo, la policía…nos dicen que a Pedraza no le convenía un muerto. ¿Y a quién le conviene un muerto? Hay contradicciones en el fallo. Pero es la primera vez que un funcionario como Pedraza termina tras las rejas. Hoy, la burocracia sindical es mala palabra, y que la propia hija de Pedraza declare que le daba vergüenza salir a la calle porque le gritaban que su padre es un asesino, es una muestra del impacto que generó el caso en la sociedad”.
El presente en las calles de la ciudad de Avellaneda, muestra afiches con diversos actos. Los que organizan sus compañeros y militantes del Partido Obrero, y en paralelo, los que organiza la propia municipalidad de Avellaneda, comandada por el intendente kirchnerista Jorge Ferraresi. Es imposible no preguntarle al entrevistado por las sensaciones que le producen estos actos organizados por el propio municipio, cuando funcionarios del gobierno kirchnerista estuvieron implicados en la causa. “A uno lo indigna la hipocresía. El gobierno necesita dar vuelta las cosas y hace esta apropiación. Los verdugos suelen tratar de cooptar a sus propias víctimas. Lenin decía que la burguesía ataca a los revolucionarios en vida y los enaltece en la muerte, vaciando de contenido su vida política. Por eso, nuestro desafío es explicar y contarle a cada una de las personas quién fue, por qué luchaba y qué significa para nosotros Mariano Ferreyra.”
Llegamos al fin de la entrevista, cuando Mauro cuenta cuál es el desafío presente y futuro tanto de él como de sus compañeros de militancia. Entonces, vuelve a meterse en la organización del festival, y yo me voy cruzando la plaza en busca del colectivo. Y me quedo pensando, que hace tan pocas horas el cuerpo de Luciano Arruga apareció y al menos descansa en paz, y que allá arriba, quizás Luciano y Mariano se estrecharon la mano y se contaron que sus muertes no tienen relación directa pero si un factor común, que es un Estado que no hizo lo posible por esclarecer sus asesinatos. Y mientras sigo cruzando la plaza, los comentarios de los presentes nombran a ambos todo el tiempo. Seguro se sentaron a mirar el festival en una nube, felices que una parte de la sociedad nunca los olvidó, y que siempre van a levantar sus banderas, junto a los tantos otros desaparecidos y asesinados en democracia.
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