Por Juan Alberto Pérez
Se cumplen 12 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López. Se necesita saber la verdad, saber su destino y quiénes son los responsables de que no este cerca de su familia y de sus compañeros. El por qué lo desaparecieron se sabe y aquí lo aclararemos.
El 18 de septiembre de 2006 fue el último día que se lo vio en su casa de las calles 140 y 69 en el barrio de Los Hornos, en la ciudad de La Plata. Era testigo en la causa por los Centros Clandestinos de Detención de la Policía Bonaerense, ya que en el ’76 estuvo secuestrado. López era una clave vital para testificar el horror vivido en los años oscuros de la Argentina, y fundamentalmente, en el rol de uno de los peores carniceros de la historia, el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, quién fue Director General de Investigaciones de la Policía bonaerense entre 1976 y 1979. Su segunda desaparición en 2006 se sospecha está íntimamente ligada con la figura de Etchecolatz y sus influencias en la Policía Bonaerenese y los servicios de inteligencia, según detalló en un informe muy descriptivo la Asociación HIJOS de La Plata.
En su primera desaparición López estuvo 160 desaparecido, siendo trasladado por diferentes centros de detenciones clandestinos en donde pudo ver y sufrir los horrores del genocidio, como las torturas y los asesinatos de los detenidos ilegales. Luego de esos 160 días fue legalizado y pasó otros 812 días detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, en la Unidad 9. En su cautiverio estuvo en los Centros Clandestinos del Destacamento y Pozo de Arana y en las Comisarías 5ta. y 8va. Allí vió morir a la mayoría de sus compañeros de militancia en la Unidad Básica “Juan Pablo Maestre” de la JP y Montoneros de La Plata. El 27 de octubre del 1979 fue liberado.
Desde entonces participó como testigo en todas las causas por Memoria, Verdad y Justicia, donde testimonió lo sucedido y los roles ejercidos por el cuerpo de la Bonaerense comandada por Etchecoltatz.
En 2006, cuando se dió su segunda desaparición, había atestiguado contra el mismo Miguel Etchecoltaz, a quién apuntó directamente como el que daba las órdenes de torturas y asesinatos. Desde el día de su desaparición comenzó un entramado en el qué se plantaron pistas falsas para tratar de desviar la atención. La investigación quedó a cargo de la Policía Bonaerense en la que por entonces todavía quedaban resabios de la dictadura, 9 mil agentes de la Bonaerense de la dictadura estaban activos al momento. Se plantó un cuerpo calcinado para hacer creer que era López, se dejó un juego de llaves en la casa de la familia López para distraer con un supuesto abandono, se realizaron rastrillajes en dónde la bonaerense manipuló las pruebas y, entre otras cosas, se allanó la cárcel de Marcos Paz, donde se alojan Etchecolatz y demás genocidas del circuito Camps, para encontrar elementos que den pistas, pero se realizó tardíamente y con aviso previo. Pero de Jorge Julio López no se supo nada.
Aún necesitamos a López porque a pesar de que había testificado, y que los genocidas fueron condenados, hoy Etchecolatz busca escaparse de la cárcel como sea y encuentra en la justicia y el gobierno de turno, espacio para conseguir la prisión domiciliaria. Ya en 2017 el TOF Nro 6 le concedió el beneficio y el genocida pasó unas mini vacaciones en Mar del Plata. Pero la lucha de los organismos de ddhh logró que vuelva a la cárcel, el único lugar donde debe estar un personaje tan nocivo como lo es Etchecolatz y todos los genocidas.