DUELO DE EXTREMOS

La liga italiana cuenta con una rivalidad entre instituciones futbolísticas que nada tiene que ver con lo deportivo. Dos entidades enfrentadas a niveles extremos por las distintas ideologías de sus hinchas. El fascismo en una tribuna, el comunismo en la vereda de enfrente. ANCAP te cuenta una rivalidad muy especial. Por Diego Ferraro diegoferraro.ancap@gmail.comPocas razones hay desde el plano meramente deportivo para hablar de rivalidad deportiva entre estas dos instituciones. La Societá Sportiva Lazio (mas popularmente conocida como La Lazio), es uno de los clubes de mayor importancia de la Serie A italiana. Si bien no es una de las instituciones denominadas “grandes”, es un club importante por el mero hecho de ser una de las entidades de la capital; con dos títulos de liga en su haber y seis copas de Italia, la institución celeste es una de las de mayor renombre de la competitiva liga italiana. En la vereda de enfrente, la Asoziazione Sportiva Livorno, un pequeño club de la región Toscana, en el noroeste italiano, que tiene como mayores logros dos lejanos subcampeonatos de Liga, allá por 1920 y 1942.

La distancia geográfica tampoco ayuda a entender las razones que hacen de este un partido con una irreconciliable rivalidad; los 254 kilómetros que separan a la urbe romana de la ciudad portuaria de Livorno impiden hablar de un derbi regional. Entonces, ¿Dónde radica semejante rivalidad entre dos instituciones tan dispares? La respuesta está en la tribuna: en la ideología de sus ultras (lo que por nuestro suelo se conoce como la barrabrava). Estos están identificados con ideas políticas que son el extremo opuesto de su rival. Hagamos un poco de historia, y veamos los porqués de la identificación de los hinchas de cada institución con estas creencias políticas.

Lazio fue fundada en el año 1900; los colores de su camiseta (un predominante celeste con algún ribete blanco) están emparentados a la bandera griega, como símbolo del olimpismo, pero el detalle más importante es el águila que porta en su escudo: esta habla de una simpatía con el antiguo imperio romano y es una antigua tradición de las fuerzas militares. Pero el personaje central de esta historia, que al día de hoy sus ultras veneran y en su figura reposan su tinte fascista, es ni más ni menos que Benito Mussolini. Il Duce no era devoto en absoluto del fútbol, pero rendido ante la popularidad de este deporte, vio en él una forma de captación y de dominación de las masas. Para 1929, aportó 1000 liras (moneda italiana de la época) y se asoció al club lacial, que por aquel entonces era el representante de las clases acomodadas de la capital (la A.S.Roma, el otro club de la ciudad, era el elegido de la mayoría de los trabajadores). Desde aquel entonces, los seguidores más fanáticos del club, también se identificaron con la ideología política de Mussolini; ideas racistas y antisemitas se hicieron presentes para permanecer en la historia en la grada norte del estadio Olímpico de Roma.

Livorno, por su parte, fue fundado en 1904. En un ámbito de obreros portuarios y más reducido que el elenco capitalino, fue representativo de una ciudad eminentemente trabajadora. En 1921, un hecho marcaría para siempre a la ciudad, y este atravesaría también la historia del club toscano: la ciudad veía el nacimiento del Partido Comunista Italiano. El ambiente en Livorno, al día de la fecha, sigue teñido de rojo en las calles. Y la situación es aún más pronunciada que en la tribuna de Lazio, ya que en este caso, no solo los ultras profesan esta idea política, sino también la mayoría de los hinchas. Las partes están presentadas. El duelo no es futbolístico, es ideológico. La guerra entre ambas parcialidades está declarada.

 

 

Indagando un poco en las características y particularidades de los seguidores de cada institución se entiende por qué la rivalidad es tan fuerte. Los ultras de la Lazio son conocidos como los Irriducibili (en español, los irreducibles), y este grupo está compuesto por más de 5.000 miembros. Se definen a sí mismos como fascistas, nacionalistas, antisemitas y racistas. Se puede ver habitualmente entre las banderas flameando esvásticas o la cara de Mussolini. No sólo profesan sus ideas y son agresivos con las instituciones que no están de acuerdo con su pensar, sino que también son severos con sus propios jugadores, si estos no reúnen las condiciones ideológicas para defender la camiseta biancocelestti; por ejemplo, en 1992, el holandés Aaron Winter fue el primer jugador de tez negra en la historia del club. Azotado y amenazado desde su llegada a Roma, quiso conquistar el amor de este grupo arrojando su camiseta a la tribuna junto a sus compañeros una vez finalizado un derbi capitalino frente a la A.S.Roma. La respuesta de los irriducibili fue tajante. Aceptaron todas las camisetas, menos la de Winter, la cual volvieron a arrojar al campo. En la temporada 1998/99, nuevamente frente a su rival de ciudad, lucieron una ofensiva bandera que rezaba “»Auschwitz es vuestra patria; los hornos, vuestras casas», en alusión a la gran cantidad de hebreos y negros

"Klose con Nosotros" versa la bandera.
«Klose con Nosotros» versa la bandera.

que son hinchas de la Roma. Su última gran aparición con banderas fue en 2012, cuando la institución contratara al artillero alemán Miroslav Klose. Se pudo ver en la curva norte una pancarta que decía “Klose mit uns” (Klose con nosotros), en referencia al slogan militar que los nazis utilizaban: “Dios con nosotros”. El mismo delantero alemán repudio el hecho, y con sus goles reconquistó el perdón de los ultras.

La contracara se da en las gradas del Livorno. Hinchas que dicen profesar el marxismo-leninismo como ideología política. Se puede ver habitualmente en los recibimientos al equipo, mosaicos hechos con cartulinas que forman la hoz y el martillo, tradicional emblema del comunismo. Banderas flameando de Lenin, Stalin, Mao, Ernesto “Che” Guevara o de la ya desaparecida Unión Soviética, le dan color al estadio Armando Pirchi. El mismo, casualmente, fue construido en 1935 en la campaña por el fomento del deporte que llevaba adelante Benito Mussolini y, hasta en primera instancia, fue bautizado con el nombre de su hija: Edda Ciano. Con el Partido Comunista proscripto y el líder fascista como socio del club capitalino, la rivalidad en el tiempo era ciertamente inevitable. En todas las épocas, la gente que concurre asiduamente a ver al equipo amaranto (apodado así por el color de su camiseta, que es entre bordo y amarronada) ha debido hacer todo tipo de maniobras para ingresar sus pancartas a los estadios, debido a que la policía no quiere consignas que hagan alusión a la ideología comunista. Los ultras de la institución toscana se organizaron en 1999 y se hacen llamar Brigadas Autónomas Livornesas (BAL). Su ingenio para llevar a la tribuna sus consignas dejan anécdotas como cuando, ingresando con letras separadas en cada pancarta, la policía los hizo formar la frase que estos carteles profesaban; el mismo, unido, decía VIVA POSTALINO! Cuando el policía pregunto qué significaba, los miembros de las BAL le contaron que Postalino era un miembro muy querido de ellos, que por nada se perdía un encuentro de Livorno, y que recientemente había fallecido. Comprendiendo la situación, los dejaron ingresar. Pero una vez situados en la tribuna, decidieron eliminar algunas letras, con lo cual la nueva versión de la pancarta decía VIVA STALIN! En 2013, se dejó ver una bandera con la leyenda “Hasta siempre, Chávez”.

 

Los jugadores más representativos de cada institución también están identificados políticamente, y no exentos de ello, juegan un papel muy preponderante. Paolo Di Canio, no

Paolo DI Canio, emblema de Lazio
Paolo DI Canio, emblema de Lazio

solo fue un delantero que vistió en tres diferentes etapas la camiseta de Lazio, sino que tal es su compromiso que llegó hasta a ser fundador y parte activa de los irriducibili desde 1987, aun siendo jugador profesional; festejó varios goles con el brazo derecho extendido de cara a la tribuna, siendo este el típico saludo del régimen fascista; además tiene tatuado en su brazo derecho “DVX” (duce, en italiano). Ídolo indiscutido de la parcialidad celeste, es un personaje reprobado dentro del ambiente deportivo italiano.

Como contracara, el ídolo moderno del Livorno es Christiano Lucarelli. Nacido en la

Cristiano Lucarelli
Christiano Lucarelli

ciudad e hincha de la institución desde pequeño, peregrinó por varios clubes de su país y hasta pasó fugazmente por el Valencia de España, antes de recalar en el año 2003 en el club de sus amores. Con la 99 en la espalda (en homenaje al año de fundación de las BAL) y la imagen del “Che” tatuada junto al escudo del club, aparece como el opuesto total de Paolo Di Canio. Lucarelli es militante del Partido Comunista y celebró sus 102 goles en el club con su puño izquierdo en alto. Siempre contando abiertamente sus ideas, en 1997 tuvo su oportunidad en la selección italiana. Llamativamente, no fue convocado nunca más luego de celebrar un gol con la nazionale mostrando una remera con la cara del “Che” Guevara. Tan importante es la imagen de Lucarelli en la ciudad, que en 2005 el alcalde de Livorno organizó el encuentro del delantero con la hija del revolucionario rosarino, Aleida Guevara.

 

Los enfrentamientos entre “irreducibili” y las BAL se dan asiduamente, más allá de que los clubes no jueguen entre sí, como en la actualidad, que ni siquiera militan en la misma categoría. Los viajes de estos grupos a ciudades cercanas a la que se encuentra su rival son examinadas con muchísima minuciosidad por las autoridades italianas. El último cruce de relevancia fue en 2005, cuando miembros de las BAL accionaron el freno de mano del tren que los llevaba de vuelta a su ciudad, al pasar por Roma y ver grupos de hinchas de Lazio, dejando una gran cantidad de heridos. En los partidos entre sí, ambas parcialidades entonan cantos identificatorios de su ideología política, y no relacionadas a cuestiones deportivas. Mientras los capitalinos entonan como grito sagrado “boia chi molla” (“verdugo el que abandone la lucha”, frase de Mussolini), los toscanos cantan a viva voz “bella ciao” o “bandeira rosa”, típicos cantos revolucionarios italianos.

 

La realidad deportiva de ambos es desde siempre muy dispar. Livorno ha pasado más tiempo en las categorías de ascenso que en la elite del futbol italiano, y los enfrentamientos entre si han sido mayoritariamente para Lazio. El presente encuentra a ambos en posiciones muy distintas: mientras Lazio pelea por conquistar el segundo puesto de la Serie A, en este momento en manos de su acérrimo de rival de la ciudad, Roma, Livorno hace un último esfuerzo por ascender a la máxima categoría. Aunque de no hacerlo, no significa que no se vayan a ver las caras. La pelota es simplemente una excusa para darle pie a un enfrentamiento ideológico, que nació en las entrañas de una antigua Italia, pero que trasciende los tiempos y los gobiernos. Una pelota de por medio, dos mitades de una cancha, que se convierten en un duelo de extremos.

 

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