OSVALDO BAYER, EL QUIJOTE ARGENTINO.

 

Por Eduarda Záitsev 

Fundada en 1573 por el mismísimo Juan de Garay, la Ciudad de Santa Fé había servido de sede a los constituyentes que en 1853 sansionaron la Carta Magna luego de la caída del régimen rosista. Hacia la segunda mitad de los años ´20 del siglo pasado contaba con algo más de 40.000 habitantes, en su mayoría desendientes de inmigrantes que involuntariamente sustituyeron a la población originaria y configuraron el conglomerado gringo que nutrió el desarrollo de las fuerzas productivas de la región. El 18 de febrero de 1927 vió nacer al más brillante, cabal y comprometido de los historiadores argentinos: Osvaldo Jorge Bayer.

 

Por aquellos días, una ola de agitación obrera internacionalista sacudía al mundo entero exigiendo la liberación de los militantes anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, condenados a muerte bajo falsas acusaciones por un tribunal norteamericano. En Argentina se hacían sentir las explosiones de las bombas colocadas en protesta a dichas condenas, contra empresas estadounidenses, por el legendario Severino Di Giovanni, quien con el correr del tiempo sería la figura que Bayer elegiría para una de sus mas exhaustivas investigaciones.

Hijo de Albina Elisa Colombo y del Inspector de Correos y Telégrafos socilademócrata José Gazpar, hermano de Frantz y de Rodolfo, en su primera infancia Osvaldo y su familia vivieron temporariamente en Tucumán para luego asentarse en el barrio de Belgrano de la hoy Ciudad autónoma de Buenos Aires, entonces Capital Federal. Allí cursaría sus estudios primarios y secundarios, alternando las clases con su pasión por la lectura incentivada por su padre y su hermano mayor, relacionándose con sus pares de la colectividad alemana que en esos tiempos eran mayoría en el barrio. Por aquellos días, la Alemania de sus abuelos era testigo del auge del nazismo y en Argentina comenzaban a brotar grupos que asimilaban los postulados de esa corriente, adoptando sus nefastas prácticas y acumulando fuerzas para luego ocupar espacios de poder dentro de multiud de organismos estatales.

Hacia el final de la “década infame”, la familia Bayer ve resentirse su economía, por lo que Osvaldo se siente en la necesidad de conseguir trabajo y se conchaba primero como guardavidas en un club del barrio y luego como vendedor de seguros de vida en la empresa de un alemán amigo de la familia. Años mas tarde recordará una anécdota de su breve periodo como bañero en la que un petulante Lastiri entra al club y por todo saludo le pregunta al jóven que velaba por la seguridad de los y las bañistas: “¿cómo están las minas, pibe?”. Ironía del destino, este Lastiri será el mismo advenedizo que ocupara la Presidencia de la Nación tras el desplazamiento de Hector Cámpora a instancias de la derecha peronista en 1973 y quien, en su interinato como Presidente, prohibiría y sacaría de circulación el primer libro de Osvaldo.

Ya en la primera Presidencia de Perón, es llamado a filas para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. De esta experiencia recordará la corrupción en el Ejército Argentino y el maltrato recibido por negarse a manejar las armas. Jamás olvidará el puntapié que, al grito de “¡putos!, ¡putos!, ¡este cuartel está lleno de putos!”, le propinara un militar al encontrarlo, junto a un sub oficial, ensayando una escena de teatro en la que Bayer interpretaba a una enamorada al momento de ser repudiada por su querido.

Cumplida la conscripción, por intermedio de su hermano Frantz logra ingresar en la Marina Mercante como ayudante de Timonel. Navegará por el alto Paraná en varias oportunidades remolcando lanchones cargados de mercaderías hasta que al declararse la huelga de 1950, convocada por el Sindicato de Obreros Marítimos para oponerse a la arbitraria incorporación del gremio a la C.G.T., es desembarcado en el Puerto de Rosario por ser el único tripulante de la embarcación decidido a plegarse a la medida de fuerza resuelta en asamblea. Lamentará profundamente la concienzuda destrucción de su libreta de embarco a manos de un Prefecto que, mientras hacía tiritas de las hojas donde se plasmaban sus viajes, le espetaba “usted nunca más tripulará un barco de la Patria”.

Movido por inquietudes intelectuales, se resolvió a sistematizar sus conocimientos sobre la Madre de todas las Ciencias, no sin antes cursar un año de Medicina ya que, decía, para conocer el Alma primero debía conocer el cuerpo.

Incorporado a la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad de Buenos Aires, conoció en carne propia la violencia de los grupos nazi-fascistas que proliferaban en los claustros, patios y pasillos de la Universidad y hostigaban a quienes no comulgaban con las doctrinas de Tomás de Aquino. Esta situación lo llevó a tomar la decisión de emigrar a la Alemania de post guerra con la intención de poder estudiar a Filósofos de la talla de Hegel y Adorno y reencontrarse con su novia Marlies Joss, con quien contraería matrimonio en 1952.

En su primer exilio en tierras germánicas comenzará su carrera como periodista escribiendo artículos sobre música y cine, alentado por el entrañable Rogelio García Lupo, con quien mantenía una asidua correspondencia. Allí comezará a agrandarse la familia y se dedicará al estudio de la Historia, otra de las pasiones que lo acompañará hasta el fin de sus días.

De regreso en la Argentina, hacia el año 1956 ingresará al plantel del periódico “Noticias Gráficas” para luego trasladarse a la ciudad de Esquel, donde asumirá la dirección del diario homónimo hasta que el propietario del mismo lo desplace del cargo, acusándolo falsamente de “doble tentativa de homicidio”, tan luego a él que jamás ejercería violencia contra nadie. Los motivos reales de su expulsión tenían que ver con la defensa de personas explotadas que Bayer realizaba desde las páginas del “Esquel”.

Redoblando la apuesta fundará el “primer periódico independiente de la patagonia”, al que dará el nombre de “La Chispa” y en el cual seguirá denunciando los atropellos cometidos por la oligarquía esquelense contra las clases desfavorecidas. “La Chispa” alcanzará a publicar cinco números y su continuidad quedará trunca ya que su fundador deberá abandonar la ciudad luego de que el Comandante de Gendarmería de la zona lo intimara a emigrar nuevamente, arguyendo que en zonas fronterizas no se podían difundir los temas que Osvaldo trataba en las notas aparecidas en su medio.

Afincado nuevamente en Buenos Aires ingresará como redactor en el “Clarín” de Roberto Noble y al poco tiempo ocupará el cargo de jefe de redacción del mecionado matutino. Por la misma época  asumira la Secretaría General del Sindicato de Prensa y visitará, invitado por el mismísimo Ernesto “Che” Guevara, tierra martiana para intercambiar opiniones con el Guerrillero Heróico sobre la factibilidad de iniciar en Argentina un proceso similar al concretado en la Cuba revolucionaria.

Hacia fines de la segunda mitad de la década de ´60 colaborará con la revista “Todo es Historia”, fundada por Félix Luna y comenzará la investigación que culminará en su Opera Prima, “Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia”, editada en 1970. El éxito alcanzado por ese libro enmarcó a Bayer en una aureola de prestigio debido a la rigurosidad científica con que abordó la figura del hasta entonces “hombre mas malo que haya pisado suelo argentino”,  desnudando la verdadera personalidad del Anarquista que se rebelaba contra las injusticias de un sistema infame.

En 1972 publicará el primero de los cuatro tomos de su Obra Maestra: “Los Vengadores de la Patagonia Trágica”. En ese entonces, el auge de la lucha de masas inspiraba a la juventud la posibilidad de un cambio revolucionario de la realidad. Miles y miles de personas se encolumnaban en Organizaciones Armadas que daban la pelea contra las sucesivas Dictaduras encargadas de detener el avance de la Clase Trabajadora hacia la conquista de sus Derechos. Gran parte de la población depositaba en la “Vuelta” de Juan Domingo Perón, derrocado y exiliado en 1955, sus esperanzas de tranformación social y militaba activamente el “Luche y Vuelve”. Comenzaban, nuevamente, a operar en el país grupos para-policiales y para-militares que perseguían, hostigaban y asesinaban a dirigentes populares.

En ese contexto, en 1973, Hector Olivera , comprometido cineastas abocado a la tarea de retratar la realidad argentina, acuerda con Osvaldo la filmación de “La Patagonia Rebelde”, basada en el exhaustivo trabajo de investigación que diera como resultado su libro editado el año anterior. En este film, Bayer fiscalizará la rigurosidad Histórica, asesorará al director, colaborará con el guión y participará como extra en la actuación.

La avalancha de acontecimientos políticos dieron repentino término al rodaje de la película que se estrenará de apuro y durará poco tiempo en cartelera. Treinta años después de aquella épica gesta, escribirá Osvaldo : “Treinta años. Cómo nos humillaron hasta el hartazgo. Primero todas las zancadillas posibles para que sacáramos la bandera de rendición. Luego la desaparición. Treinta años que el film La Patagonia rebelde fue ninguneado no por la dictadura sino por una democracia. La democracia de Juan Domingo Perón. No va, porque el presidente no quería problemas con los militares. Después sí la permitirá para demostrarle a su comandante en jefe, el general Leandro Amaya, quién tenía la sartén por el mango. El estreno. La euforia del público que esperaba desde hacía meses la tan perseguida película. El fusilamiento de los obreros del campo patagónico en 1921-22 en manos del Ejército argentino enviado por el presidente radical Hipólito Yrigoyen (otra democracia). Las peonadas fueron cazadas como ratas y tiradas en tumbas masivas. Todo el mundo se calló la boca. Todos. Principalmente los radicales. Las únicas que corrieron a escobazos a los soldados fusiladores fueron las mujeres más humilladas, las prostitutas de San Julián. Les gritaron lo que eran: asesinos. Y los corrieron. Ese era el épico final del film, pero no pudo ser. El Ejército amenazó. Y cambiamos el final para que el film pudiera darse. Los militares argentinos dijeron que esas putas habían insultado al “uniforme de la patria”.

Sí, porque eran mujeres valientes, llenas de coraje civil ante el crimen de tanto peón.

El film pudo darse por permiso de Perón el 14 de junio de 1974. Y, muerto Perón, desapareció de las pantallas del país por la actitud del zar de la censura, Tato, el verdugo de las imágenes. Funcionario del gobierno peronista de Isabel.

Al mismo tiempo el director, el productor, el autor del libro y los artistas del film aparecieron en las listas de las Tres A, condenados a muerte. Los nacionales y populares decían que el heredero de Perón iba a ser el pueblo. Y no, el único heredero fue López Rega, el siniestro asesino.

Sobrevino entonces para el film y sus autores el exilio y la persecución. Mi grito desesperado fue: ¿por qué tengo que abandonar el país? ¿Por haber escrito la historia de pobres gauchos fusilados por el Ejército medio siglo atrás en la lejana Patagonia? ¿Por qué? ¿Qué fuerzas había detrás? Todo había comenzado con la prohibición de mi primer libro, el Severino Di Giovanni, en un decreto del presidente Lastiri (yerno de López Rega). Su nombramiento por Perón había sido una burla a las instituciones democráticas y a todo el pueblo. Un inútil de oficio soplón. Y luego será Isabel la que prohíba los tres primeros tomos de La Patagonia rebelde y, en 1975, Los anarquistas expropiadores. Prohibidos y se acabó. Después, durante la dictadura, quemados por “Dios, Patria y Hogar”, por un patán inservible de uniforme, el teniente coronel Gorleri, ascendido a general después por la democracia de Alfonsín.”.

Tras estos hechos, ya instaurada la Dictadura Cívico-Militar de la desaparición de personas, Bayer deberá exiliarse por segunda vez. Primero partirá su compañera junto a sus hijes y él vivirá refugiado en la embajada alemana hasta su salida del país. Tras una breve estadía en Bruselas, se acentará nuevamente en Alemania e inmediatamente se reunirá con sus compatriotas expatriades para emprender, desde su segundo exilio, la Campaña internacional por los Derechos Humanos que aportará a la caída del Régimen de Facto, ayudando a que la opinión pública mundial posara sus ojos en la masacre contra el Pueblo Argentino encabezada por las Fuerzas Armadas.

En estos años se ganará la vida realizando algunas traducciones, escribiendo sobre la realidad europea y participando en medios periodísticos de esa región. Sufrirá lejos de su tierra el dolor y la rabia provocados por los asesinatos de amigos queridos a manos de quienes lo habían obligado a dejar su tierra. Recibirá en su modesta vivienda a Militantes que necesitaban apoyo y dará cobijo a las Madres de Plaza de Mayo que viajaban a Europa para denunciar el genocidio que se cernía sobre Nuestra Patria.

Tras la caída de la Dictadura, conseguida luego de siete años de intensas resistencias populares que se dieron dentro y fuera del territorio nacional y en las que Osvaldo fue activo protagonista, podrá volver a reencontrase con su madre y su hermano Frantz, quien se había hecho cargo de resguardar de las garras de la Represión el invaluable archivo que el escritor había debido abandonar en su partida. Gesto augural del Destino de este hombre, el primer libro con el que se reencuentra, tomado al azar de la pila que formaba lo que otrora fuera su biblioteca, es un ejemplar de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, regalo de su padre.

Durante la década de los ´80, residiendo alternativamente en Argentina y Alemania, ya que en este último país han quedado su compañera y sus hijes, continuará con su militancia por los Derechos Humanos, comenzará a colaborar con el Diario Página 12 y se convertirá en un referente para las nuevas generaciones de jóvenes con inquietudes sociales que reconocen en Bayer al Luchador Libertario incansable.

Ninguneado y hostigado por el menemismo en la década del ´90, creará en 1994 la primera Cátedra Libre de Derechos Humanos en la Universidad de Buenos Aires, desde donde pondrá sobre el tapete los avasallamientos sufridos por las clases desfavorecidas a lo largo de la historia.

Siempre generoso y bien dispuesto a compartir sus conocimientos y experiencias, recibió en su “Tugurio” a infinidad personas que buscaban en él un faro para sus luchas. En tiempos de revancha neoliberal Osvaldo se convirtió en ejemplo a seguir para quienes bregaban por un mundo mejor y, en la decadencia del sistema que agoniza, al calor de los abrazos de su Pueblo supo desafiar mil veces al poder esgrimiendo la verdad por lanza.

La Obra de Osvaldo Bayer es profusa y fecunda. Recorrió el país brindando conferencias y cátedras, incursionó en cine, novela, poesía, ensayo, artículo, entre otros géneros; con inigualable estilo, con lenguaje claro y bello a la vez, sin bajezas ni dobleces, dirigido al centro del cerebro de quienes leen sus escritos hoy clásicos de Nuestra Historia y de Nuestra Literatura, lleno de imágenes y emociones, rubricado con el sello de la verdad y la ética.

Los últimos años de su vida los dedicó, entre otras luchas, a la reivindicación de los Pueblos Originarios como verdaderos dueños de estas tierras. Desnudó a la oligarquía argentina en los films que realizara junto a Mariano Aiello y Kristina Hille, trabajos en los que pone al descubierto la complicidad entre la tristemente célebre familia Martínez de Hoz y el Ejército Argentino para saquear centenariamente las riquezas de esta parte de Nuestramérica. Al igual que Don Quijote vivió “desfaciendo agravios” y “enderazando entuertos”. A diferencia de Alonso Quijano, murió “lúcido y sereno” junto a sus libros un 24 de diciembre de 2018.

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