Por Federico Firpo
Segunda entrega de la América Latina que pudo haber sido, esta ocasión nos ubica imaginando que hubiera sido de la posibilidad intercambiaria epistolar entre dos de los más influyentes pensadores del Siglo XX en nuestros suelos de lucha llevar. De José Carlos Mariátegui a Paulo Freire:
Querido Paulo Freire,
Años atrás he recibido una carta por parte de Simón Rodríguez haciendo alusión al estado de las escuelas en su país, más precisamente a la enseñanza que desde las escuelas del Rey se ha impuesto en nuestra América. Si bien es cierto que los programas de la enseñanza actual no incluyen a nuestros pobres, también lo es el hecho de que los adelantos del pensamiento y la ciencia europea no han sido del todo manifestados por las escuelas del Rey con lo cual aparte de ser mayormente inclusiva nuestra enseñanza no tengo ninguna duda de que deberá incorporar el aporte de Occidente, no el que actualmente se impone sino el mas renovado, el de la crítica, el de la razón.
Por otra parte, entre mis ideas no puedo dejar menos que un aporte a la crítica socialista para la comprensión de los problemas de mi país, Perú. Ocurre que, tal como me lo ha representado Simón Rodríguez la destrucción llevada adelante por las conquistas españolas claramente ha afectado sobre el desenvolvimiento de nuestros pueblos. Por ejemplo, en el caso peruano se ha disuelto claramente la unidad nacional, pero esto no es todo; los avances de los españoles han barrido con todo tipo de organización inkaica, han penetrado sobre los deberes sociales que las comunidades manifestaban a través de la organización colectivista. Y si bien hemos tenido la Independencia del Perú considero yo que es esta una falsa independencia centrada sobre las bases de un criollismo que no ha hecho más que acentuar las diferencias y las desigualdades llevadas a cabo por los conquistadores españoles. Al igual que Simón Rodríguez considero menester la emancipación respecto de España pero hablamos de una verdadera emancipación no de la falsa independencia que propone el criollismo. Nuestra emancipación debe ser producida por la población indígena que es la que ha trabajado nuestros suelos.
Por eso la importancia de la crítica socialista ya que consideró que el problema del indio es en realidad un problema económico-social y radica precisamente en el problema de la propiedad indígena. Claro está que las propiedades indígenas han sido absorbidas por el latifundismo que impuso las conquistas españolas, reduciendo al indio al trabajado forzado, a la servidumbre, a la esclavitud. Siento en el latir de mi corazón que al propagar las ideas socialistas en mi país podré dar un gran aporte a la reivindicación indígena, generándole una nueva conciencia. No sería un verdadero peruano si no quisiera el bienestar de las cuatro quintas partes de la población de mi Perú. Pero soy consciente también que la propagación de estas ideas solo será productiva en tanto se convierta en acción de los indios, acción que inevitablemente tendrá que traducirse en liquidación de la feudalidad en el Perú.
Para que el cambio sea posible concuerdo totalmente con Simón en lo fundamental del papel de la educación. Para ello, no obstante, tendremos que contrarrestar los malos métodos y los malos profesores que en la actualidad no ofrecen alternativa alguna a nuestro pueblo más que el sometimiento. No encuentro compromiso social alguno en los profesores y es esto lo que debe de ser erradicado. Serán verdaderos maestros quienes tengan afán de transformación, quienes verdaderamente encuentren en la educación una fuente de creatividad. La formación de escuelas humanistas y unitarias son las que deberán encargarse de instalar el espíritu revolucionario contra la falta de renovación de la actual escuela laica, la actual escuela muerta. El compromiso social puesto en marcha a partir de una educación crítica y por lo tanto transformadora servirá a nuestra población para comprender la gravedad de lo que significa, para el futuro, vivir como esta actualidad se lo impone.
Espero haberle sido útil así como Simón lo ha sido para mí, José Carlos Mariátegui.
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