Por Ernesto García
“El viejo París terminó (la forma de una ciudad
Cambia más rápido, ¡ah!, que el corazón de un mortal).”
– Charles Baudelaire
La ciudad es un todo que no se reduce solo a una suma de elementos visibles sobre el terreno tangible. También es la prolongación de la sociedad sobre el terreno. El universo donde se entrecruzan distintas miradas y cosmovisiones. Donde el urbanismo se transforma y cristaliza en ideología y práctica. El lugar en el cual las luchas entre las distintas clases sociales aportan diferentes imágenes y representaciones. Donde ríos de tinta inundan las calles, penetran el discurso y aportan a la constitución de las naciones.Donde las palabras y los textos expresan un lenguaje ideológico, narrativas cargadas de teorizaciones racistas, de balances, de propuestas y de aspectos cotidianos que van trazando los contornos de una cultura, de una lengua que involucra siempre a distintos grupos sociales.
El origen de la historia narrativa argentina, dice Piglia en Argentina a Pedazos, empieza dos veces: en El Matadero (escrito entre los años 1838-1840, publicado en 1874) de Esteban Echeverría (1805-1851), y en las primeras páginas del Facundo o Civilización y Barbarie (1845) de Sarmiento (1811-1888), libro capital de nuestra sociología, desestimado por los gendarmes de la Ciencias Sociales por su estilo inclasificable, ensayístico. Ambos autores, integrantes de la Generación del 37, cuentan la misma historia, en la cual el cuerpo y el lenguaje están marcados por la violencia; un lenguaje que refleja dos mundos enfrentados. El nacimiento por representar el mundo del enemigo, del distinto, del otro ya sea el bárbaro, el indio, el gaucho o el inmigrante.Facundo empieza donde termina El Matadero (origen de la ficción). Narran la eterna lucha entre la civilización cuna de la cultura, y la barbarie, ese desierto donde domina la incultura y el salvajismo.
Es la escena de la violencia contada dos veces hasta Borges,como en La fiesta del monstruo, donde la chusma, la turba, ese aluvión zoológico invade el ordende la ciudad. Es la representación del pueblo por parte de las élites, como en El matadero, donde el salvajismo y la violencia aparecen como elementos esenciales a la hora de describir los excesos de la barbarie de los suburbios contra el individuo culto de la ciudad. “Buenos Aires encierra -cita Noé Jitrik en Muerte y transfiguración de Facundo- en sí toda la suma de la riqueza pensable y es el depósito más formidable de la civilización.” Eso cuenta Sarmiento en Facundo no solo como exaltación de Buenos Aires, sino también como crítica a la mezquindad y la avaricia metropolitana, poniendo de manifiesto las disputas entre Buenos Aires y el interior, entre civilización y barbarie, entre multitud e individuo. Las clases cultas se cuentan a sí mismas como autobiografía, en el caso de Sarmiento, y cuentan al otro como ficción. Echeverría, Sarmiento y Borges hablan de lo popular utilizando el lenguaje como signo para describir la bajeza y la barbarie.
En la novela Sin rumbo (1885), Eugenio Cambaceres (1843-1889), rehace esa dicotomía entre civilización y barbarie, la reconvierte al considerar la ciudad como elemento negativo y a la naturaleza como fuga, como salvación, como posible oportunidad de una mejor vida, como escape al aluvión inmigratorio de la ciudad, de la confusión, de la soledad que trae consigo la modernidad. De la búsqueda de la soledad como escape, al escape de la soledad.
Cambaceres formó parte de la Generación del 80, ese grupo de intelectuales pertenecientes a los círculos oligárquicos ligados a la producción ganadera, herederos conscientes de la Generación del 37 y con fuertes inclinaciones por las posturas positivistas.Sin rumboes una novela escrita en un periodo de grandes cambios económicos, políticos, sociales e intelectuales del país. Una novela dentro de la denominada corriente literaria llamada realismo, pero que contiene también rasgos naturalistas y modernistas; que intenta reconstruir el caos de la realidad vertiginosa de 1885 y la angustia que ocasionan los cambios en las clases dominantes: el progreso, la adaptación a las nuevas situaciones, el cambio constante.Son años de gran crecimiento en los centros urbanos, de una fuerte inmigración, de expansión de compañías y capitales extranjeros, de conflicto entre la rígida estructura terrateniente y la ciudad progresista. Periodo en el cual se ponen en tensión las cadenas de las jerarquías sociales, expresión del conflicto entre la ciudad progresista y la rígida estructura terrateniente tradicional. Cambaceres es un eslabón clave en ese recorrido que nos ayuda a entender la sociedad y la literatura argentina.
El protagonista de la novela, Andrés, es un personaje que encarna el pesimismo schopenhaueriano. Donde el deseo desnuda la carencia, la necesidad del ser humano que lleva indefinidamente a un querer en busca de una satisfacción breve, solo aparente,el goce fugaz de la vida, dando lugar a otro deseo, prologando así el tormento. Es un hombre que no ha logrado adaptarse a los cambios sociales de su tiempo; enfrentado a los gauchos de la estancia, con los que no se relaciona de igual a igual y a los cuales ve como animales; y para el cual es mejor vivir en la ignorancia que saber lo terrible de la vida moderna.
Tanto el realismo como el naturalismo argentino sirvieron como reflejo y crítica de los cambios y desajustes sociales que transformaban a la sociedad. Donde la existencia del ser humano aparece determinada por fuerzas naturales que el hombre no puede controlar. Mostrándolo dominado por sus pasiones, sus instintos; desnudando la relación de las personas entre su entorno económico y social, entre ambientes y lugares. Su modernismo aparece como búsqueda de la identidad existencial y en su preocupación individual por el rumbo que va tomando la nueva sociedad de las grandes ciudades; generando nuevas visiones del mundo, un espíritu de renovación que poco a poco va incorporando el habla de las clases populares, mezclando habla rural y urbano.
Cambaceres, como precursor de la novela argentina contemporánea, reúne, simultáneamente, una diversidad de realidades en un mismo espacio. Esa ciudad que, con rasgos modernistas, describe el autor, recorre el protagonista buscando el sentido de la vida, es escenario de un pasado, representado por la tradición; el presente, representado por la inmigración y un futuro indefinido. El fuerte rechazo a los inmigrantes por parte de las clases cultas se expresa a través del sentimiento del protagonista de la novela, el cual se ve desplazado por el inmigrante. Prefigura a Lugones quien en El payador (1916) viene a rescatar la figura del gaucho derrotado, exterminado, como héroe y civilizador de La Pampa, como arquetipo de la argentinidad frente a “la plebe ultramarina, que ha semejanza de los mendigos ingratos, nos armaban escándalo en el zaguán.”Hay un rechazo del modelo burgués que representa la ciudad, frente al modelo tradicional y jerarquizado del campo donde la raza, el indio, el gaucho y el criollo blanco son el fundamento de un pasado ideal, aristocrático, un mundo donde cada individuo debe aceptar el lugar que le tocó en suerte en la pirámide social y donde toda idea de ascenso social es inaceptable, herética. Ese personaje desamparado y sin rumbo que describe la novela no sólo conjuga espacios y tiempos distintos entre la ciudad y el campo, es una metáfora de la vida económica y social, de un darwinismo social de cuño positivista y de una situación de cambio permanente que es lo único que no cambia.
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