Por Federico Firpo para ANCAP
“Nace un nuevo sol de América del Sur, un sueño está llegando, vientos libres y de cambio, es la paz que va a parir nuestro porvenir… Algo está por pasar, algo está por venir…” nos decía Capusotto dibujando uno de sus caricaturescos tipos ideales, mientras un tren se lo llevaba puesto de frente al cantar. No muy distinta es la figura que este artista nos describe si la comparamos con la actualidad de nuestra región.
Lejos quedó la Unasur y la América Latina de Patria Grande, ¡qué lejos estamos! Ni allí ni acá podemos hablar de Justicia Social. Salud, educación y vivienda bien supieron ser lemas y estandartes, hoy, a la inversa, nuestras fronteras al acecho contra el hambre. Más allá de los márgenes ideológicos que suponen separar a neoliberales de quienes se dicen revolucionarios, tenemos que, por ejemplo, tanto en Argentina como en Venezuela, reinan la desigualdad y la pobreza. Castas burocráticas militares, por un lado, grupos del Alto Empresariado, por el otro, y la falta de un actor social empoderado para las clases trabajadoras, en lo que implica el cese de convenios colectivos, pasando a ser moneda corriente la inflación por encima de los sueldos y, por lógica, que apenas alcance para sobrevivir con lo justo en ambas naciones.
Hipocresías de una relativa democracia, nos ponen a mano un continente dividido, posando en las últimas horas sensibilidades de todo tipo, teniendo como eje los suelos que vieran nacer al Libertador Simón Bolívar. A raíz de la interrupción por parte de un grupo de las Fuerzas Armadas, sublevándose en medio de una insurrección que busca desconocer la legitimidad del Presidente, Nicolás Maduro, en adición cuasi simultánea con la aparición de un líder político de oposición (Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional Venezolana {algo así como el Congreso para los argentinos}) autoproclamándose, con fecha del 23 de enero de 2019, como Presidente Interino de la República Bolivariana de Venezuela, lo primero que nos surge pensar, inevitablemente, es la comparación con similares sucesos, allá por el año 2002. En aquel entonces, secuestro de por medio, se pretendió, fallÍdamente, quitar de raíz (tumbar) la presidencia de Hugo Chávez. El pueblo salió a las calles en defensa de su líder. “Los secuestradores” no encontraron mayor opción que devolverle a la patria su abanderado.
La realidad es otra en los horizontes del primer cuarto de Siglo XXI, la Venezuela de hoy, ya no es la de ayer. Los órdenes ideológicos se han desordenado al punto qué, podemos decir, el chavismo ya no es lo que era. El apoyo del pueblo ni siquiera es el mismo. De ello, clara cuenta nos deja la juventud en el exilio, actor fundamental de todo proceso revolucionario. Y a pesar del triunfo último en las elecciones presidenciales, el clamor popular nos deja la imagen de un líder celebrando prácticamente desolado y en solitario. Todo lo cual, no debe sacarnos del ojo el siempre abrumador peso de la gallina del Norte y el petróleo como consigna, haciendo agua en las bocas de los babosos imperialistas, presentándosenos al igual que siempre y a lo largo de la Historia, con cuchillo y tenedor, a la espera del disfrute de toda desgracia ajena. Cambiamos nosotros, los buitres nunca.
Nada más lejano, según nuestra propia mirada, a la postura histórica de las Derechas reaccionarias, hoy “nuevamente” insurgentes, en medio de un contexto sudamericano, a las claras, subordinado según las órdenes de intereses imperialistas foráneos (por no decir estadounidenses). Por otro lado, tampoco podemos dejar de advertir la preponderancia de un nuevo elemento en el raid del componente social de la protesta venezolana, más precisamente, las clases populares en las calles, contra el régimen chavista liderado hoy por su Presidente, Nicolás Maduro. La búsqueda constante por el aislamiento a Venezuela, de cara al mundo, es tal. Pero, asimismo, negar no podemos en lo concreto el hecho que se hayan resentido las relaciones internas más allá de, las abominables y ya conocidas por nosotros, ordenes de tinte geopolítico internacional.