EL PERONISMO ES MÁS QUE PERÓN

Por Juan Alberto Perez
Si algún peronista de la década del 40 y el 50 leyera este titular se escandalizaría y apuntaría de oligarca o gorila a quién lo enuncia. Si por el contrario lo leyera un integrante de la JP de los 70 o de Montoneros, creería que habla de el peronismo como fase previa para la revolución. Lo cierto es qué se cumplen 73 años de aquél 17 de octubre de 1945, cuando el pueblo argentino salió a las calles para pedir la liberación del entonces Coronel Juan Perón, y en retrospectiva lo más importante que ha dejado el peronismo es sus bases.


Ni lo dirigentes actuales, algunos más otros menos cercanos a la base doctrinaria, ni mucho menos los peronistas neoliberales de los noventa. Inclusive ni el viejo Perón de los ´70 podría explicarse sin la movilización popular y sin el sentimiento de identificación en el pueblo obrero. Ese es quizás el legado más importante que legó el denominado Día de la Lealtad Peronista. El identificarse con el otro como compañero sin siquiera tener más en común que la coincidencia de clase. Esa contraposición que dice que los que estamos de un lado no somos, ni nunca vamos a ser del otro lado. Porque en días que se habla de “la grieta”, eso ha existido históricamente. Los descamisados contra los bacanes de Recoleta y la zona Norte, los ricos contra el pueblo, los opresores y los oprimidos.
Y eso es quizás el mayor mérito de Perón, quizás intencionalmente, el saber unificar a los oprimidos, que antes estaban diseminados, en un sólo cuerpo capaz de dar vuelta la historia, como sucedió aquél 17 de octubre. Porque la liberación de Perón no significó simplemente la libertad de un caudillo más en la historia argentina, sino la reivindicación del pueblo como actor central de la vida política. Sin ese pueblo como figura destacada en la conquista de derechos no hubiesen sido posible dichas conquistas.
Quizás lo que más hayan odiado los sectores de poder económico y social del peronismo, lo que los hizo antiperonistas al punto de ser reaccionarios y criminales, es esa organización popular. La potencia de un pueblo organizado y movilizado les ha hecho sentir el miedo necesario para activar los mecanismos represivos que se sintieron en las dictaduras sucesivas después de 1955.
Pero esa movilización no sólo la rechazan los foráneos, incluso los mismos dirigentes peronistas les temen y las marginan siempre que pueden. Perón trató de imberbes a los Montoneros y la juventud peronista en la misma Plaza de Mayo al ver que no la podía contener; Menem despreció a ese espacio social una vez en el poder con políticas de hambre y miseria. En la actualidad no falta aquél dirigente que se hace llamar peronista, pero que representa intereses que distan mucho de los valores del peronismo.
Como conclusión, en los albores de un nuevo día de la lealtad, lo que subyace es la importancia de la organización popular como medio intervención para el cambio social. Sin 17 de octubre, sin mareas de personas cruzando puentes a pie, o apretados en colectivos, tratando de llegar hasta Plaza de Mayo, sería imposible hablar de justicia social, soberanía económica e independencia política, como refiere la doctrina peronista. Sin esa movilización social que nació ese 17 de octubre de 1945 sería imposible, hoy después de 73 años, hablar del peronismo como la expresión política más preponderante en la historia Argentina. Sin esa lealtad popular no sólo al líder sino al compañero, sería imposible hablar de peronismo.

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