Durante los meses de octubre y noviembre del corriente año se lleva a cabo el CENPEE (Censo Nacional del Personal de Establecimientos Educativos). La noticia, como viene ocurriendo cada decenio desde que se realiza, pasará prácticamente inadvertida para la mayoría de la población aunque sea un suceso importante para el presente y el porvenir de la sociedad toda. Por Vicente Pincén vicentepincen.ancap@gmail.comLamentablemente los datos que arroja esta medición tienen escasa cabida en los medios y, por ende, poca circulación entre las personas a las que, de una u otra manera, afectan.
Decimos que estos datos afectan aciertas personas pero en realidad inciden en la totalidad de los individuos que, por elección o por imposición, formamos parte de este “bendito” país; ya que gracias a la escolarización obligatoria de los menores de dieciocho años y las sanciones a quienes de hecho la resisten, atraviesan y comprometen a las generaciones presentes y a las del porvenir.
¿Cómo inciden estos datos en las vidas de todos nosotros?
En primer lugar porque de ellos se deducen los presupuestos que los gobiernos otorgan a las carteras de educación. O sea, de allí se evalúa la cantidad de dinero de nuestros impuestos que se destinarán para el pago de salarios, edificios, comedores, servicios de transporte, equipamiento de bibliotecas, salas de informática, laboratorios y otras cuestiones esenciales para el indispensable funcionamiento de los establecimientos educativos estatales (siempre y cuando estos cuenten con maestros y/o profesores, edificios, comedores, etc.), pero también para el sostenimiento del formidable aparato burocrático con que fiscalizan el “buen” funcionamiento del sistema educativo, para los subsidios a las escuelas privadas, para el abono de sueldos de los docentes de las mismas y para la parte del león que le corresponde a los “expertos” que manejan todo el entramado.
El personal de establecimientos educativos debe llenar, para cumplir con el censo, una cédula que pretende ser un informe sobre el perfil socio-económico-ideológico de cada trabajador de la educación. Esto podría ser utilizado por la dirigencia de un hipotético estado totalitario que pretenda ejercer control e influencia a través del adoctrinamiento y la selección de los gestores de su política educativa.
Por último, y mientras esperamos los resultados, diremos que el conocimiento masivo de la información que arroje el CENPEE también podría influir de manera positiva en nuestras vidas si por medio de su análisis se establecieran acciones tendientes a favorecer el intercambio libre de saberes.
Por lo pronto seguiremos en nuestra pasiva resignación, viendo como el futuro de nuestra sociedad se manipula en probetas llamadas aulas.
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