Siempre tenés un miedo más que yo. Puedo entenderlo pero no siempre sentirlo. No, NO ES PORQUE SEAS UNA HISTÉRICA. Yo puedo caminar 10 cuadras de noche, arriesgo a que me roben a lo sumo. Vos tomás un taxi o un remis, temerosa con razón a que a un robo se le sume violencia sexual. Socialmente puedo compartir si salgo con 3 chicas en una semana; vos tenés que cuidar tu reputación social para no ser una trola. Yo temo que si mi jefe sabe de mis necesidades, me explote aún más; y vos, además, temés que se convierta en acoso. Por redacción ANCAP
Vos le tenés que pedir permiso a la cultura para poder tener calor o simplemente agradarte a vos misma, porque ese short es muy corto o esa calza muy insinuante (¿y qué insinúa?).
Vos, cuando salís en grupos mixtos, no podés pasarte de la raya al divertirte: tus amigos pueden volver ebrios y tambaleando, pero vos no, dice doña Rosa que “eso no está bien visto en una mujer”. Yo puedo ser rubio y pintón, y vos, rubia y boluda. Yo puedo tener una panza prominente, vos no conseguís talles de ropa si te pasás de un estándar.
¡¡Cuidado con las redes sociales!! ¡Un “me gusta” a una foto en Facebook de tu compañero de colegio/trabajo/gimnasio significa que querés sexo con él! Porque, si llegás a negarte cuando te arrincona, -después de todo vos te lo buscaste (¿?)- es porque lo estás histeriqueando.
Muchos amigos varones en la infancia. La pelota que pica y vos que te tentás. “Salí de ahí, no es juego para una nena”. ¿Por qué vos no podés elegir cuál es juego para tu vida? Ves, lo entiendo, pero no lo sufro. Yo no sé lo que es el miedo a ir por la calle y mirar para atrás y paralizarme porque solo un hombre viene atrás tuyo y en unos cuantos metros no ves más gente. Yo no entiendo por qué la cultura dice que tu lugar es lala cocina. Claro que puede ser tu lugar, SI TE GUSTA… Como también podría ser el mio. No entiendo porque tiene que dolerte la cabeza si no querés sexo, podrías simplemente no tener ganas; ni por qué no podés mandar al carajo a alguien “porque así no se comporta una dama”. No sos Rosa porque sos mujer ni maricona cuando llorás. No sos puta por cómo te vestís, ni es puta la que de ello vive, en un país que tiene en las redes de trata su mayor fuente de “reclutamiento”, para luego presentarlo simpáticamente como “el oficio más antiguo del mundo”. Y detrás de las redes, políticos, empresarios y comisarios reproduciendo lo más crudo de un sistema cruel.
Melina, Ángeles, Micaela: son nombres de adolescentes que no son ni ricas ni pobres. Son menores asesinadas que no merecían pasar por el manoseo mediático de ver si iban mucho a bailar, tenían muchos chicos en Facebook o le guiñaban el ojo al que, después, sería su verdugo. ¿Donde radicaría la razón, o qué aporta a la causa si una adolescente está explorando como cualquiera su sexualidad?
Estos preceptos con los cuales la industria cultural le inunda la cabeza a las mujeres desde pequeñas, sumado -en la modernidad- a la reproducción del modelo “mujer objeto” en los medios masivos de comunicación son las mayores fuentes de violencia. Porque cuando la mujer se rebela a estas normas, cuando se independiza, se gana la vida sola, cuando no necesita de un hombre, cuando decide por sí misma, cuando vence todas las barreras del miedo: se libera. Y el hombre, dominante en esta cultura y criado con los mismos estereotipos, ve amenazado su poder. Atemorizado, insulta, denigra, golpea, mata.
Rompamos esta cultura patriarcal y luchemos para la igualdad de género. Por los mismos derechos, las mismas conquistas laborales, los mismos beneficios sociales y, fundamentalmente, las mismas libertades.
¡¡Luche mujer que vale la pena!!
Y este 3 de junio gritemos todos juntos…¡Ni una menos!
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