LAS MENTIRAS DEL COVID

Por Federico Firpo

Las nuevas formas de vender mensajes paranoiquean un nuevo opio para los pueblos, no tan nuevo en realidad, pero, renovado entre sus formas. Le han llamado posverdad, fake news… en fin, se trata de demostraciones de Poder, a partir de las cuales se hace verificar cualquier información con tal de llegar otra vez.

 

Si la información fuera un narcótico, podríamos decir que todos hemos quedado flipados con los márgenes de una tinta marco-macrista. Desde el espionaje ilegal al encarcelamiento a escritos públicos, como “amenazas directas” con nombre, apellido y rostro, tiradas desde Facebook. Sin descontar las causas televisivas que se ensañaban antelándose al propio trabajo de la Justicia, dando un guiño desde el ojo mediático, por de alguna manera decirlo, respecto de lo que para ellos (políticos y sus mercenarios periodísticos) era el eje del mal, por encima, obviamente, de toda veracidad. El nuevo virus, que nos tiene un poco “encerrados” en nuestras propias mentiras, no queda exento de esta realidad de diseños.

 

Desde lo nacional hasta lo global de este mundo que nos rodea, los Grandes Poderes han sabido aprovechar el bolazo para sacar sus “desde siempre” ventajas. No nos olvidemos de los autos importados pidiendo libertad y que no nos encierren, pero que por sobre todas las cosas y de ninguna manera, alentados por sus medios de comunicación, habrían de vacunarse con una inyección de “intereses Bolche”, hoy indignados porque el papá de Ruggeri (un señor de 80 años) no ha sido vacunado, sépase allí que el Cabezón, capitán eterno de nuestra Selección Nacional de Fútbol, fue uno de los grandes pioneros en denunciar que este Gobierno nos quería encerrar a todos y que las medidas de cuidado de aquel entonces eran mentiras, de la misma forma que supuestamente fuera buena la eficacia de la vacuna en camino. Paradojas de la contradicción en la que muchas veces se cae cuando uno sencillamente tiene el Poder de decir cualquier cosa. Los mismos que ayer se quejaban pidiendo libertad, hoy piden restricciones, los mismos que repudiaban la “vacuna rusa” (Sputnik V) hoy se indignan con los que se vacunan y a grito pelado piden dosis para ellos mismos. Curioso.

 

Pero esto no es todo, en el medio quedamos como siempre pegados (valga la redundancia) los del medio. El planeta se debate en medio de un virus que según las improntas comunicacionales nos ha igualado a todos, quizás por el sencillo hecho de que todos podemos contagiarnos sin más y a la par. Sin embargo, lo que no se comenta es la cantidad de trabas que a cada país se pone, incluso desde la mismísima Organización Mundial de la Salud, como haciendo fuerza para que las vacunas se difundan desde solo cinco grandes multinacionales que se reparten, a costa del mundo entero, el pez gordo de la “Gran Salvación”. Imagínense si desde nuestro país se han atrevido a decir que la “vacuna rusa” envenenaba, lo que les quedará por ejemplo a los científicos nacionales en pie de pruebas y ensayos.

 

Asimismo, aquellos que dejaron pudrirse vacunas entre los años 2015 y 2019 hoy se quejan por el faltante de vacunas, de, entre otras cosas, la que según ellos era veneno. Lo que no dicen es que ese mismo fenómeno se está dando en todo el mundo, lógicamente sin tampoco aclarar qué, a estas alturas, es más que evidente, que las grandes proporcionadoras de la dosis a aplicarse lo van distribuyendo según sus propios intereses, que no son otra cosa que los intereses ya casi transparentados de una globalización que lo único que sigue haciendo, a cada movimiento, es desigualarnos.

 

Lo fenomenal de este mundo, “saludablemente mega-magnateado”, se puede subrayar en los confines de las creencias en las que solemos quedar atrapados. Queda a las claras que no somos sujetos, ni siquiera de nuestro propio encierro.

Deja un comentario

Descubre más desde comunicación popular

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo