Texto y foto por Osiris Martí
Gustavo, el hijo mayor de Nora Cortiñas, fue secuestrado y desaparecido el 15 de abril de 1977 a sus 24 años de edad, mientras esperaba el tren en la estación Castelar para dirigirse a su trabajo. Hoy, luego de 44 años, continúa desaparecido.
Estudió la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), formó parte de la Juventud Universitaria Peronista y Montoneros. Desarrolló su militancia en el Barrio Saldías y fundó una Unidad Básica en la localidad de Morón. Al momento de su secuestro, tenía un pequeño hijo de dos años al que junto a su esposa Ana, llamaron Damián.
Según cuenta su madre, Nora Cortiñas, a la revista Tesis 11:
Mi casa no era de militantes partidistas. Pero mi hijo desde los 17 quería involucrarse y lo veíamos con preocupación. Eran momentos de mucha tensión. Yo era un ama de casa que de política no entendía, no me involucraba, porque mi hogar era un hogar machista, patriarcal. El padre era el que discutía con el hijo. Yo en medio, siempre apaciguando, porque mi marido había sido siempre peronista, de esos del 45. Más bien partidario de Evita, que la conoció de cerca, en toda su actividad a pleno, porque trabajaba en el Ministerio de Economía. Pero cuando el hijo se manifiesta interesado y revolucionario, empezaron las discusiones… Perón estaba atrayendo a la juventud, pero la gente mayor veía venir toda esa confusión de lo que era el peronismo. Fueron años muy turbulentos. Primero la vuelta de Perón y el entusiasmo de la juventud y después lo que pasó en Trelew. Ya Lanusse representaba la dictadura fuerte, criminal. Y ellos con la ilusión de Perón, habiendo sido engañados totalmente. Estaba todo conmocionado, todo impregnado ya con esa violencia.
En el 75 cae preso el cuñado de mi hijo. Preso político. Y empezamos a tocar de cerca el drama, pero sin imaginarnos lo que iba a acontecer. Entonces nos fuimos enterando de la palabra desaparecido, que no estaba muy a la luz. Había presos políticos ya. Bueno, mi marido le dijo a Gustavo que se fuera con la esposa y el hijito. Ellos no querían. Decían: ”no hacemos nada malo”. Es que tomaban la militancia como algo normal. Ayudaban en los barrios más pobres de la zona Oeste. Había empezado con Mujica, en las villas de Retiro y de Saldías. En el 74, después que lo matan, empieza Gustavo a militar a fondo en esta zona.
Después que se llevaron al cuñado, Gustavo un tiempo vivió en clandestinidad, pero después ya no. Vino a vivir a casa, con la esposa y el nene. Parecía que la cosa se estaba encaminando.
No nos imaginábamos esa crueldad y esa criminalidad como fue después del 24 de marzo del 76. No imaginábamos de ninguna manera que iba a haber desapariciones. Era como que caían presos y que ya nos iban a decir dónde estaban. Cuando cae Gustavo, en abril del 77, también pensábamos que iba a aparecer. A uno no le entraba en la cabeza que un día no te llegas a despedir de tu hijo y no lo ves nunca más. Era imposible de entender. Mi nuera quedó con el nene, viviendo con nosotros. Y de Gustavo nada y nada. Creo que nadie se imaginó que iban a venir estos tiempos terribles y que iban a seguir hasta este momento. Todavía no sabemos qué pasó con todos y cada uno de los detenidos desaparecidos. Hasta este momento no se abrieron los archivos.
Gustavo fue une de les 30.000 desaparecides por la última y más sangrienta dictadura cívico militar eclesiástica de la República Argentina y Nora lo transformó en su bandera. Una bandera que nunca dejó ni dejará de ondear, yendo siempre al frente de las luchas, como un estandarte revolucionario.
*El extracto de la entrevista es de la ASOCIACIÓN CIVIL-CULTURAL Y BIBLIOTECA POPULAR TESIS 11 (http://www.tesis11.org.ar/)