Por Juan Alberto Pérez
Millones de chilenos y chilenas tomaron las calles ayer en una marcha categorizada como “histórica”. En un clima muy hostil con toque de queda mediante, detenciones, represión, torturas y denuncias de violaciones y asesinatos por parte de las fuerzas represivas del Estado, el pueblo no amainó en su convicción de exigir la renuncia del presidente Sebastián Piñera y el cambio definitivo de un sistema político y social que lleva 30 años de vigencia y es herencia de la dictadura de Pinochet. El presidente anunció un paquete de medidas sociales, le pidió la renuncia a todo su gabinete pero no puso a disposición su cargo. “Esta movilización comenzó por 30 pesos pero es por 30 años de políticas neoliberales que han aplicado sucesivamente los gobiernos desde el año 90” manifestó en Am750 el presidente del sindicato del metro, Eric Campos.
Luego de ocho jornadas de rebelión popular en Chile se vivió una manifestación sin precedentes en la historia. Más de tres millones de personas en todo el país tomaron las calles para expresar el hartazgo imperante por la situación social y de desigualdad que vive el país trasandino. Luego de 30 años de un neoliberalismo demoledor, que usó a Chile como un laboratorio de lo que pretendía desarrollar en toda la región, el pueblo dijo basta, tras el anuncio del aumento del boleto del metro, y tomó las calles para pedir la renuncia de Sebastián Piñera y el cambio social que provoque mayores índices de igualdad en el país más desigual de Latinoamérica. Las calles de Santiago se desbordaron a pesar del toque de queda y el estado de sitio. Cerca de dos millones de personas inundaron las calles de la ciudad, sin banderías políticas ni líderes visibles, solamente para exigir la dimición de la cúpula del gobierno. “La diferencia social, la segregación, la rabia acumulada es lo que levantó esta reacción. La idea de que Chile contaba con consenso neoliberal se acabó” expresó Eric Campos.
El presidente Sebastián Piñera sin acusar recibo dio una conferencia de prensa este mediodía para anunciar un paquete de medidas sociales para morigerar un poco el efecto de las calles y tratar de sobrevivir en el poder. Con el argumento de “hemos escuchado el profundo mensaje de la ciudadanía” anunció que envió al Congreso una agenda social que pretende aumentar las pensiones a los adultos mayores, mejorar los salarios, reducir las tarifas de servicios esenciales, mayor justicia territorial entre municipios, medidas en el ámbito de la salud, aumento de impuestos a los más ricos,y reducción de las dietas de los parlamentarios y administración pública. Además anunció el levantamiento del estado de emergencia a partir de las 24 hs del domingo y el pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición. Esto lo decidió a partir de supuestamente haber escuchado las demandas de los manifestantes. Sin embargo, omitió el mayor pedido popular. Su renuncia al cargo de presidente.
Si algo deja estas jornadas históricas en Chile, además de la potencia del pueblo movilizado, es la vigencia de los peores métodos de terrorismo de estado heredados de las dictaduras militares que formaron parte del plan Cóndor. El toque de queda y la participación de las Fuerzas Armadas, en conjunto con Carabineros, trajo una feroz represión que no hizo ningún tipo de distinción. El reporte diario que realiza el Instituto de Derechos Humanos de Chile habla de 997 heridos hasta ayer a las 22 horas, 413 por balas de fuego. 3162 personas detenidas en estas ocho jornadas, entre las que se encuentran 343 niñas, niños y adolescentes. Y 80 acciones judiciales iniciadas contra las fuerzas represivas, 5 de ellas por homicidios y 15 por abusos e intento de violaciones. Además de estos datos que se pudieron registrar aumentan las denuncias de asesinatos de personas por parte de las fuerzas de manera ilegal y la desaparición de los cuerpos por medio del incineramiento de los restos. Un caso alarmante sucede en Renca, una comuna al noroeste de Santiago, donde se denuncia la incineración de cuerpos en la fábrica textil Kayser, que en principio eran presentados como víctimas de un incendio, pero que el servicio médico legal confirmó que había muerto antes de la incineración.
A pesar de estas denuncias Piñera expresó que “nuestro gobierno ha enfrentado esta situación cumpliendo con su deber. Con fuerza y con voluntad. Aplicando todos los instrumentos democráticos, legítimos y necesarios para poder poner orden y garantizar a los chilenos el ejercicio de su libertad y sus derechos”. Aunque las imágenes que se viralizaron desmienten el argumento de los “instrumentos democráticos”. Aún así, sostuvo sus decisiones manifestó que lo actuado fue para “proteger el orden público y la seguridad ciudadana. Se recurrió a los estados de emergencia que son los que permiten que nuestras fuerzas armadas colaboren con carabineros y la policía de investigaciones en resguardo del orden público, en la seguridad ciudadana y también en la protección de los derechos de nuestros compatriotas”. Los hechos demuestran que no hubo intención de mantener el orden ni resguardar la seguridad ciudadana. Lo que allí hubo fue una cacería.
El gobierno de Chile está totalmente aturdido. La manifestación histórica del día de ayer tuvo una demanda clara y directa, pero Piñera parece estar viviendo otra realidad. “La marcha de ayer fue multitudinaria, alegre y pacífica. Y abre grandes caminos de futuro y esperanza” dijo, pero parece no entender algo, él no está en los planes de futuro y en las esperanzas del pueblo.