Por María del Monte
De fundirme con el frescor de la
tierra,
o
inundarme con el salvaje mar,
o
unirme al vuelo de las gaviotas,
o
perderme en el verdor de la selva,
o
con-fundirme en el calor de un cuerpo
amoroso, para que por unos instantes,
mi mente se olvide de que existo.
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