Se conoció la condena a los responsables políticos y policiales por la represión y el homicidio a los manifestantes durante las jornadas de lucha del 19 y 20 de diciembre de 2001. Se trata de una leve pena en un fallo polémico por el accionar de estos personajes oscuros de la política. Aquí una breve reseña de aquellos días. Por Juan Alberto Pérez.
En el marco del juicio por la represión politico-policial de diciembre de 2001 este lunes el Tribunal Oral Federal nro 6 decidió aplicar la insignificante condena sobre el responsables político, Enrique Matohv, y el responsable policial, Rubén Santos, a 4 años y 9 meses y 4 años de prisión efectiva, respectivamente. También, ha decidido aplicar penas leves a los agentes policiales encargados de ejecutar la represión que tuvo como resultados la muerte de tres personas y decenas de heridos en aquellas jornadas históricas.
DE LA RÚA Y EL CONTEXTO QUE PRODUCE EL ESTALLIDO
Recordemos el contexto histórico de los hechos ocurridos en los últimos días de 2001. Fernando De la Rúa era presidente de la nación. Luego de la larga década menemista, el entonces primer magistrado, llegó con un discurso de renovación y cambio en la política que termino con la profundización de un sistema político y económico que sumió en la pobreza, el desempleo y el hambre a millones de argentinos. Por aquellos días de diciembre, De la Rúa, con su ministro de economía, Domingo Cavallo, avanzaron sobre los ahorros de los argentinos para darle un salvataje a grandes bancos y grupos económicos. Esto, sumado a la ola de desocupados, llevó a un estallido social conocido como “El argentinazo”.
Entre el 19 y el 20 del último mes de aquél año las movilizaciones sociales ganaron las calles con el pedido de “¡Que se vayan todos!”. Las cacerolas y los piquetes adornaban las calurosas jornadas de lucha y resistencia contra un gobierno acorralado por la pesada herencia del menemato y por sus propia impericia. Entre las medidas más escandalosas se recuerda de aquella gestión la ley de flexibilización laboral, viciada por las acusaciones de corrupción, pago por los votos en el Congreso y la renuncia del vicepresidente “Chacho” Alvarez.
Volviendo a los últimos días de 2001 las manifestaciones expresaron todo su desanimo por el gobierno de coalición que habían formado los radicales y un incipiente espacio como el Frepaso, al cual convergía peronistas disidentes y algunas expresiones de la social-democracia. La noche del 19 ante la estampida de cacerolas y saqueos a supermercados y almacenes durante toda la jornada, De la Rúa declara el “Estado de Sitio”. Esta medida da carta libre para que las fuerzas de seguridad “recuperen” las calles. Así es que lo primero que hicieron Enrique Matovh, Secretario de seguridad de la nación, y Rubén Santos, Jefe de la Policía Federal, es instruir a sus efectivos a que utilicen las fuerza para disipar la protesta. Tanto fue esto, que durante el 20 de diciembre en todas las calles del centro porteño se desplegaron las fuerzas que a punta de gases lacrimógenos, carros hidrantes y balas de plomo pretendieron acallar las voces del pueblo. El resultado de aquella tarde fueron 3 muertos y decenas de heridos sólo en Capital Federal. (Ndr: En todo el país ese día fueron asesinados por la represión del estado 38 personas. Fuente CORREPI)
Este lunes, tanto Matovh como Santos como otros tantos efectivos policiales enfrentaron a la justicia la condena por aquellos hechos, bajo el cargo de homicidio culposo. Fernando De la Rúa ya había sido sobreseído con el argumento de ajenídad del Poder Ejecutivo en los hechos.
El entonces secretario de Seguridad fue condenado a 4 años y 9 meses de prisión. De la cúpula de la Policía Federal, el comisario Rubén Santos fue condenado a 4 años de prisión, mientras que el Director General de Operaciones, Norberto Gaudiero, recibió condena a 3 años y seis meses, por los mismos delitos. El ex Superintendente de Seguridad Metropolitana, Raúl Andreozzi, fue condenado a 3 años en suspenso, sin aplicación efectiva, también por el delito de “homicidio culposo”. En todos los casos, la justicia consideró que no hubo intención homicida (dolo). Esto resulta ser una condena que deja gusto a poco ante la brutalidad del accionar de todos estos personajes oscuros por aquellos días.