Por Redacción ANCAP
Fotos Pi Chón
Ayer las calles de la Ciudad de Buenos Aires como cada 3 de junio, desde hace cinco años, volvió a rugir con un grito: ¡Ni una menos! Y es que el colectivo de mujeres, que es quizás el que quedará como símbolo de una revolución en el siglo XXI, nuevamente se apoderó de la escena en la capital del país, como así también en todas las ciudades, para volver a ser voz de aquellas que ya no la tienen producto de la violencia machista.
En nuestro país en 11 años hubo 2952 femicidios y femicidios vinculados de mujeres y niños, según un trabajo realizado por el Observatorio de Femicidios en la Argentina Adriana Marisel Zambrano, y difundido por La Casa del Encuentro. Además, en el mismo período se registraron 303 femicidios y femicidios vinculados de hombres y niños. Esto es un flagelo que no se detiene a pesar del tiempo y de la lucha activa y visible que se está aplicando. Según la Oficina de la Mujer, que depende de la Corte Suprema de la Nación (CSJ), en el 2018 la justicia registró un total de 278 casos de víctimas letales por violencia de género, de las cuales 233 fueron directas -se incluyen travesticidios y transfemicidios- y 23 femicidios vinculados. Lo que mantiene la escalofriante estadística de un femicidio cada 32 horas.
Las causas de estos hechos claramente están vinculados a la estructura machista y patriarcal de la sociedad. Este mismo informe de la CSJ el 83% de las victimas tenía vinculo previos con los femicidas. El 56% de estos eran parejas o ex parejas de las víctimas, el 15% familiares y el 12% personas con otro tipo de vínculos. Las principales víctimas directas de femicidios fueron mujeres jóvenes, de entre 25 y 34 años, el 25%. Luego le sigue el grupo de entre 35 y 44 años, un 19%; y, en tercer lugar, las de 45 y 59 años. Asimismo, se registró que el principal escenario del delito se produjo en el hogar (66%); en espacios públicos (19%), en otras viviendas (9%) y el resto, en otros espacios (6%). El estudio también identificó a 202 niñas, niños y adolescentes que se encontraban al cuidado de las víctimas de femicidios.
Desde el Colectivo Ni una Menos, que organiza esta manifestación en el último lustro, recalcan que la violencia machista mata, y no sólo la violencia física; sino también lo hace desde otros aspectos como coartar libertades, ejercer presión psicológica y juzgar la forma de vestirse o como actuar, o como disfrutar de sus cuerpos. Cuando encasilla en tareas domésticas, o cuando tiene un trato desigual en ámbitos laborales. Por eso, el enunciado es “Vivas, íntegras autónomas y soberanas nos queremos”. Y el principal enemigo es el patriarcado, como eje de toda una construcción que históricamente a relegado a la mujer a un rol secundario en la sociedad. A una posición de sometimiento, opresión y violencia.
Este 3 de junio llega a reforzar un contexto de empoderamiento de la mujer a raíz de la discusión por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Sirve como motor para visibilizar la problemática aún más, e interpelar a una sociedad y a las instituciones políticas que pretenden gobernar el país en los próximos cuatro años, para que se tomen medidas al respecto y se revalorice el rol de la mujer y se rompan las estructuras que mantienen vigente a una sociedad machista.
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