BESOS POR CELULAR

Por Juan Pablo Susel

Libre y humillado Suárez dejo el Barcelona con ansias de revancha. Con el pase en su poder y un futuro incierto el goleador uruguayo se encontró con Diego Simeone, otro personaje condenado al éxito que en múltiples ocasiones había demostrado saber cómo triunfar en Europa.

En la temporada 2020-21 sucedió un hecho extraordinario en el contexto del fútbol contemporáneo. El Atlético Madrid del «Cholo» Simeone consiguió la proeza de coronarse campeón en la liga de España por segunda vez en 7 años. La liga monopolizada desde hace muchos años por el Real Madrid y el Barcelona de Lionel Messi rara vez permite terceros en discordia. El equipo colchonero que compite con un plantel inferior en presupuesto al de esos dos colosos repitió el épico milagro de la temporada 2013/2014. En esa oportunidad el equipo de Simeone logró el campeonato en la última fecha en el mismísimo Camp Nou luego de empatar frente al Barcelona dirigido en esa temporada por Gerardo Martino. Al destino futbolero desde siempre le gustan las simetrías. En aquella jornada de gloria para el pueblo colchonero el héroe de los dirigidos por Simeone fue el caudillo oriental Diego Godin que desde la saga central se elevó tras un córner más alto que todos los defensores blaugranas para cabecear al arco y marcar el gol que le daría al atlético la liga luego de 18 años de sequía.

En la temporada 2021 el héroe sería Luis Suárez, otro oriental notable. Despreciado por la dirigencia barcelonesa fue despedido del equipo culé luego del estrepitoso fracaso de la temporada 2019-2020 coronado con una humillante derrota 8-2 frente al Bayer Múnich en los cuartos de final de una champions league invadida por la tristeza de las canchas vacías producto de la pandemia del coronavirus.

Libre y humillado Suárez dejo el Barcelona con ansias de revancha. Con el pase en su poder y un futuro incierto el goleador uruguayo se encontró con Diego Simeone, otro personaje condenado al éxito que en múltiples ocasiones había demostrado saber cómo triunfar en Europa.

La historia de Simeone en el Atlético de Madrid es gloriosa por donde se la mire y constituye sin duda uno de los ciclos más exitosos de la historia del club colchonero. Un proceso coronado con títulos europeos, locales y victorias épicas frente a los grandes de España y del continente que incluye dos finales de Champions League perdidas por detalles frente al Real Madrid de CR7. En esta oportunidad el título de la liga se dio en condiciones muy especiales. En primer lugar, la pandemia del covid que azota al mundo desde inicios del 2020 le agrega un dramatismo inusitado a cualquier contienda deportiva. En el panorama de un mundo devastado por una tragedia sanitaria de escalas desproporcionadas el triunfo deportivo funciona como un catalizador para liberar emociones y conmover hasta al espectador más distante al mundo del fútbol. La pandemia muestra con exactitud quirúrgica la desigualdad extrema a escala global. Así leemos a diario noticias de países que no tienen acceso a las vacunas mientras el virus se propaga de modo furibundo. En otros países del primer mundo en cambio la vida pareciera lentamente volver a los parámetros de cierta nueva normalidad.  Los constantes conflictos sociales y económicos que surgen al calor de una crisis sanitaria descomunal de carácter sistémico parecieran a su vez reformular la relación, ya de por si tensa, entre unos estados impotentes ante la lógica imperante de un mercado que pareciera no tener ningún límite más allá del de la lógica de ganancias descripta por Marx hace más de 150 años y que en las últimas décadas se expandió al calor de la globalización.

Al inicio de esta temporada para pelear el título junto a los dos gigantes de España el Atlético de Madrid constituyo un equipo alrededor de lo que representaba la lumínica figura del atacante oriental. Suárez, es un delantero de una personalidad arrolladora y un carisma sobresaliente. Esas características lo llevaron a estar en el centro del mundo del fútbol por diferentes cuestiones en la última década. Ese recorrido incluye la mano que salvo a Uruguay de ser eliminado por Ghana en cuartos de final del mundial de Sudáfrica 2010, comprende los dos goles históricos que le marco a Inglaterra en el mundial de Brasil 2014 y se extiende a la extraordinaria copa América realizada en Argentina en 2011 en la que la selección charrúa se corono campeón de modo inobjetable. Suárez es sin duda uno de los grandes jugadores uruguayos de todos los tiempos y en esta temporada atípica volvió a renovar sus credenciales de jugador fuera de serie. En los últimos dos partidos de la liga mostró su talento de definidor en el área y su sangre caliente para aparecer como lo hacen los jugadores que marcan época.

En la penúltima fecha de la liga española el Atlético Madrid perdía 1-0 con el Osasuna faltando diez minutos para que termine el encuentro. A los 82 minutos Renan Lodi empataba el partido y a los 87 minutos Suárez se vestía de héroe para darle a los colchoneros una victoria pírrica que le daba la oportunidad al equipo de Simeone de llegar a la última fecha del torneo dependiendo de si mismos para salir campeón relegando de este modo al poderoso Real Madrid a la segunda ubicación del torneo. Finalmente, en la última fecha el Atlético luego de empezar perdiendo frente al Valladolid terminaría imponiéndose 2-1 gracias a un gol delicioso de Ángel Correa y a una corrida memorable de Suárez que aprovecho un pase mal dado de un rival para definir con frialdad frente a la salida desesperada del portero.

Una vez decretada la victoria del Atlético Madrid se dio el espectáculo conmovedor de los jugadores festejando solos su victoria. La pandemia es impiadosa y cruel no solo en términos biológicos. Desgarra el cuerpo físico y también el social agregando al clásico tendal de vencedores y vencidos propio del capitalismo la ruptura y fragmentación de los vínculos sociales fundamentales para la supervivencia de los seres humanos

De este modo las clásicas imágenes de los jugadores buscando a sus familiares en las tribunas fundiéndose en un abrazo fueron reemplazadas por la tecnología que suple las distancias dejando conmovedoras postales de época.

Esa imagen congelada en el tiempo del delantero uruguayo llorando como un niño frente a un celular en el piso del estadio «José Zorrilla» mientras charlaba a la distancia con sus seres queridos termina incluso eclipsando una temporada deportiva extraordinaria.

Los filósofos del siglo XIX imaginaban un paraíso en donde los hombres dominaban a la tecnología para liberarse así de las pesadas cadenas que los oprimían desde tiempos inmemoriales.  La tecnología que en esta época de muerte y pandemia es utilizada por el capital para potenciar la explotación a la que los seres humanos son sometidos a diario por momentos logra transformarse en algo distinto.  El hombre pareciera torcer por un utópico instante el destino de sumisión al que pareciera estar condenado y logra emocionar con una mirada, con un simple gesto. En esa mirada perdida y conmovida de Suárez frente a una pantalla llorando una victoria existe la posibilidad de pensar un mundo regido por la humanidad y no por la lógica exclusiva de la ganancia que impone el capital. Construir un mundo en donde prime el amor y la ternura seria la gran victoria de estos tiempos, al resto se lo lleva el viento.

 

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