19 de Julio de 1924, el lugar de la masacre fue desde Quitilpi a Napalpi en la provincia de Chaco. Conocida también como la matanza del algodón. El encargado de la masacre: Fernando Centeno, Gobernador chaqueño de aquel entonces. Las víctimas alcanzan el número de 700 indígenas, de las etnias tobas y mocovies, contabilizando el día de la masacre y los días posteriores de cacería que se sucedieron. Por Federico paterno.
El día 17 de Julio parte un grupo de 130 policías de Resistencia hacia Napalpi con el objetivo de reducir la “sedición indígena”. Comenzaba un nuevo genocidio a los pueblos originarios con la complicidad de gobernantes y la policía.
El Presidente Alvear fue quien eligió como Gobernador del Chaco a Centeno, nieto del Coronel Dámaso centeno.
NAPALPI Y LA COSECHA ALGODONERA
Cuenta con 20 mil hectáreas, se ubica a 120 Km de Resistencia, chaco. Su población era mayoritariamente de las comunidades toba, vilela y mocovi.
Napalpi cambia su nombre cuando se provincializa en 1951 y se le pone el nombre de Colonia Aborigen Presidente Perón. Un cambio de nombre, un intento de borrar un genocidio de la memoria.
La manera en que el Gobernador de la época, Centeno, se manejaba con los indígenas fue uno de los detonantes principales para el malestar que se fue acrecentando con el paso del tiempo. Se dispuso de un descuento de 10 pesos por tonelada de algodón en concepto de flete, sumado al 15 % ya descontado a cada uno por lo cosechado. El extranjero se llevaba 250 pesos por tonelada de algodón mientras que el indígena debía conformarse con 196 pesos, tras los descuentos que ya les hacían.
El maltrato y las condiciones esclavas de trabajo fueron razones para comprender el reclamo de los indígenas ante la explotación recibida por parte de los terratenientes. La huelga fue su modo de lucha.
La policía de Quitilpi fue la que “informó” sobre el armamento que tenían los originarios del Chaco: revólveres, escopetas, cuchillos, Winchesters y lanzas. Se solicitan mayor número de efectivos para “contrarrestar” la posible “revuelta” de los indígenas. El tedio según se informaba era por el mal pago de la cosecha.
Al Gobernador centeno este tema le traía varios problemas en relación a su imagen como político en Buenos Aires. La decisión fue resolver de manera inmediata. El Jefe de Policía de ese entonces, Diego Ulibarrie, y el lenguaraz Germán Silva formaba parte del grupo de Centeno que daría la orden de la masacre.
Se incumplieron las promesas de alimentos del Gobernador con los originarios tobas y mocovies; Nunca se modificaron las exigencias de quitar los descuentos que se realizaban a los indígenas que trabajaban en los ingenios; la policía tenía la orden de impedir el paso de indígenas del territorio, no podían salir del lugar.
La policía no permitía que se puedan acercar a trabajar a los ingenios.
El 15 de julio de 1924 el diario “La Voz del Chaco” informaba: Un tren del Ferrocarril Santa Fe partió con 40 efectivos con el objetivo de reprimir un nuevo movimiento indígena.
El diario “La Razón” tras una entrevista que le realizó a Centeno aseveró que “Le rogaban se reprimiese sin contemplación los desmanes indígenas”
EL GENOCIDIO
El sábado 19 de julio salieron de los cuarteles de Napalpi 130 hombres armados en dirección a las tolderías de los indígenas. Llegada las 8 de la mañana ya tenían todo rodeado. Los policías Saenz Lozada, Machado y Arce junto a sus efectivos se ubicaron en los alrededores del lugar. Comienzan las ráfagas de balas: comenzó la masacre.
Huían de forma desesperada familias enteras de indígenas hacia los montes, no esperaban tremendo avance represivo.
Al momento de poder frenarse y recordar que quedaban en las tolderías hijos, mujeres o ancianos; ya era tarde al regresar solo se podía esquivar a los cuerpos ya tendidos sin vida en el piso. Los gritos fueron ensordecedores. Se descuartizo también como método de aniquilación utilizado por la Policía de Centeno. Los fusilamientos fueron continuos sin discriminar mujeres, ancianos hombres o niños. Había que aniquilar a los originarios, esa fue la orden.
Julián Sargentti, uno de los hombres de mayor confianza del Gobernador del Chaco sentenció en ese momento “Aunque sea hace enterrar esto”. La respuesta de Saez Lozada, ya borracho, después la masacre le respondió que se vaya a la mierda.
Paso la masacre y los uniformados a cargo de la matanza de Napalpi almorzaron con la misión ya cumplida. Un mediodía común para ellos. Un nuevo genocidio indígena para nuestro país.
En este suceso trágico de los pueblos indígenas de nuestro territorio también aparece quien fuese el titular de la secretaria de Territorios del Ministerio del Interior de la Nación, Eduardo Elordi. Fue quine viajo días antes de la masacre para entablar una negociación con los tobas y mocovies, no hubo acuerdo por la posición intransigente de Centeno. El mensaje que hizo llegar Elordi fue “malón indígena”; “peligro indio”; “sublevación”. Una vez ocurridos los fusilamientos se encargó de encubrir la imagen de Centeno ante tal genocidio.
Las tropas que ingresaron a las tolderías indígenas saquearon todo lo que había, las pertenecías fueron repartidas entre los uniformados. Se concreto un robo y un genocidio que hasta el día de hoy no se recuerda.
LA MASACRE PARTE II
Pasada el día de la trágica matanza de Napalpi, la persecución continuaba. Mujeres desangradas con los senos extirpados, hombres descuartizados y policías que tomaban como botín de guerra orejas, penes, testículos o cabezas. Una de las peores masacres del siglo xx estaba sucediendo.
Los cadáveres fueron arrojados en pozos de agua. Fueron 90 días de búsqueda para fusilar a quienes hayan podido ocultarse. Una joven toba fue descubierta en cuclillas, con su bebe en brazos, días después de la masacre. Ella pidió piedad ante la mirada de los policías, se ofreció ella como para que hagan lo que quisieran, no quería perder su vida. La decisión fue empalarla desde la vagina.
Melitona Enrique, falleció a los 107 años en noviembre del 2008, era la última sobreviviente de la masacre. Ella fue quien informó como habían sido las secuelas de aquellos que lograron escarpase de la matanza. Muchos se volvieron locos, y quedaron deambulando por las localidades chaqueñas de Machagay, Quitilpi y Saenz Peña. Otros tantos debieron ser internados en neuropsiquiatricos de Buenos Aires y Santa Fe. La hermana de Melitona aun continúa desaparecida.

La policía, bajo las órdenes de los mismos que ordenaron la masacre, continuó con las metodologías de hostigamiento en las tolderías indígenas. Intimidaciones constantes, interrogatorios y robo de pertenencias.
El periodista Mario Vidal, autor de la investigación “Napalpi, la herida abierta” relata, “75 años después de la masacre se encontró en el archivo General del Poder Judicial del Chaco el expediente de la causa criminal iniciada tras el episodio. Esta caratulado como Sublevación Indígena en la reducción de Napalpi. A cargo de Justo Farías, quien sobreseyó a los policías implicados en la represión. El informe asegura que el ataque lo iniciaron los indígenas. Otro punto importante del expediente indica que los qom se mataron entre ellos; cualquier similitud con las declaraciones de Anibal Fernández sobre los asesinatos de Kosteki y Santillan debe ser mera coincidencia.
En el año 2004 se inicio una demanda por parte del pueblo qom hacia el estado nacional por los sucesos de la matanza, fue rechazada y hasta el momento es un genocidio impune.
MELITONA ENRIQUE
¡Cómo olvidarlo!
Se reían como diablos, y gritaban como lobos.
Abrían la boca. Abrían la boca. Se reían, y festejaban, cuando caían los niños, las mujeres, los ancianos…
¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo!
Y después los policías a caballo que disparaban y los de a pie que degollaban con tanta furia que los uniformes reventaban. No parecían seres humanos.
¿O sí?
¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo!
Fuentes: “Crimenes en Sangre” de Pedro Jorge Solans; Juan Chico autor de “Napalpi, la voz de la sangre”
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