¡APRENDAN GILES!¡ASÍ SE HACEN LAS COSAS!

Por redacción Ancap

Manifestación policíaca ¿reclamo, apriete u obra del titiritero?

Los sucesos protagonizados recientemente por efectives de la policía bonaerense, dejan al descubierto de qué manera se resuelven, en última instancia, los conflictos engendrados por las sociedades capitalistas.

En franco desacato a todas las leyes que regulan su accionar, individues pertenecientes a la “institución civil armada creada y sostenida por el Estado” conocida como Policía de la provincia de Buenos Aires, llevaron adelante una serie de demostraciones de fuerza para exigir de las autoridades a las que por estatuto deben subordinación, una variedad de concesiones relacionadas con la cuestión salarial.

Con amplísima cobertura mediática, les uniformades cortaron calles, rompieron el aislamiento social preventivo obligatorio, extorsionaron al poder ejecutivo, incumplieron sus deberes de funcionaries públiques y hasta le pusieron sitio a la quinta presidencial de olivos, demostrando a Fernández, Kicillof y Berni el peso específico que tiene la corporación policial en la cuestión política.

En menos de 48 horas, arrancaron al “Presidente del diálogo” todos y cada uno de los puntos que formaban parte de su reclamo en la “huelga” victoriosa más corta de la historia argentina, ante la mirada impávida de la poblaión que, acorralada por la formidable crisis de legitimidad que atraviesa el sistema democrático, consume, más no vive, la realidad masticada y fácil de digerir que obligan a tragar los medios de incomunicación hegemónicos.

Hoy, pasado el sismo que fisuró e hizo tambalear la ya corrompida república, les asalariades verdugues de las clases desfavorecidas ingresan en la “nueva normalidad” fortalecides por la “victoria” alcanzada y se disponen a retomar sus “sagradas obligaciones” , consistentes en: reprimir manifestaciones similares a las que ayer desarrollaron, amedrentar jóvenes acusades por elles del delito de “portación de rostro”, coimear a cuante desprevenide corrupte encuentran infringiendo hasta la más absurda e insignificante ley, secuestrar y atormentar personas que se desacatan contra la dudosa autoridad que dicen representar para luego asesinarlas y arrojar sus cuerpos en acantilados, bosques, descampados o ríos, desalojar familias enteras del pedazo de tierra que por derecho natural les corresponde como seres humanes y un largo etcétera que “llevaría más tiempo que un almanaque”.

Mientras tanto, todo el entramado incomunicacional corporativo desvía la atención pública y centra el eje de la discusión política en el fingido conflicto judicial sobre la coparticipabilidad y en el impostado debate sobre la justeza y legalidad del “reclamo” policíaco, fogoneando la pretendida pelea entre Larreta y Fernández por unos cuantos millones de pesos.

No obstante, lo antedicho, en el sur del conurbano bonaerense (llamativamente epicentro primigenio de las sublevaciones) la conflictividad social se recrudece debido a la crisis sistémica y un reciclado y siempre inefable Eduardo Alberto Duhalde se frota las manos, se suena los dedos y se encarama por encima de las tablas para continuar su labor de titiritero, apareciendo esporádicamente en escena para profetizar tempestades y ofrecer salvaciones de su mano.

Pero a pesar de que no hay ni habrà sanciones para les sedicioses, en medio del marasmo social en que vivimos, podemos extraer algunas enseñanzas de esta asonada de la bonaerense, a saber: la clase polìtica atiende mas ràpido las exigencias de sus “gobernades” cuando estas son acompañadas de cierto grado de violencia potencial o simbòlica y el espìritu de cuerpo fortalece la organizaciòn para la lucha.

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