Por Juan Meza
Esta semana el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer los números de la pobreza. Pobreza que no hace falta conocer a través de un informe, tan solo basta con salir a la calle y mirar alrededor. Los números son alarmantes, pero son solo datos que intentan representar lo que día a día se vive en el país desde hace más de 45 años.
El INDEC, en su informe de esta semana, arrojó números alarmantes y preocupantes para el futuro de millones de argentines. El 40,9% de les habitantes del país es pobre. Y les menores de 18 años que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas son el 56,3%. Sí, más de la mitad de les niñes en la Argentina son pobres. El informe del INDEC también reveló que la indigencia está en un 10,9%. En números reales, este flagelo llegó a más de 4 millones de personas, mientras que la pobreza alcanza a más de 18 millones de ciudadanes. En tanto, son más de 6 millones les niñes que se encuentran bajo la línea de pobreza.
Como dijimos, estos son solo números que intentan graficar datos estadísticos de un drama que tiene dividida a la sociedad argentina hace ya más de 45 años. El dilema, o el problema, de la pobreza en Argentina no data del peronismo del 45´ hasta la fecha, como repiten muches en tele, radio y redes sociales. El peronismo de los años 40 intentó acercar al cobijo del Estado una serie de reivindicaciones que los gremios sindicales, en su mayoría anarquistas, como la FORA, venían reclamando y exigiendo desde el siglo XIX. Aquel peronismo tomó prestadas esas banderas y luego se las adueñó, como quien escribe la historia, deslegitimando la lucha de los pueblos y haciendo creer que sin un gobierno las conquistas no se logran. Algunes cayeron en esas creencias y hoy entienden que sin el Estado no se puede avanzar, pero la lucha de los pueblos, y la garra que nace desde la necesidad nos demuestra lo contrario. Basta con mirar a Guernica y observar cómo una vez más la organización popular y la resistencia hizo que se vuelva a postergar un desalojo. Ese peronismo de los 40 anestesió a una sociedad que venía con ganas de crecer y hacer sentir su voz. Los cimientos de aquel Estado fueron tan sólidos como la casa del primer chanchito del cuento, que el lobo tiró de un soplido. En los años posteriores se sucedieron golpes militares, casi sistemáticamente, para adoctrinar a una sociedad que quería recuperar derechos y a aquel que había estatizado el clamor popular. Por aquel entonces, se vivían años convulsionados entre democracia y dictaduras, pero la sociedad no vivía una fragmentación como la de hoy. Llegó la hora del retorno del Juan Domingo Perón y su arribo, nuevamente, a la presidencia. Y con él llegó la triple A que perseguía, mataba, desaparecía a aquellos que fueron echados de la plaza. El clima político era hostil, se respiraba tufillo a golpe, como en los años anteriores, pero la sociedad no se encontraba tan fragmentada como hoy. Cuando hablamos de sociedad fragmentada estamos hablando de estos números que hoy arroja el INDEC, los cuales muestran que casi la mitad de la población es pobre.
Para el 75´, una vez ya muerto al que muches veneran y otres detestan y responsabilizan de todas las crisis, el golpe se volvió carne. Este golpe de Estado no fue como los anteriores. Aquí hubo un plan sistemático y enorme de destruir, no solo una generación de jóvenes que luchaban por un mundo mejor, sino romper con una sociedad más justa. Para 1975 los índices de pobreza rondaban el 8%. Aquel país, hace 45 años, era un país más justo, más igual, con pobreza, sí, pero con menos desigualdad.
La junta militar, y el cabecilla de “Los Chicago Boys” Martinez de Hoz, fueron los encargados de dejar los cimientos bien fuertes para que esos niveles de pobreza no vuelvan más. Para que aquello sucediera no solo se necesitaron medidas económicas con las cuales desmantelar la industria nacional, sino también fue menester una masacre cultural. Ahí cae la responsabilidad sobre todes les que en mayor o menor medida ayudaron a que esta enorme fractura de la sociedad se acreciente cada vez más. Desde el retorno de la democracia hasta la fecha no hubo gobierno alguno que se planteara volver a esos niveles de pobreza. Eliminarla sería utópico dentro del capitalismo, no existe eso, pero sí se puede reducir. No obstante, ningún gobierno se planteó tomar las riendas y hacer una sociedad más justa. Tengan la bandera que tengan, los colores iguales o distintos, o tomen medidas más o menos progresistas, lo que se hizo desde el retorno de la democracia hasta acá fue garantizar que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Se pusieron parches de tela en una columna de cemento.
La pandemia vino a acrecentar estos números y peor aún, a poner de manifiesto estas realidades. La foto es horrible, pero la película es catastrófica. Ningún spoiler se animaría a decir cómo termina esto.