Siguen fumigando frente a una escuela, luego de las muertes de les niñes Rocío Pared y de Nico Arévalo.

Por Melina Sánchez 

Se trata de la Escuela Primaria 612, a metros de la quinta de Brest, un empresario tomatero, responsable del fallecimiento de la niña Rocío Pared, por fumigar una tanda de mandarinas que la nena y su sobrinito “osaron” probar cuando la encontraron tirada en la calle.

La mandarina que tomaron Rocío y Damián estaba entre las que iban a ser usadas para matar a los pájaros. Les aplican veneno con una jeringa.

¿Cuándo pagan los poderosos? Este mes se cumplió un nuevo aniversario de la muerte por agrotóxicos de la niña Rocío Pared y se ratificó la culpabilidad de Ricardo Prietto en el fallecimiento del niño Nicolás Arévalo. Ambos casos, en la Provincia de Corrientes, ponen al desnudo una impunidad feudal en la producción frutihortícola que tiene trama provincial y nacional. Las muertes de Nico Arévalo y de Rocío Pared, junto con las de José Carlos y Antonella Rivero, resonaron en los medios dentro y fuera de Corrientes y se han convertido en un precedente que sienta jurisprudencia para la penalización del uso de los agrotóxicos, que estaban prohibidos, pero que en su impunidad seguían siendo utilizados por los empresarios, y se han llevado las vidas de niñes pobres. Lo que visibiliza la lucha de estas familias es que ningún dinero compra la vida de esas infancias.

Enfrente de la Escuela 612, en uno de los barrios de la periferia de Mburucuyá, a siete u ocho metros de la quinta de la tomatera de los Brest, que incluso luego de causar la muerte infantil de Rocío Pared y de generar secuelas en la salud de toda su familia, no dejó de fumigar para “producir” frutas y verduras como aquella mandarina que comieran Rocío y Damián hace seis años atrás.
La directora de la escuela, sin embargo, está “a favor de Brest” porque el “empresario” le da leña para que cocinen en el comedor, a esto hace referencia María Pared, una de las hermanas mayores de Rocío y tía de Damián. En la institución hay muches niñes pequeños, cocinero, jardinero, es decir, hay bastante personal, además de les docentes. Los chicos muchas veces tienen el recreo en el patio, a la hora en que fumigan. Quizás la directora debe pensar que como está poco en el lugar -porque es del centro de Mburucuyá- dado que solo hay clases por la mañana, a ella no le afectan las fumigaciones, ¿pero quién cuida a las infancias? Ya hay algunas familias que están molestas y preocupadas por la salud de sus hijes.


Este año, y de tanto insistir, dejaron de fumigar en el sector de la quinta lindero al patio de la familia Pared. Pero lo cierto es que varios años después y de una larga lucha por parte de la familia Pared y de Guardianes del Iberá, organización que acompaña a las familias de víctimas de muertes por agrotóxicos, todavía hay gente damnificada a la que le cuesta hablar. Sin embargo, en la recorrida que hicieron en la tarde del jueves familia y organización, registraron que los vecinos de enfrente de la quinta de Brest, sí se quejan del olor a veneno y a abono que viene de la tomatera, y se manifiestan a favor de que se continúe la pelea judicial para que los Brest reciban castigo judicialmente con relación a la muerte de la niña Rocío que cuando falleció tenía apenas doce añitos. Lo que a su vez forma parte inherente del reclamo es que se hagan visibles las responsabilidades de estos poderosos en relación con las secuelas de los familiares y vecinos sobrevivientes a la fumigación, y dejen, efectivamente, de fumigar.

¿Por qué sobrevivientes? La tarde en la que Rocío falleció, luego de una agonía de varias horas, otro de los damnificados directos fue su sobrinito Damián, por entonces de diez años. Hoy, tiempo después, Damián tiene dificultades para llevar adelante una vida normal, cuenta Cristian Piriz, de Guardianes del Iberá. Vive en casa de sus abuelos, y muchas veces, cuando despierta a la mañana, sus ojos están hinchados y sus labios muy rojos. No saben a qué se debe, no tenía ese problema antes de ingerir el veneno con el que había sido fumigada la tanda de mandarinas dentro de la que se encontraba esa que tomaron del piso les niñes esa tarde camino a catequesis.

No solo Damián tiene secuelas en la familia. La mamá de Rocío, una mujer muy joven, de 53 años, ya no puede caminar. Primero era solo el tobillo lo que le molestaba, después ya no pudo caminar, no puede estirar la mano, su sangre tiene color oscuro, negro. “No puede estirar los brazos. La muñeca se le hace todo duro”, dice el padre de Rocío, el señor Evaristo Pared. Hay vecinos que tienen asma, problemas del corazón y riñones. Varios de ellos sufren además de la falta de agua debido a las perforaciones de la tomatera que se lleva toda el agua.

El caso de Damián y el de Rocío, se encuentran ya en la Cámara de Casación, en primera instancia. Es de esperar que en breve haya novedades. El abogado de Ricardo Prietto, también es de apellido Brest, uno de los hermanos del dueño del campo cercano a la casa de la familia Pared… la trama del poder que una vez llevó a la Sociedad Rural a apoyar abiertamente con su presencia en la primera parte del largo juicio al empresario cuya responsabilidad por la muerte de Nico Arévalo y por lesiones gravísimas a Celeste Estévez, no ha podido ser ya más ocultada.

#pueblosfumigados
#escuelasfumigadas

A %d blogueros les gusta esto: