Por Juan Alberto Perez
En un fallo controversial la Jueza Federal María Romilda Servini de Cubría decidió intervenir el Partido Justicialista y disponer que el gremialista Luis Barrionuevo sea el nuevo interventor, desplazando la conducción del sanjuanio José Luis Gioja. Este hecho terminó de detonar una interna muy caliente del espacio opositor más importante que tiene la Argentina.
Al mejor estilo “halcones y palomas” en el peronismo continúa la disputa de poder por la conducción en una interna fragmentada. Si bien el espacio kirchnerista es el que más voluntades ha sabido cautivar en las últimas elecciones, la disgregación que han provocado las derrotas electorales de 2015 y 2017 le allanó el camino al gobierno de Mauricio Macri y día a día se fragmenta aún más.
En un contexto en que el movimiento obrero no encuentra una organización unificada, con espacios combativos y otros entreguistas; y el espacio político que no genera un consenso entre todas las corrientes internas, los días del partido fundado por Juan Perón son muy calientes. A esta situación se le suma una nueva disputa, el famoso sello del partido. Esto entró en discusión cuando la Jueza Federal a cargo del juzgado Criminal y Correccional Federal Nro. 1, hizo lugar a un pedido de intervención hecho por uno de los triunviros de la CGT, Carlos Acuña, afín del líder gastronómico, por un supuesto estado de acefalía. Así es que decidió intervenir el partido y disponer que Luis Barrionuevo se haga cargo hasta “normalizar” el andar de la organización. Lo irrisorio es que en los fundamentos de la jueza se expresan argumentos políticos para decretar la acefalía. Se expone las derrotas electorales de 2015 y 2017 y los efectos internos que estas generaron. Esto no hace más que pensar que hay detrás una mano negra que intenta desarticular uno de los espacios opositores más importantes de cara al próximo año electoral y para hacer frente a este gobierno.
El peronismo en la era Macri ha sido muy ambiguo. Por un lado están los que han sido más críticos en sus discursos, como el ala kirchnerista y algunos dirigentes sindicales; pero por otro lado aparecieron los que apoyaron las decisiones de la Alianza Cmabiemos, o simplemente callaron. Eso disparó que las corrientes internas del peronismo estén disgregadas ya que no se encuentran liderazgos que unifiquen las voluntades. Así es que están las 62 organizaciones, Barrionuevo y los gremios independientes dialogando con el gobierno y cerrando paritarias a la baja. Por otro lado el duhaldismo, con el mismísimo Eduardo Duhalde a la cabeza, apoyando a Mauricio Macri; y un grupo de “peronistas” como Massa, Bossio, Picheto, Graciela Caamaño que han sido colaboracionistas en las cámaras para las disposiciones del gobierno nacional. Asímismo, los gobernadores del PJ son fundamentales para respaldar el poder de Cambiemos, ya qué son percudidos por el apriete con los fondos de las provincias.
Mauricio Macri siempre ha intentado ingerir constantemente en el peronismo. Es una obsesión desde sus primeros días en la Rosada. Ha buscado el apoyo del massismo, llevando al mismo Segrio Massa (que dicho sea de paso todos nos preguntamos ¿Dónde esta?) a Davos. También hizo lobby para la ruptura del bloque de senadores y diputados del Frente Para la Victoria con la compicidad de hombres como Diego Bossio y Miguel Angel Pichetto; además tuvo sus affaires con dirigentes gremiales como el Momo Venegas, el mismo Barrionuevo o Hugo Moyano, a pesar de la última ruptura de relaciones. Por eso, esta movida judicial no parece estar lejos de esas intenciones, sobre todo pensando que Servini de Cubría iba a ser removida de su cargo a instancias del ejecutivo y eso no pasó. Y no hay que olvidar como ha influido este gobierno en la justicia persiguiendo a opositores.
Hay algo que hay que dejar en claro. El fuerte del peronismo no está en sello partidario, ni en un edificio y ni siquiera en sus dirigentes. El fuerte del peronismo está en sus masas militantes y en lo que puede influir en la sociedad su doctrina de justicia social. Y no le basta con su sola prescencia para ganar elecciones. Siempre que ha conseguido buenos resultados es por haber sido frentista, un espacio más amplio y con diversas vertientes. Sin embargo, lo peligroso de esta situación es la intervención, a través de la justicia, del gobierno de Macri intentando hegemonizar el espectro político, lo cuál genera una sensación de autoritarismo amenazante. Amplificado por la actitud de sellar la sede del partido con policías que sin tener un mínimo de decoro han pateado, empujado y golpeado a periodistas y dirigentes políticos que allí se acercaron.
Los dirigentes del Justicialismo han presentado un amparo ante la medida de Servini de Cubría. Ahora habrá que esperar a que se expida la Cámara. Mientras tanto, el quemador de urnas, Luis Barrionuevo, deberá seguir esperando en la vereda del edificio de la calle Matheu para ver si se hace cargo de la conducción nacional del partido. Y la disputa presenta un interrogante “Para un peronista ¿no hay nada mejor que otro peronista?”