Por Federico Firpo
Las personas no binarias, en un mundo de búsquedas por el lenguaje inclusivo, parecieran no quedar exentas del universo de rugbiers señalando a sus mujeres “comiéndose pijazos” y cómo hablar sin cambios en el lenguaje, siendo qué: según la misma mirada conservadora, ese muchacho tendría que haber dicho “o pues, mi preciada esposa ha tenido que masticar cantidades inmensas de pollas”, porque según la mirada anti lenguaje inclusivo, no deberían haber cambios en el lenguaje. Peor aún, se pone como ejemplo a la maestra de lengua y sus referencias lingüísticas. Así las cosas, deberemos innecesariamente volver a reproducir el: nosotros, vosotros, ellos, decorativo pero inútil más bien.
Que diría entonces Simón Bolívar de tanto “Traidor del excluismo”. Que no se lea, por tanto, burocracia, digamos traición a cualquier avance respecto de un orden de cosas ya afianzado (por no decir abarrotado). Bolívar terminó lastimosamente peleando su pensión después de haber liberado Sudamérica, qué nos queda, por lo tanto, a los que desde abajo quieran incluir en términos de sexualidad, o bien de lenguaje. Cómo puede seguir el mundo después de estos héroes extraorbitales. Cómo sigue la vida después de perderse en la inmensidad.
Que nos extraña lo que nos pueda pasar si nuestra historia ha sido así, miserablemente escrita.
Fácilmente podremos ver filmografías de atrocidades alemanas, italianas o rusas, pero que difícil resulta encontrarse con documentaciones que exhiban los abusos de los grandes imperios, supuestamente hoy, paladines de la Democracia. O acaso los africanos que hablan inglés o francés aprendieron esos idiomas pidiendo por favor se los enseñaran.
Me pregunto finalmente: acaso nosotros mismos mantenemos la lengua de nuestros ancestros. Y sin embargo, tanto loco suelto se indigna por lo innovador de un lenguaje inclusivo, de una sexualidad inclusiva…
Vaya lectura hemos hecho de los libros de nuestra inconsciencia.