Por Juan Alberto Pérez
Imágenes por Lauchita Otero
En los últimos años la justicia en la Argentina ha jugado un rol clave en la política. El poder judicial ha funcionado guiado por intereses que lejos están de vincularse con el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que merece. El concepto denominado “lawfare” o guerra jurídica prima por encima de todo. Así se reflejan los últimos días del kirchnerismo, y así fue el andar de la justicia de Mauricio Macri.
Dentro de este sistema, en donde el poder judicial se ha utilizado para desacreditar a adversarios políticos, se dieron las mayores batallas políticas de los últimos años. Acusaciones cruzadas de corrupción entre oposición y oficialismo, el uso irracional de la prisión preventiva como forma de persecución de la oposición y la búsqueda de cambios legislativos como la ley del arrepentido y la exención de dominio, son las principales “gestas” del gobierno de la Alianza Cambiemos.
En este contexto el año pasado estalló un escándalo por la aparición de una serie de fotocopias de cuadernos que detallarían una red de corrupción estatal a partir del pago de coimas para favorecer la obra pública. A raíz de este caso se conoció en los últimos meses un hecho en el que un operador judicial, Marcelo Dalessio, en connivencia con el fiscal general de la nación, Carlos Stornelli, extorsionaban empresarios quienes a cambio de no ir a la cárcel tenían que pagar millonarias sumas de dinero.
Este hecho desnudo el vínculo político de estos personajes, dado que Dalessio era presentado como un especialista en narcotráfico por la mismísima ministra de seguridad Patricia Bullrich, mientras que Stornelli tiene una estrecha relación con Mauricio Macri ya que ha sido funcionario en el club Boca Juniors. El juez que inició la causa, que se visualizó a raíz de una publicación del medio Cohete a la Luna, es Alejo Ramos Padilla. Este funcionario judicial ha sufrido una embestida desde las esferas de poder ya que desde la rosada impulsan el pedido de juicio político y hasta la “líder espiritual” de la Alianza Cambiemos dijo que era “hombre muerto”.
En este contexto tuvo que presentarse en la comisión Bicameral de control de la AFI para dar cuenta del juego de espía que se desarrolla en el país. Donde Ramos Padilla detalló las tareas de inteligencia realizadas sobre periodistas y dirigentes políticos. Ese día hubo una movilización en apoyo a la continuidad del juez en la investigación ya que el intento diario es apartarlo de la causa y traerla a Comodoro Py, el bastión judicial del gobierno.