UN DÍA PARA LA VERDAD

Es el Día de la Memoria, Verdad y Justicia. Se recuerda el último golpe de Estado Cívico-Militar con la creencia de que todavía la democracia tienen deudas en cuanto a violaciones de derechos. Es una fecha de reflexión bajo el lema “Nunca más!”. Por Juan Alberto Perez

Otro 24 de marzo aparece. Nuevamente se toma como referencia el día en que un grupo de militares con el apoyo de una parte de la sociedad civil, tomaron por arrebato el poder en la Argentina. Pero no solo el golpe era su plan. Detrás de discursos de restauración social, el mal llamado “Proceso de Reorganización Nacional” planificaba la destrucción económica y la persecución seguida de aniquilación de toda expresión socio-cultural que pretenda confrontar a los poderes hegemónicos.

Seguramente, veremos en esta fecha diferentes marchas para recordar y exigir que continúen los procesos judiciales contra todos los responsables de los crímenes que se desataron a partir de aquel otoño de 1976 y se prolongaron hasta la primavera de 1983. Es muy densa la herencia de esa dictadura. Tan densa que aún resuena en nuestra sociedad el peso de los miles de muertos, los centenares de niños secuestrados y los 30000 desaparecidos. Todos ellos serán las imágenes de las banderas que como un grito de lucha se alzarán nuevamente, como lo hicieron las madres y las abuelas en los años oscuros, como las flamearon durante la primavera alfonsinista y el menemismo de los ’90 que pretendió ponerle punto final y borrar la historia, como si se pudiera tapar el sol con las manos.

Cada 24 de marzo que se sucede la mezcla de sabores que se aparecen generan cambios de estado de ánimo. Porque a la tristeza por las atrocidades que se le hicieron a un pueblo se le cruza la alegría por poder expresarnos actualmente en democracia. Y finalmente lo que queda es la reflexión de que lo que no debe suceder nunca más. Por eso, este no es un día festivo, tampoco debe ser un día de luto. Tiene que tomarse como un día para frenar la pelota de la vorágine de la vida con sus discusiones política, para pensar que aquello fue el límite, que no se debe volver a creer que la solución a los problemas de nuestro país está en las fuerzas que atacan al pueblo, que el camino de la política, aunque sea sinuoso y tenga esbirros desagradables, es el único posible para no lesionar a la Nación y la República, conceptos muy mencionados en estos días de campañas electorales.

También, esta fecha es un día para recordar, y no dejar pasar los hechos que se sucedieron en democracia que tienen como prácticas acciones muy similares a las que condenamos de la dictadura. Con esto me refiero a los desaparecidos (podemos recordar a Miguel Brú, Kiki Lezcano, etc., etc.), víctimas muchos de ellos de las “fuerzas de seguridad”, o el mejor dicho el aparato de represión estatal. También, asesinados (Darío Santillán, Maxi Kostecki, Pocho Lepratti) por cuestiones de clases sociales por orden de altos mandos políticos, muchos de ellos ahora encubiertos en largas listas de las boletas de los partidos políticos. Por eso, es necesario condenar con la misma vehemencia al Estado que permite que durante un proceso Democrático, en el cual el pueblo es quien gobierna por sus representantes, pasen acontecimientos más vinculados a los asesinos dictadores que al poder del pueblo.

Por eso, hoy 24 de marzo de 2015, 39 años después del comienzo de la última dictadura cívico-militar en la Argentina, es momento de reflexión, de recuerdo, de exigencias. Pero sobre todo, y al filo de llegar a la elección de un nuevo gobierno, de pensar que podemos hacer desde nuestra posición de ciudadanos comunes y de a pie para garantizar que la democracia (que quizás no sea perfecta, pero es el mejor de los sistemas de gobierno para garantizar nuestras libertades) tenga muchos años más de vida y por sobre todas las cosas que nunca, pero jamás vuelvan a suceder hechos de asesinatos y desapariciones a militantes barriales, pibes de barrios, estudiantes y toda persona que intente cambiar un poco las cosas.

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