LA JAULA DE LAS LOCAS: ENTRE EL HUMOR COMO HERRAMIENTA DE INCLUSIÓN Y LA BURLA ESTIGMATIZADORA.

por Nele Newen

La jaula de las locas, es una exitosa obra de teatro del dramaturgo francés Jean Poiret, estrenada en 1973, que luego fue adaptada en varias películas, una de ellas interpretada por el increíble Robin Williams en 1996.


Esta obra retrata la historia de Albert y Armand, una pareja homosexual  dueña de un Club Drag “The Birdcage” (la jaula de los pájaros). Su apacible vida se ve totalmente alterada ante la inminente boda de Val, el hijo de Armand, con una chica proveniente de una familia muy religiosa y conservadora: El padre de la novia es un senador ultraconservador, vicepresidente de la coalición por “la moral y el orden”, que desea promocionar los valores tradicionales de la vida familiar.

Albert y Armand se ven envueltos en un enredo de apariencias y heteronormativas con las que intentan “pasar desapercibidos”, a pedido del hijo. La intención es no generar disturbios en la vida de lxs jóvenes enamoradxs, pero al mismo tiempo “su verdadero yo” no lo pueden ocultar. En esta historia, que utiliza la comedia en su relato, el político decide visitar a la familia del novio y sin saber con lo que se va a encontrar, lo que ocurre es realmente sorprendente: 

Luego de practicar actuar como una masculinidad heterocispatriarcal, previo al encuentro con el senador y su esposa; llega la hora de la cena con los futuros suegros. Albert, gran estrella del espectáculo drag del club que manejan y pareja de Armand, se presenta como su mujer. Vestida de mujer. 

Así, la película compone una comedia que cuenta una historia de aceptación y de amor de familias. Familias diversas que logran dejar los prejuicios de lado por la felicidad de sus hij♥s. 

Ahora bien, este bellísimo argumento que para los años 70, 80 y 90’s fue revolucionario al mismo tiempo que pedagógico, naturaliza la diversidad y resalta con alegría la cultura drag; lejos está de la recreación que vivimos en los carnavales de San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires, en los días pasados:

En la categoría de Carrozas, nos encontramos con una “jaula de las locas” que no hizo más que parodiar, ridiculizar e incluso estigmatizar a las personas travestis y trans. 

Varones travestidos recrearon un salón de masajes, con una camilla y varios sillones a modo “sala de espera”, en el que subían a adultos, niños y adolescentes para practicarles masajes corporales. Y ni hablar de la bandera/estandarte que encabezaba el desfile del carro humorístico: un garabato de un torso de mujer en tetas.

Para algunos puede ser gracioso y humorístico, pero para otres puede recordarnos dos cosas: 

Por un lado, la época argentina en que las travestis y trans trabajadoras sexuales tuvieron que reinventar la manera de promocionar sus servicios. Épocas en las que también sufrían la persecución policial por vestir ropas del “sexo opuesto” -persecución por parte de las fuerzas policiales que aún hoy las estigmatiza, con requisas y causas truchas-. 

En fin, muchos recordarán que en los clasificados de los diarios existía el RUBRO 59; cuando este rubro fue eliminado, las chicas trans tuvieron que repensar las formas de comunicar y promocionar su trabajo, muchas de ellas ofrecían masajes en otro rubro de los clasificados. 

Si quienes realizaron esta carroza, inconscientemente eligieron recrear un salón de masajes, es muchísima casualidad al mismo tiempo que demuestra cómo tenemos arraigado en nuestras mentes los estereotipos.

Por otro lado, el hecho de subir a niños y adolescentes para realizarle “masajes” ¿no les hace pensar en la perversidad con la que se nos suele asociar a las personas lgbt, pero sobre todo a las travestis y trans? 

¿No es acaso un humor perverso y enroscado por parte de varones cisheterosexuales? ¿Qué hay de la ESI y de los cuidados del cuerpo de las infancias y adolescencias? ¿Cómo el municipio puede permitir este tipo de “humor” en los carnavales? ¿Cómo incluso puede el jurado premiarlos en lugar de descalificarlos por una temática trans-odiante que al mismo tiempo roza los límites del acoso? ¿Qué tan naturalizado tenemos el “jugar” y el “hacer reír” a las infancias, niñeces y adolescencias mediante las cosquillas y el contacto con sus cuerpos? 

¿Cuándo cruzamos el límite del humor y se transforma en burla, bullying y estigmatización? 

¿Cuánto tiempo más nos va a llevar repensar las prácticas artísticas y humorísticas en claves de perspectiva de géneros y respeto por la diversidad? 

¿Cuánto podemos permitir que “desconocidos” toquen el cuerpo de nuestr♥s hij♥s? … Incluso podemos ir un poco más allá y pensar en el mandato social y misógino que consiste en llevar a los varones adolescentes a “debutar” con las trabajadoras sexuales. Todo tiene su correlato. 

Como éstas, miles de preguntas más. Preguntas sin ánimos de ofender a las y los lectores, sino más bien para continuar repensando las formas en la que hacemos arte, humor y al mismo tiempo analizar el trato que tenemos hacia niñxs y adolescentes y hacia la comunidad travesti-trans.

¿Qué estamos recreando? ¿Qué estamos naturalizando?

El arte y el carnaval también nos educan.

Sólo puedo decir: Que bellos los tiempos de carnaval en donde las personas trans encontraban y encontramos en el festejo popular la celebración y la libertad de poder ser.

En un momento de la película de 1996, unx de les artistas drag del club se pregunta: “¿Soy una artista o un travesti barato que sólo causa carcajadas?”, lejos de ser su pensamiento, la frase recrea el prejuicio de muchos y muchas que hasta hoy sostienen cuando piensan en una persona trans o travesti. 

“Un travesti barato que sólo causa carcajadas” eso sentimos varias personas sobre la idea de representación artística que realizaron en los cuatro días de carnaval estos señores con su carroza: LA JAULA DE LAS LOCAS, una burla hacia las mujeres trans y travestis de nuestra sociedad. 

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