Mucho se conoce sobre la vida y obra de Ernesto Che Guevara como militante político y sobre sus andanzas por el continente. Lo que es poco sabido es sobre su primer viaje como “aventurero”. Aquí intentaremos recordar ese viaje por el norte argentino arriba de su bicicleta.
Por Juan Meza
El 14 de junio se cumplirá un nuevo natalicio de Ernesto CHE Guevara, que si viviera cumpliría sus primeros y únicos 87 años. Algunos otros dirán que esa fecha pasó y fue el 14 de mayo. Esta dicotomía en la fecha de su nacimiento se debe a que para algunos Ernesto nació “sietemesino” (así se denominaban a los niños que nacían, por aquel entonces, de una familia prematrimonial). Esto fue confirmado por Celia De La Serna, madre de Ernestito a Julia Constenla, una de las tantas biógrafas que tiene el revolucionario argento-cubano. La verdadera historia quedará en el seno de su familia y allí deberá permanecer, mientras que nosotros jugamos a saber si una u otra historia es la verdadera.
Independientemente del día exacto, la idea de esta publicación es recordar al personaje en cuestión y rememorar uno de los aspectos pocos conocidos, dentro de sus tantas facetas, la de ciclista
Si hablamos de diario de motocicleta automáticamente se nos viene a la mente la imagen de un joven Ernesto Guevara junto a su amigo Alberto Granados arriba de una motocicleta inglesa marca Norton de 500cc a la que apodaron “LA PODEROSA II”, o de la famosa película interpretada por Gael Garcia Bernal y Rodrigo De La Serna, dirigida por Walter Salles. Muchos creíamos y creen que ese viaje por el sur del continente fue el primero que Ernesto emprendió como “aventurero”, pero la historia, o lo que en realidad se conoce como historia popular, es errónea. El primer viaje que hizo este joven muchacho fue a bordo de su bicicleta recorriendo las provincias del norte de la Argentina.
El primero de enero de 1950 fue la fecha de salida (paradójicamente 9 años después entraría triunfante a La Habana) desde Buenos Aires. Su vehículo fue una bicicleta semi carrera a la que le adapto un motor marca “Cucciolo” para que lo ayude a lo largo de su recorrido que en un principio serian Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
Su itinerario tenía como primer confín esa noche llegar al menos a la localidad de Pilar, luego de eso, estaba seguro de que el resto del viaje lo cumpliría sin mayor inconveniente. De allí salió para la provincia de Santa Fe en la que se alojó unos cuantos días. Luego llegó a Córdoba. Aquí sucedió un hecho peculiar, tuvo un accidente de tránsito del cual salió ileso. Luego de ese percance se hizo amigo de un “linyera”, quien presencio el accidente, y convenció a Fuser de cortarse el pelo con él ya que pregonaba que era peluquero.
Su recorrido siguió por la localidad de Francisco del Chañar donde visito a su amigo Alberto Granados que trabajaba en el leprosorio de la ciudad. Al verlo este a su amigo ciclista con el pelo rapado a cero, automáticamente lo apodo “el pelao” apodo por el que lo conocían en Córdoba luego de aquella aventura.
Su epopeya siguió por las provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy. Retornando por San Juan, Mendoza y San Luis.
En Tucumán, le hicieron su primer entrevista y así lo reflejó en su diario que años más tarde su padre se encargó de transcribir en su libro “Mi hijo el Che”: “aquí se me hizo el primer reportaje de mi vida para un diario de Tucumán, y el autor fue un señor Santillán, quien me conoció en la primera parada que hice en la ciudad.”. La nota salió en el diario tucumano “Trópico” el 3 de febrero de 1950.
En Salta, hizo una breve práctica como médico asistente en el hospital de dicha ciudad (aún era estudiante de medicina). Las apreciaciones que se hacen de su paso por el norte argentino son todas muy similares y muestran la sensibilidad con la que ya contaba para sentir las injusticias y ayudar al más necesitado. Esto no solo es una lectura subjetiva de su personalidad o su vida sino que él mismo en su diario escribía lo siguiente: “Por lo menos no me nutro con las mismas formas que los turistas y me extraña ver en los mapas de propaganda de Jujuy, por ejemplo: el Altar de la Patria, la catedral donde se bendijo la enseña patria, la joya del púlpito y la milagrosa virgencita de Río Blanco y Pompeya. […] No, no se conoce así un pueblo, una forma y una interpretación de la vida, aquello es la lujosa cubierta, pero su alma está reflejada en los enfermos de los hospitales, los asilados en la comisaría o el peatón ansioso con quien se intima, mientras el Río Grande muestra su crecido cauce turbulento por debajo.”.
En total, “el pelao” recorrió a bordo de su bicicleta motorizada más de 4500 km a lo largo de 12 provincias argentinas atravesando sierras, valles, salinas, yungas y montañas escarpadas.
De regreso a su hogar en Buenos Aires, “este pequeño condottieri del siglo XX” envió al representante de la marca del motor que utilizó en su recorrido para que lo inspeccionara y esto salió publicado en la revista “El Grafico” de mayo de 1950.
Ernesto Guevara, más conocido como “Ernestito” por sus familiares, “el pelao” por sus amigos, “Fuser” por sus compañeros de rugby, “el argentino” por sus compañeros de viajes o simplemente el “Che” por todo el mundo, fue, es y será siempre recordado como un aventurero y personaje influyente del siglo XX. Desde este lado del mundo también lo recordamos como el pibe que una vez recorrió con su bicicleta unos cuantos kilómetros para palpar de cerca la realidad que alguna vez modificará.
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