Por Federico Firpo
Parece ser, que a la tendencia nacional-popular y a la izquierda argentina nada les gusta la leche hervida, porque viene con la nata. No así a los tecnócratas neoliberales, embebidos y obnubilados por la belleza simbólica de este pedazo de porquería que, en lo concreto, no sirve para nada.
Hace aproximadamente media década podíamos ser testigos de una crónica emotiva, a partir de la cual, un periodista luchando por su vida finalmente era rescatado, para poder así continuar con sus aventuras informativas. Todos nos hemos emocionado al ver el abrazo de este voluptuoso ser con su respectiva donadora de órganos. A lo que se me ocurrió pensar: ¿Qué sería de nuestros medios de comunicación sin la presencia de este entrañable formador de opiniones?…
Sería triste, creo yo, que aquel personaje que supo ser de los pocos en criticar al mismísimo presidente riojano de los `90, termine yéndose de este mundo, representando el más importante soporte para el triunfo macrista de finales del 2015.
Sería una lástima que nos dejara, en ese mensaje de clara funcionalidad a la Sociedad Rural.
Sería triste que se fuera quien pusiera antaño en evidencia a sindicalistas de la talla de Luis Barrionuevo, exponiendo en su programa todas las cuentas en 0 (cero) del maestro de
Carnaghi, a pesar de ser una de las personas más ricas del país, producto del desvío de fondos de los sindicatos, en pleno contexto de privatizaciones. Y que, por el contrario, hoy, defiende a rajatabla los intereses de los más grandes privatizadores de la historia de este país. Cómo podría mirar a los ojos a sus hijos aquel que fuera el exponente principal a la hora de demandar una nueva Ley de Medios de Comunicación, pidiendo la consecuente adecuación por parte del Grupo más representativo de los informativos en Argentina, y que, sin embargo, detalla en la actualidad su “perspectiva” política desde éste mismo medio al cual, con total convicción, defenestraba ayer nomás. Cómo quedaría entonces la imagen de semejante trayectoria, devenida en la de un simple receptor de un mercenari-sueldo…
Parece ser, entonces, que el dinero todo lo puede. Al punto de trabajar los términos de la conquista en torno a retomar parafraseos de terrorismo y subversión, de cara a instituciones madres de la lucha por la paz, organismos que han sabido ser internacionalmente reconocidos en
materia de Derechos Humanos, hoy mal referenciados por los mulos del patrón más cruel.
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