«ME SENTÍA ATERRADA, TODAVÍA TENGO SENSACIÓN DE AHOGO Y DE NO ESTAR SEGURA»

Naico Brunet fue detenida en la Comisaria comuna 15, después de un largo paseo por otras comisarías en las cuales «no había cupos”. Tiene 28 años, tuvo que dejar de estudiar (literatura) para dedicarse al cuidado de sus tres hijxs. Y fue a la marcha a un año de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado, porque además de tener una memoria activa, sabe muy bien cuáles son sus convicciones, y lo importante que es no olvidar a los compañeros, lo importante de reclamar justicia. Y como ella dijo, «aunque sólo hablemos de mi detención la consigna no se pierde» Justicia por Santiago.

 

Por Gonzalo Clandestino para ANCAP

Su Testimonio nos da cuenta que las fuerzas de seguridad están desatadas, y las cacerías de los uniformados luego de un movilización popular, lejos de no estar presentes aparecen con más fuerza, y como una metodología del gobierno del alcalde Porteño, Rodríguez Larreta.

 

El día miércoles 1 de agosto, al finalizar el acto en  plaza de mayo (al que asistimos, e hicimos varias fotos y filmaciones) siendo aproximadamente las 19:30hs (creo, no recuerdo con certeza pero no era más tarde) con mi compañero (también detenido) decidimos retirarnos y tomar el subte hacía constitución para volver con tiempo a la plata. Cuándo nos íbamos vimos que de un lado de la plaza varías personas se encontraban haciendo malabares, tocando la guitarra alrededor de un fuego, y cantando. (Todo muy pacífico) Decidimos acercarnos, compramos algo para comer y nos terminamos quedando al rededor del fogón (hacía mucho frío) hasta aproximadamente las 21hs. En un momento y sin previo aviso se abren las puertas de las vallas y los policías que se encontraban dentro de casa rosada salen y nos obligan a retirarnos del lugar sin mediar palabra. Cuándo intentamos irnos hacía otro lado nos damos cuenta de que estamos literalmente rodeados y de que en todas las direcciones avanzan uniformados con cascos, escudos y armas. ante esa situación hay personas intenta correr asustadas, otras entre las que me incluyo nos acercamos y comenzamos a preguntarles por qué nos rodean, por qué avanzan hacia nosotros que, más allá del pequeño fuego encendido en la plaza, nadie nunca había tenido ninguna actitud violenta o delictiva, ante ésto comenzaron a insultarnos y a gritar que nos retiremos, finalmente decidimos hacerlo, pero en ese momento salieron motos(las que siempre usan en estos casos para darnos caza ) y comenzaron a seguirnos y rodearnos dejando apenas un caminito estrecho para correr. En ese momento veo cómo la policía tira al piso, de manera absolutamente violenta, a un joven (también detenido) al que no conocía y comienza a golpearlo y a insultarlo; en ese momento vuelvo corriendo, desesperada, para ayudarlo, empiezo a decirles que eso estaba mal, que lo lastimaban, que era un abuso, y que iba a filmar con mi teléfono lo que hacían con él. En ese mismo momento uno de los policías se acercó gritando insultos y diciendo que no se me ocurriera filmar la escena y amenazándome con el machete en alto todo el tiempo, empujándome. Retrocedo, y cuándo levanto la vista, una horda de policías armados venían corriendo hacía mi dirección. me rodearon, así que me quedé parada, inmóvil, con las manos en alto para que vieran que estaban vacías, las primeras filas pasaron de largo persiguiendo a los demás, pero en un momento una mujer policía pasa  a mi lado, y porque si! saca el machete y me golpea la pierna a la altura del muslo y sigue corriendo, el golpe y el dolor me hacen caer al suelo, cuándo logro levantarme, otra mujer policía grita a ésta ! acá! agarren a ésta! lo siguiente fue que aproximadamente diez personas, hombres y mujeres se me tiran encima y comienzan a golpearme las piernas, a patearme, retorcerme los brazos, insultarme e incluso pisarme la cabeza. Desesperada empiezo a preguntar ¿Por Qué?, que no había hecho nada, a lo que respondían con insultos, golpes y amenazas. Me ponen las manos en la espalda y las sujetan con un precinto que me lastima y termina cortando la circulación, mientras íbamos al camión «llévala al camión y tírala ahí» dijeron, una mujer policía de un lado, un hombre del otro comienzan a decirme que «algo habré hecho» que me calle la boca, que para que fui a esa protesta, que era una sucia, una negra de mierda, que me iban a quebrar los brazos e incluso a violarme, ésto último lo dijo el hombre. Jamás se identificaron. Me dejan dentro de un camión de detención sin darme explicación alguna de por qué estaba ahí ni a dónde me llevaban. Ya tenía las manos moradas así que me soltaron un poco el precinto y me dejaron ahí durante aproximadamente una hora, sin respuestas, junto con cinco personas entre las que se encontraba mi compañero que corrió la misma suerte que yo, por intentar ayudarme. En un momento traen a una chica con la cabeza abierta, ensangrentada, aterrada y casi inconsciente, también con precintos e insultos, la dejan en el camión, intentamos ayudarla a que no se desmaye y a parar la hemorragia con lo que teníamos ahí, pañuelitos d papel que resultaban inútiles, ella suplicaba un médico pero no llegó durante unos cuarenta minutos eternos y espantosos. Los insultos y amenazas de violación siguieron según me relataron otros detenidos, hasta que subió un oficial nos pidió los datos y nos leyó nuestros derechos(a los que no tuvimos acceso) delante de dos «testigos» que resultaron siendo también policías infiltrados. Nos trasladan, esposados y la mayoría heridos (menos la chica que finalmente fue trasladada al hospital) la única información fue que íbamos a «chacarita». Llegamos a una comisaría nos bajan sin poder ver ni hablar con nadie, y nos meten en calabazos individuales, semejantes a celdas de aislamiento, sin ventanas, con un colchón muy sucio y un inodoro. Padecí pánico, claustrofobia, frío extremo, pedí todo el tiempo una medicación que necesitaba por problemas respiratorios que me fue negada sistemáticamente durante todo el periodo que estuve detenida.

 

La información que nos daban era casi nula, y tampoco nos informaban sobre los demás detenidos. Viví un terror extremo y padecí mucha violencia psicológica casi en todo momento. No nos dejaban dormir por mucho tiempo, eso ayudó mucho a sentirme quebrada emocional y psicológicamente. Al otro día después de todas esas horas eternas, angustiantes y desesperantes, siendo aproximadamente las dos de la tarde nos trasladan a la fiscalía, esposados, demacrados, doloridos, se notaba en nuestras caras. Nos alegró mucho volvernos a ver, en ese momento también me di cuenta de lo golpeados que estaban los demás. Nunca dejaron que estuviéramos en contacto con ningún familiar. Al llegar a la fiscalía los defensores (seres increíbles que nos salvaron) enseguida ordenaron que nos saquen las esposas, nos dieron agua, galletitas, que comimos entre todos hasta dejar migas (jaja). Nos asistieron y tranquilizaron, incluso yo pude ir al baño cosa que no pude hacer en la celda ya que policías hombres me vigilaban y estaban constantemente fuera de mi puerta. También pudimos  abrazar a nuestros familiares y tomar algo caliente. En todo ese lapso y aunque los defensores se hicieron cargo tanto de nosotros como de la situación nos siguieron esposando y llevando aunque hubiera que subir o bajar un solo piso.  Ahí nos leyeron la causa infame en la que nos imputaron con mentiras, acusaciones falsas,  para justificar una detención arbitraria. Cuando salí de ahí estaba eufórica de respirar aire puro, de poder bañarme, dormir en una cama de verdad y abrazar a mis hijes. Pero realmente me sentía aterrada, todavía tengo sensación de ahogo, y de no estar segura.  Después me enteré de cómo a familiares, amigos y organizaciones les negaron información sobre nuestro paradero, y sobre todo por la violencia extrema y la impunidad con la que se manejan las fuerzas de «seguridad»,  que puede golpearte, insultarte y encerrarte en un calabozo durante horas y hasta armarte una causa penal,  por el simple hecho de manifestarte o tener determinadas convicciones e ideales.

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