Por Clarice Mc Clellam
Arte de tapa Martin Vera
Nací y me significaron mujer. Traje a este mundo un útero através de otro portal, idéntico al mío
Por ese motivo el patriarcado me enseñó cuál sería mi destino
Nací mujer y me exigieron: Servir y callar. Parir y callar. Sufrir y callar. Complacer y callar. Ser invisible. Callar.
Nací mujer. Y cuando nací ya pesaba sobre mi espalda el mandato. Peso estimado: entre 2000 y 4000 años.
Nací mujer. Y cuando nací ya era sospechosa, me habían difamado: ya estaba loca, ya mi palabra no se oía, ya no era de confianza. Diga lo que diga y haga lo que haga.
Nací mujer y mi útero se rebeló sabio ante mis ojos grandes y nuevos. Ante mi cuerpo profanado y bello. Ante mi alma libre presa de esta carne disputada en guerras y desiertos.
Nací mujer y perfecta. Hija de la tierra y el sol, hermana de la luna, heredera de la miseria frente a la que no pude ser ciega
y de la más justa de las luchas de la historia histérica.
Nací mujer y lloré sabiendo que ese manantial de agua y sal me acompañaría en oscuras y silenciosas madrugadas de soledad.
Nací mujer y tuve que juntar mis pedazos masacrados con ayuda de otras que fueron significadas mujer. Y ellas tomaron esos pedazos y me los dieron benditos. Y renací. Y al renacer tuve que luchar sin descanso, por mí y por todas. Y tuve que gozar y explotar de placer con mayor intensidad que el daño que han hecho en todos estos años. Tuve que hacerlo por mí y por ellas, las de ayer, las de hoy, las de mañana.
Las de ayer que me enseñaron a vivir en medio de esta guerra que con cinismo ellos niegan. Las de ayer que cedieron parte de su vida para que yo hoy pueda vivir la mía. Las de ayer que no se conformaron con ser presa. Las de ayer que me amaron sin que lo supieran. Las de hoy que me enseñan a sobrevivir en medio del incendio y a ocupar un lugar sano en la tierra. Las de mañana que ya no van a negociar con nadie jamás las condiciones de su existencia.
