Kilpatrick, en el célebre cuento de Jorge Luis Borges “Tema del traidor y el héroe”, era el cabecilla irlandés de la conspiración que fracasaba sistemáticamente hasta que se descubrió que él era el verdadero artífice de cada fracaso. Por temor a que cayera la conspiración, se gestó una versión alternativa de su deceso que inspirara al pueblo. La admiración que había despertado en el pueblo fue lo que motivó la exoneración del líder y su ficcionada “muerte heroica”. Por Juan manuel Lazzarino para Ancap.
En 2005, Marcelo Gallardo, ídolo millonario y único sobreviviente del equipo que conquistara la Copa Libertadores en 1996, inició su conspiración contra quien dirigía los destinos del equipo profesional de River Plate, Reinaldo Carlos Merlo. La sexagenaria figura prometía un espíritu amarrete y defensivo para un pueblo con paladar refinado. Los argumentos de Gallardo para la conspiración se edificaban sobre la idea de morir yendo al frente, de ser el dueño de la pelota y de ser siempre protagonista.
El vendaval interno que implicó la conspiración llegó al exterior por medio de los canales y diarios deportivos, que condenaron al “Muñeco”. Tiempo después, una bandera colocada en la tribuna rezaba: “Muñeco Gallardo, ortiva y golpista”. La asociación con el “incidente Merlo” fue inminente. Fue la muerte gestada. La verdadera causa fue que Gallardo se negó a abonar el canon que la barra le quiso cobrar en una visita al predio de Ezeiza.
Así, el volante partió en medio del agitado clima hacia el París Saint-Germain y volvió 2009 para jugar un año y retirarse en Nacional de Uruguay.
El River recién consagrado como campeón de la Copa Libertadores 2015, esta vez con el Muñeco en el banco de suplentes, es el fruto de aquella conspiración. Gallardo es diametralmente opuesto a aquel Merlo. Su equipo unifica el orden y la creatividad en un mismo esquema, va a la caza del rival y busca el protagonismo en cualquier escenario, aunque no descabelladamente. Su llegada era la menos pensada, ya que la oferta se le notificó cuando casi había acordado su contrato con Newells Old Boys, y debía asumir en la silla caliente que había dejado Ramón Díaz, saliente y campeón.
La Conspiración Gallardo llegó con el tiempo al poder, pero el heroico Muñeco técnico que levantó la Copa está erguido sobre la tumba del Muñeco jugador y traidor. Los Borrachos del Tablón, la barra brava de River, cuelga solo banderas con loas para Gallardo y Merlo pondera el juego de River. Porque para que haya un héroe siempre es necesario un traidor, aunque se encarnen en la misma persona.