LA SALUD…

Por Camila Belén para ANCAP

Lo privado

Salud mental, salud que es abrazo y escucha.

Salud que es comprensión y no juicio.

Salud que es poder decir, hablar, contar si así lo deseamos.

El asombro se apropió de mi cuando después de contarles a mis amigos y amigas que había decidido abortar, varias se acercaron a abrazarme y me susurraron al oído, “te re entiendo, yo también aborté”.

Me pregunto todos los días ¿Cómo pretendemos exigirle al Estado y a la sociedad que se respete nuestro derecho a decidir, si continuamos cediéndoles el espacio de nuestra palabra para que la conviertan en silencio que dibuja la no existencia?

Dos años de trabajo conmigo misma me llevó poder contar mi experiencia públicamente. Exponer mi rostro en una red social, soltando el miedo de que la vea cualquier persona y me diga la palabra menos comprensiva para esta situación: “asesina”.

Entiendo y respeto con profundo amor, a mis compañeras que no están dispuestas aún a compartir su experiencia, sé lo profundo que cala el juicio ajeno de aquellas personas que no están dispuestas a cuestionarse. Al mismo tiempo que las convoco compañeras, a nombrar y re-significar la experiencia en una puerta, un puente para que otras como nosotras, tengan acceso a la información que nos niegan.

Lo público

Gritamos anticonceptivos para no abortar, porque sabemos lo que es ir a un centro de salud y que nos nieguen los anticonceptivos, por puro PREJUICIO.

Una vez más por la falta de educación y formación a profesionales de la salud, que arbitrariamente deciden y juzgan, por cualquier motivo, aunque el más fuerte es la edad; porque: “si tenés edad para coger, conseguí un trabajo y pagá los preservativos o las pastillas”.

Entre lo privado y lo público

Pero cuidado, que todo esto es más grande de lo que parece a simple vista.

No podemos dejar de responsabilizar a los negocios de la industria farmacéutica, ni a lxs médicxs que juegan con nuestras vidas, cobrando miles de pesos por realizar abortos a las que sí pueden pagar.

Es que un hijx para las ricas, socialmente es considerado quizás un problema. Pero para las pobres, no hay ningún drama, se merecen esa condena.

Y es que era obvio! Como íbamos a esperar que en esta sociedad tan injusta y desigual, tengamos algún tipo de lugar y consideración las mujeres, menos que menos, las mujeres pobres.

Y es por eso que hablan por nosotras, y hacen congresos con bancas repletas de hombres, que debaten si está bien o está mal. Es que sí, claro! Ellos se embarazan, ellos gestan 9 meses, ellos amamantan, ellos crían, ellos ellos ellos. Centro del universo. ¿Y quiénes los parimos? ¡Nosotras!

Ellos, los mismos curas que violan niñxs, los mismos padres que abandonan hijxs, los mismos hombres que nos tratan como objetos, los mismos policías que fusilan a nuestrxs pibxs en los barrios, el mismo Estado que no se hace cargo y no nos dice qué carajo pasó con Santiago Maldonado.

Están re locos, piensan que decidir sobre nuestra vida, es su Derecho.

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