JOSÉ  SBARRA: UN HOMBRE QUE SIEMPRE QUISO SER NIÑO

Por Verónica González

Un recorrido por su vida de la mano de su hermana, Pipi Sbarra.

 

El verbo es amar

amar bien

amar mal

amar como sea

pero amar.

La clave es amar

y cuando todo duela

amar con mayor intensidad

y cuando todo se torne insoportable

amar el doble.

José Sbarra.

Cuando conocí la poesía de José Sbarra, un espejo aterciopelado se paraba frente a mis ojos para hacerle frente al desamparo brutal de la existencia. La conexión fue inmediata y quise conocer más acerca de su persona. Así fue como supe de Pipi, su hermana.

Un día le escribí, contándole este cúmulo de sensaciones que me generaba José.

La respuesta no se hizo esperar y del otro lado de la pantalla, una pajarita dulce y generosa, respondía mi mensaje.

Mucho se habla de José, pero en general sólo se menciona una parte, la brutal, la que “vende”, sin detenerse en su carcajada a flor de piel y en su enorme generosidad como poeta y persona.

Un hombre que buscó más allá de lo heredado para ser quien sentía ser; que escribió para medios reconocidos pero siguió buscando en los márgenes pasando por una oscuridad extrema.

Lejos de la comodidad, apostó a una escritura desnuda y descarnada, hablando de travestis, putas y homosexualidad cuando nadie se animaba demasiado.

Es que más allá de todo, José hablaba del amor, pero de ese amor real que genera desencuentro y desamparo; pequeñas muertes y grandes pasiones; entregas desmedidas y refugios sin tiempo. El amor era su eje, aunque lo destruyera en el intento de salvarlo.

José, era el protector de su hermana, Pipi, a quien bautizó así porque la veía chiquita como una pajarita.

Compartían el gusto por la literatura y también por los gestos esenciales, esos que devuelven la humanidad y la esperanza.

Un hombre que les hacía lugar a otros para que sean; celebraba la poesía, lejos de los egos y las elites intelectuales.

Pipi, sostiene y multiplica su obra con una ternura infinita y le dedica su tiempo a todas y todos los poetas que están fuera del círculo “elegido”, como hacía José.

¿Cómo era la relación con José cuando eran chicos?

De chicos José era mi defensor, tenía 5 años más que yo.

En casa la educación muchas veces era a los golpes. Mi mamá era muy severa y no hacer las cosas a su manera estaba mal. Por lo tanto, muchas veces, me salvó de los castigos.

¿Alguna anécdota que recuerdes de esa época?

Cuando nos escapamos al parque de diversiones y nos subimos a la vuelta al mundo con tanta mala suerte que se cortó la correa del motor y estuvimos arriba de todo mucho tiempo. Fue hermoso.

¿La familia tenía alguna relación especial con el arte?

El arte a casa lo trajo José, si bien a mis padres les gustaba el cine, eran las películas del momento, comerciales.

Con José entraron los libros, la música, el teatro.

Pipi cuenta que José, cuando era chico, llevaba una libreta y una birome; que anotaba cosas.

Durante la secundaria las ansias de José por leer y escribir fueron creciendo, como también la conexión entre ellos. Compartían el gusto por la música, el teatro y la literatura.

A los doce años me dividía en dos: en la escuela charlaba con mis compañeras de cosas triviales que, en realidad me aburrían, pero no podía hablar de la explotación de la gente en la cosecha de algodón del Norte, o decirles que escuchaba a Violeta Parra y a  Long play. Ni tampoco sobre el espectáculo de la Gallina Coja con Gasalla, Perciavale y Eda Díaz.

Lógicamente todo ese mundo paralelo lo compartía con José, a la noche cuando todos se iban a dormir. Eran noches mágicas.

 El Circo de poesía

”Porque lo que aplaudimos es la poesía

y no la vanidad de cada uno de nosotros”.

José Sbarra.

Al inicio de los años 90, José coordinaba junto a Claudia con K “El circo de poesía” en la Facultad de Psicología, un espectáculo que reunía una variedad de artistas, entre ellos: bailarines, músicos, artistas circenses, actores, cantantes y poetas.

Cada noche, durante tres horas aproximadamente, desfilaban por el escenario más de veinte artistas. Como decía el folleto donde se publicitaba el evento “recreaba en cada función la magia de la poesía universal” pero también “la poesía joven y actual”.

El público estaba invitado a participar sin censura ni aviso, porque según José, ése era el espacio libre que la poesía reclamaba y exigía.

Pipi nos cuenta acerca de aquellos tiempos.

El Circo de Poesía era maravilloso. Se escuchaban a todos, se presentaban libros, se publicitaban actividades.

Era todo respeto y generosidad. José era un anfitrión único.

Cuando falleció, todos querían reunirse, entonces tomé humildemente la posta, con la ayuda de Claudia con K, una amiga poeta.

¿Cómo era relación entre ustedes, como hermanos, ya siendo grandes?

La relación de hermanos era curiosa, sabíamos que nos amábamos; sabíamos que siempre iba a estar el uno para el otro, pero no éramos pegotes; respetábamos nuestros caminos y cuando era necesario lo compartíamos.

Después también formaste una familia. ¿Cómo era la relación de José con tu marido e hijas?

Mi esposo estuvo muy enfermo con una parálisis del cuello a los pies por un choque de auto, yo estaba embarazada de mi segunda hija de 7 meses.

José fue el único que se quedó todas las noches a cuidarlo, porque no se podía quedar solo. Cuando se enteró sin pedírselo, estuvo allí.

¿Cómo no lo iba a querer mi pareja? Además, ya lo admiraba de antes.

Para mis hijas era el tío ideal para reírse, divertirse y nada común.

José tenía una gran sensibilidad y algunas veces, el mundo se le tornaba insoportable. Pese a lo cual, podía hacer uso de sus armas más poderosas: la imaginación y la escritura.

Tanto en sus poemas como en sus novelas, se refería a personajes marginales que padecían abusos de poder.

En su libro “Marc la sucia rata”, la relación que se establece entre el protagonista y un policía, es una clara denuncia de estos excesos.

MARC Y EL POLICÍA

–Marc, sucia rata, ese brillo extraño que veo en sus ojos me confirma que usted se ha drogado.

–Oficial, me decepciona, usted dice «este joven se ha drogado», y cierra su mente como si fuera una caja metálica. –O sea que es verdad. Efectivamente es adicto a las drogas.

–Todos somos adictos a algo en este país. Usted es adicto a su uniforme. Sin él se siente nada.

Tiene que aprender a controlarse, oficial, si no algún día va a morir de sobredosis.

– ¿Qué dice?

–Sobredosis de uniforme, oficial, se han dado casos terribles.

Pero el amor también se le imponía con sus miserias y sus faltas. Sus poemas explotan de preguntas infinitas.

¿Habrá ternura para los desarraigados,

para quienes el futuro es una palabra sin sentido,

para los que descubrieron con espanto

que el amor es lo mejor pero no alcanza?”, se preguntaba José en “Obsesión de vivir”.

Pipi se refiere a esta gran sensibilidad de su hermano a través de una anécdota.

Todo le dolía. Una vez, se había comprado un sobretodo hermoso y muy abrigado.

Un día vino sin abrigo, se lo había dado a una persona que dormía en la calle.

Esas acciones no se comprendían en casa, eran locuras.

Esta actitud generosa y desprovista de prejuicios, la manifestaba también con sus pares y con aquellos escritores que recién comenzaban.

¿Cómo se llevaba con otros poetas y escritores?

José apoyaba a todo el que quisiera escribir, tenía su taller literario donde nunca te podías sentir menos. Te empoderaba de una manera que te sentías Borges.

¿Y con sus admiradoras y admiradores, cómo era su relación?

Los amaba y respetaba. Su gran cualidad era ser humilde y eso hacía que lo amaran más.

Mal amor, mal de amor.

“No dejes que te impresionen las estrellas

que quizá estén todas muertas.

No te dejes corroer por las canciones añejas.

Duerme y nada más.

Esta noche, duerme.

Mañana una muchedumbre de arco iris

con lo que haya quedado vivo, ya conoces el mecanismo,

te fabricarán una sonrisa nueva”.

José Sbarra, El mal amor.

Los últimos momentos de José fueron muy duros pero también hubo encuentros.

La hermandad entre ambos se hizo indestructible y él dejó que su hermana lo cuidara y lo ayudara a terminar con su obra.

Pipi nos cuenta acerca de este tiempo.

Cuando José vino a casa después de su intento de suicidio, destruido su corazón y su salud. Decidimos empezar de nuevo, fue duro al principio, la abstinencia de las drogas, levantar las defensas de su cuerpo, alimentación vegetariana. Pero pudimos sobrellevar esos años con mucho amor.

Él escribía, mis hijas le pasaban los escritos y yo los llevaba a editoriales; lo ayudaba para el Circo. Y así fue como pudo terminar “Bang Bang, Socorro Nadie me quiere” (Libro de autoayuda infantil) y “El mal amor”.

Fue duro porque sabíamos que nos estábamos despidiendo, pero fueron días de mucho amor y complicidad como cuando éramos chicos.

¿Qué te lleva hoy a seguir difundiendo la obra de José? ¿Qué te parece importante destacar?

Tengo la responsabilidad de la difusión de sus escritos por amor a él y porque en sus palabras muchísimos jóvenes se ven reflejados y no se sienten tan solos.

 José nunca pasa desapercibido, conmueve, sorprende, espanta, lo cual genera que haya muchas personas que quieran acercarse y Pipi es un puente hermoso para hacerlo.

¿Solés recibir mensajes de admiradoras y admiradores? ¿Qué es lo que más te conmueve de esas palabras?

Muchísimas personas se comunican conmigo para conocer a José

Para mí es un honor y un gustazo contarles y mostrarles parte de su  vida.

Además para mí, es como tenerlo un ratito más a mi lado.

¿Cómo sentís el mundo de hoy?

Me siento totalmente afuera de este momento, es como ver una película que no entiendo; mucha agresividad, individualismo egocéntrico y lo que no puedo entender es la discriminación por cualquier motivo. No puedo entender que sea tan difícil saber que todos somos iguales y que solo queremos amor del bueno.

¿Qué pensás de la poesía actual y de los poetas que la expresan?

La poesía actual es más natural, sin tanta formalidad ni rima.

Me encanta escuchar lo que tienen ganas de decir.

Algunos poetas son muy crudos y otros te endulzan los oídos con la cruel realidad.

¿Qué gestos, personas y/o situaciones te inspiran?

Admiro a todas las personas que plasman su sentir en un papel, bien desprolijo, sucio, ilegible o impecable. Para mi es un valiente con la fuerza de un tornado al exponer lo que siente.

¿Cuáles son tus sueños, Pipi? ¿Algún proyecto que quieras compartir?

Tengo el sueño de editar mi libro “12 abrazos, una vida”. Tiene que ver con nuestra relación y porque quiero dejar escrito anécdotas y parte de nuestra vida. También van a estar algunos de mis poemas.

Me gustaría agradecerte por la disponibilidad y la ternura, Pipi, pero también me gustaría pedirte para terminar la entrevista, que nos regales alguna anécdota que te haga recordar a José con una sonrisa.

Con José todo era alegre, su humor era extraordinario, no simple, más bien humor negro.

Recuerdo una anécdota de cuando éramos chicos. José tendría 12 años y yo 7, mi papá nos llevó a visitar a un amigo que tenía un depósito de cosas. Cuando entramos al depósito nos encontramos en el fondo del galpón, una montaña gigantesca, altísima de libros. ¡Te podés imaginar! Lo primero que hicimos fue pedir permiso y empezamos a trepar. Nos sentamos arriba de la montaña a mirar cada uno de los libros que podíamos, mientras mi papá hablaba con ese señor. Estábamos re contra entretenidos y felices. Cuando nos íbamos, el señor nos dijo: “Bueno, agarren un libro y llévenlo, ¡ya que les gusta tanto!”.

Yo me acuerdo que agarré Aladín y José agarró otro libro y nos vinimos re felices a casa.

Con el tiempo, cuando José leyó el cuento del chico del basural, nos volvimos a reír y a divertirnos porque nos acordamos de ese día.

José era un hombre que añoraba ser niño, o quizás un niño que intentaba ser hombre. Tanto es así que les recomendaba a los niños que nunca dejen de serlo.

En una entrevista, cuando le preguntaron qué quería ser cuando era chico, respondió: “De chico quería ser chico. Y voy a darles un consejo a los chicos: no crezcan. O mejor dicho, mantengan siempre vivo el espíritu de la infancia. Nunca dejen de jugar. No se vuelvan personas serias. Cuando sean grandes hagan de cuenta que son adultos para poder trabajar…pero en el fondo siéntanse siempre chicos. Yo, por ejemplo, sigo siendo un chico”.

José vivía en el margen de dos mundos. Sin intentar encajar, estrenaba su piel donde sentía que debía hacerlo y denunciaba tanto los abusos de autoridad como la falta de amor.

Apostaba a la vida, más allá de las cicatrices y sus miserias. No intentaba tapar ni esconder los restos, los acariciaba con poesía aunque no fuera suficiente.

Y Pipi, desde otros márgenes quizás, apuesta a lo mismo, a generar miradas nuevas sin prejuicios, para ir lejos de los mandatos que nos matan de soledad, que nos atan a banderas que no son las nuestras, que nos dicen qué debemos querer y a quiénes.

Pipi al igual que José, embellece este mundo con gestos simples y grandiosos, que nos devuelven la capacidad de creer en la magia, para iluminar aquellas partes invisibles que nos recuerdan el sonido del mar dentro de un caracol o nos hacen reír a carcajadas hasta que nos duele la panza.

Si alguna vez la desesperación y el desconsuelo pretenden arrebatar el brillo que te habita, o una despedida te deja inerte frente al desconcierto, acércate a José, él puede abrazarte con palabras que llegan como soles a encender primaveras en el mundo.

Uno de sus últimos poemas es un bello mensaje para esos momentos, una brisa de esperanza que hoy les quiero compartir para recordarlo, para que siga estando presente en cada persona que lo conoció, como también en todas y todos los que lo descubrimos más tarde.

“Me gusta pensar que estás leyendo y que si digo mar,

ves tu propio mar. Que así sea.

Déjame creer que hubiésemos sido buenos amigos

de haber nacido menos distantes en el tiempo.

Pero eso no tiene importancia, ¿verdad?

Te saludo desde la otra orilla,

no te conozco ni puedo descifrar tus misterios,

pero puedo enviarte una señal que equivale a un:

Deseo con todo mi corazón

que tu peregrinaje no te sea tan duro

como me lo fue a mí”.

Y si tenés como yo la certeza

de que todos los mensajes llegan,

sonreí desde tu orilla

y quizá no te sentirás tan solo”.

José Sbarra

Para contactarse con Pipi y con la obra de José.

https://www.facebook.com/Jos%C3%A9-Sbarra-36578504330

 

 

 

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