LUCIANO Y SANTIAGO: HISTORIAS CRUZADAS DEL 17 DE OCTUBRE

Por Juan Alberto Pérez

Luciano y Santiago comparten el trágico destino. Los dos desaparecieron con la participación del aparato represivo del Estado en el medio. La Policía Bonaerense en el caso de Luciano, la Gendarmería Nacional con Santiago. Ambos comparten el castigo gubernmental, uno por el negacionismo, caso de Luciano y el silencio del Gobernador Daniel Scioli; el otro, por la persecución que realizó la justicia y el Ministerio de Seguridad (Patricia Bullrich y Pablo Nocetti) contra la víctima y su familia. Los dos tienen la triste coinicidencia de que su cuerpo aparezca sin vida un 17 de octubre. Uno de 2014, Luciano, el otro en 2017, Santiago.

Luciano Arruga, tenía 16 años cuando se lo vió por última vez con vida aquel 1 de febrebro de 2009. Aquel día, la policía Bonaerense del destacamento de la comisaría 8va de Lomas del Mirador lo detuvo ilegamente, lo mantuvo secuestrado y lo torturo. Eso fue lo que dictaminó la justicia que en 2015 condenó a 10 años de prisión al oficial Diego Torales por ser el torturador de Luciano. Asimismo, por su desaparición forzada, se investigó a los subtenientes Daniel Vázquez y Oscar Fecter, los subcomisarios Néstor Díaz de Esteban Echeverría y Ariel Herrera y los oficiales Martín Monte, Damián Sotelo, José Márquez y Hernán Zeliz.

En el caso de Santiago Maldonado, se supo que participó del corte de la ruta 40 aquella mañana del 1 de agosto de 2017, junto a integrantes de la comunidad de Pu Lof en Resistencia Cushamen, cuando la Gendarmería, por orden del juez federal de Esquel, Guido Otranto, y con la participación en el operativo del jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Nocetti, los reprimió ferozmente, los persiguió ilegalmente por el territorio de la comunidad a fuego limpio, los siguió hasta la orilla del Río Chubut y esa fue la última vez que se lo vió con vida.

A Luciano lo secuestraron y torturaron por negarse a robar para la policía. Esa fuerza a la que apelan los que se espantan cuando crece la sensación de inseguridad y se exige la mano dura. La misma maldita policía que se llevó puesta la vida de decenas de pibes del conurbano. La misma corrupta maldita policía lo desapareció por 5 años y 8 meses, hasta que apareció como NN enterrado en el cementerio de la Chacarita, víctima de un supuesto accidente de tránsito.

En el caso de Santiago la Gendarmería está involucrada indefectiblemente. El acompañar un reclamo histórico contra el saqueo y la vulneración de los pueblos originarios fue perseguido y reprimido. Por ese mismo hecho fue mediáticamente castigado él, su familia y la comunidad mapuche a la que tildaron de terroristas. Por su compromiso fue ninguneado por el Presidente de la Nación que nunca hechó a Patricia Bullrich por la actuación de su fuerza, por la misma Ministra que dijo que no tiraría por la ventana un gendarme; por la “fiscal de la nación” Elisa Carrió que dijo que estaba en Chile y hasta lo comparó con Walt Disney. También por Clarín, Infobae, La Nación, TN, América y todo periodista colaboracionista del macrismo, que inventaron que estaba en Entre Ríos, que lo apuñaló un puestero, y que incesantemente durante los 78 días de su desaparición plantaron todo tipo de pistas falsas. Santiago apareció supuestamente “ahogado” el 17 de octubre de 2017. Con eso quisieron plantear que por no saber nadar perdió su vida y así cerrar la causa. Pero todavía hay muchas respuestas para dar. Porque Santiago no estaba de paseo en el río, llegó allí por la persecución cruente de Gendarmería. Incluso quedan dudas si el cuerpo no fue plantado en el lugar que apareció. Sin embargo, la causa está parada y con un manto de oscuridad.

Luciano y Santiago ya son una bandera. Símbolos de lo que puede hacer el Estado con lo más recalcitrante de su aparato represivo. Aunque quisieramos que no lo fueran, que continuarán sus vidas, que cumplieran con sus sueños y que hoy no tengamos que hablar de ellos como otras víctimas más de la máquina de muerte estatal.

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