DE RAÍZ

Por Juan Meza

De raíz se sacan los árboles o las plantas cuando uno elige que dé más frutos, sombra o vida. Lo mismo se hace con los problemas en cualquiera de sus formas y ámbitos. Eso es algo que la clase política argentina aún no aprendió. Los problemas se cortan de raíz.

Y si hay un país dentro de los tantos que hay en el planeta con problemas que se cortan por el tronco, ese es Argentina. Latinoamérica, como subcontinente, corre con la misma suerte, pero los números avalan ocupar el primer puesto de los más malos. Sólo viendo Sudamérica, y haciendo mención por lo que se mueve el mundo, el dinero, Argentina ocupa el último puesto en lo que son los salarios en dólares. Según un estudio privado que tomaron los sueldos de 4 mil empresas latinoamericanas, Uruguay está a la cabeza de esta estadística seguida por México, Chile, Brasil y por último Argentina. Esto no es casual o problema de la pandemia del COVID-19. Esto es un trabajo arduo que data desde finales de los ’70 con Martínez de Hoz a la cabeza hasta Macri y nuestros días. Desde el comienzo de la sustitución de industrialización por importaciones, dolarizando el rubro inmobiliario, luego privatizando empresas públicas, robándoles los ahorros a los pequeños ahorristas, tarifazos, y endeudamiento constante, hacen que la problemática sea un círculo vicioso altas y bajas, pero siempre por debajo de lo que debe ser. Y lo que debe ser, es respetar la Constitución, y allí hace mención al salario mínimo vital y móvil que no es más que “la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”. Recién en marzo el salario mínimo llegará a $21.600, la canasta básica para una familia tipo es de $ 47.216. y según los técnicos del INDEC el salario mínimo vital y móvil debería superar los $ 80.000. uno más uno, es uno en Argentina, desde hace mucho tiempo. Este año con pandemia de por medio y viniendo de 4 años de macrismo donde endeudó el país, fugó divisas y quebraron empresas, el salario real caerá entre 4% y 5%. Viniendo de 3 caídas importantes, en 2018 perdieron 6.2% y en 2019 perdieron 8.3%, lo que vemos que en 3 años el salario cayó un 20% al igual de lo que sucedió en 1998-1999-2000, el desenlace es conocido.

Según Martin Guzmán: “el salario en sí no genera inflación. El salario en Argentina es una institución y tenemos que preservarla y buscar que el poder adquisitivo crezca por encima de la inflación para potenciar la recuperación”. Ahí se está intentando cortar el problema por el tronco. Pero la motosierra se quedó sin nafta parece. Seguir dando vuelta en lo mismo de siempre, si el sueldo queda por debajo o por encima de la inflación a como se perdió el poder adquisitivo es tratar de morderse la cola. No hay fuerza política en Argentina que de un debate profundo sobre cual debe ser el salario para que no haya 44.2% de personas pobres en Argentina, según el último informe del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina ( UCA). Y tampoco se pone sobre la mesa otro eje fundamental de este problema de raíz que es el sistema tributario. El que más tiene paga lo mismo que el menos tiene, y eso en una sociedad con la brecha social, como la nuestra, se llama violencia.

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