DE LOS MACHITOS, LOS COBARDES

Por Federico Firpo

Corre el año 2016 y puede uno percibir un aire ligeramente tendencioso, de noticieros haciendo eco “certero” de la violencia en las calles. Formadores de la verdad, siempre inmersos en los detalles amarillos más siniestros. Sin embargo, lo frenético de algunas medidas, tomadas por un gobierno de turno, no parecen estar nunca en el eje de la cuestión. Un vuelco claro hacia las turbias aguas del río empresarial, seguramente pueda desencadenar contextos de empobrecimiento, desocupación, desigualdad traducido, a fin de cuentas, en una batalla de la que se debaten pobres contra pobres, al tiempo que solo una privilegiada minoría se divierte en sus abusos capitales, enriqueciéndose, mientras refunfuña por televisión, con mirada ajena, contra las aventuras de la jungla.

14681711_790940327675385_5118902169192455433_nLa calle se pone dura cuando hay hambre, dicen. Y, paradójicamente, entre las opciones para comprender el problema, parece situarse al menos poderoso como verdadero y principal culpable. No va a faltar quien diga: Hay que matar a todos los chorros… A lo que debemos preguntarnos si terminaríamos de esta forma con la pobreza, la desocupación y la desigualdad. La respuesta bien la sabemos. O a la inversa; ¿Será que la solución pueda encontrarse justamente en la participación del Estado, en tanto generador de sistemas por mayor justicia social, atendiendo las demandas de quienes menos tienen? Lógicamente, una actualidad de corte neoliberal, con todas sus palancas audiovisuales, no gastará tiempo en plantar este mensaje que pudiera significarle un Estado elefantiásico. Por lo tanto, ante la negación de todo discurso constructivo, la destrucción no tarda en tomar terreno. He aquí, El Macho. Con un aliento a la cultura del aguante, todos somos víctimas y por lo tanto acreedores de la violencia justificada, para actuar por mano propia. Es el chorro o yo, es mi vida o la de él. Planteos difíciles de ser discutidos cuando la vorágine de un instante se sitúa en nuestras mentes. No se trata solo de pensar en un momento per se, sino más bien de preguntarnos ¿Cómo es que a esto se ha llegado?

14681786_790940107675407_31465478151018095_nEl machismo no es más que un síntoma de cobardía y sino como podemos explicar a 10 jóvenes rugbiers, en patota, pegándole a uno solo. Pero nada peor que el macho institucionalizado. Todos hemos sido en ocasión víctimas de alguna falta de respeto por parte de un efectivo de la ley, siempre pedante y lleno de fanfarria, como mostrando quien es el que manda, quien es el verdadero hombre. Pero qué pasa si alguno de nosotros osara llevar a cabo la misma situación a la inversa. El abuso de la violencia física tiene también sus códigos, cuando en la Villa 21 se irrumpe contra 2 jóvenes por delitos como, por ejemplo, usar capucha (?). Cuando valientemente, quienes de forma arbitraria, detienen personas por la calle, llegando incluso al límite de la tortura, abalados por el brazo de la ley, pero también del Estado. O bien, cuando en Rosario se reprime a un grupo de mujeres, con palos y balas de goma, siendo la noticia más relevante que no les daba vergüenza a ellas estar desnudas (?).

14724546_790940211008730_1051533824462232064_nLo sucedido esta última semana en Mar del Plata, con una joven torturada, violada y posteriormente asesinada, también es un claro ejemplo de lo macho que somos. Mujeres y varones, que desde los noticieros no han dudado, en un principio, en preguntarse ¿Qué hacía una chica en la casa de un señor?, o referencias a su pelo, su ropa o a locuras de la adolescencia, drogas, etc. Por mucho menos uno podría ser tildado de burro, pero bueno es lo que nos toca… Afortunadamente, todas esas dudas fueron evacuadas de forma automática cuando millones de mujeres salieron a la calle a decir: BASTA

A simple vista, podría cualquiera tratar estas situaciones como casos aislados, separados unos de otros. Sin embargo, una serie de entramados sociales, repetidos sistemáticamente, a lo largo de la historia, permiten visualizar la violencia de la cobardía, embanderada siempre en una dosis positiva de machismo, ocultando en realidad, a través de justificaciones que terminan cayendo por su propio peso. Los que hayan sacado chapa de valientes, invisibilizando todos los abusos de aquellos supuestos triunfos personales, deberán replantearse sus actos en estos tiempos de cambio, comenzando por quienes desde el Estado, mostrándose ajenos a las problemáticas sociales, se crean dueños de las voluntades populares.

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